jueves, 25 de octubre de 2012

COIMA ACABO CON LAGO YPACARAI DE PARAGUAY


La coima acabó con el lago Ypacaraí
Desde hace al menos 35 años, nuestro diario viene advirtiendo a las autoridades nacionales y municipales sobre los graves efectos contaminantes que se cernían y se ciernen sobre el lago Ypacaraí. Paralelamente, desde distintos ámbitos de la sociedad se realizaron innumerables seminarios, simposios, congresos y talleres para alertar sobre la contaminación del lago. Todo, lamentablemente, cayó en saco roto. No solo no se ejerció en este tiempo ningún control sobre las actividades de fábricas contaminantes ya instaladas, sino que se siguió extendiendo permisos para la instalación de otras nuevas. ¿Por qué sucedió todo esto? Por la misma razón por la que acontecen otras tantas cosas perjudiciales en nuestro país: la corrupción, y después de ella, la desidia de nuestras autoridades e instituciones.
Desde hace al menos 35 años, nuestro diario viene advirtiendo a las autoridades nacionales y municipales sobre los graves efectos contaminantes que se cernían y se ciernen sobre el lago Ypacaraí.
La cuestión ha sido una preocupación constante para ABC Color. Desgraciadamente, poco y nada es lo que se ha hecho en el transcurso de todo este tiempo para intentar frenar la irresponsable actitud que amenaza el medioambiente e incluso la salud de aquellos que habitan la cuenca del citado cauce.
Hace poco más de tres décadas, en uno de nuestros tantos editoriales, el 27 de marzo de 1980, afirmábamos cuanto sigue: “El caso de nuestro lago Ypacaraí, atacado impune e irresponsablemente por fábricas, organizadas sin el menor criterio industrial moderno y sin el menor respeto a los derechos ajenos, es altamente significativo. Una atracción turística irremplazable, un regalo de la naturaleza que ha servido de solaz a miles de paraguayos de todas las épocas, se halla en peligro por una causa casi ridícula: Fábricas que están llenando de pestilencia y descomposición el rincón más acogedor de la República”.
Y añadíamos: “Es esencial que se dé comienzo a un programa de control de la contaminación ambiental proveniente de donde proviniere, a nivel nacional. Que las fábricas ya instaladas sobre cursos de agua o en grandes aglomeraciones de población, sean periódicamente controladas para ver si cumplen con los requisitos establecidos para evitar la contaminación. Que no se permita la instalación de nuevas fábricas que no contemplen, desde su mismo inicio, un programa de purificación de residuos”.
Paralelamente, desde distintos ámbitos de la sociedad, se realizaron innumerables seminarios, simposios, congresos y talleres para alertar sobre la contaminación del lago Ypacaraí. Todo, lamentablemente, cayó en saco roto.
A pesar de todo, sin importar las advertencias de ningún tipo, no solo no se ejerció –a lo largo de todo este tiempo– ningún control sobre las actividades de fábricas ya instaladas, sino que se siguió extendiendo la concesión de permisos para la instalación de otras nuevas, particularmente de frigoríficos, curtiembres y mataderos de animales, que con el vertido de sus inmundicias terminaron de contaminar los afluentes y el lago mismo.
¿Por qué sucedió todo esto? Por la misma razón por la que acontecen otras tantas cosas perjudiciales en nuestro país: a causa de la CORRUPCIÓN. Con el paso de los años, muchas de las autoridades municipales de Areguá, San Bernardino y otras localidades afectadas a la cuenca (Luque, Itauguá, Itá, Ypacaraí, entre otras) recibieron sendas y jugosas coimas de los “empresarios” interesados en instalar fábricas y mataderos en las zonas aledañas al lago para seguir adelante con sus planes de “inversión”... a costa del medio ambiente y en clara agresión al ecosistema.
Después de la corrupción –el más grave y al parecer incurable de los flagelos que atacan a la República del Paraguay– viene la desidia. La falta de interés por ejercer controles institucionales es otro de los factores que contribuyeron decididamente a la contaminación del lago Ypacaraí, en particular, y del resto del país en general.
Cada cierto tiempo, particularmente cuando el tema era ventilado a través de los medios de comunicación, instituciones de control de todo tipo anunciaban la instalación de comisiones, el envío de inspectores, el análisis de las aguas, la sanción de los responsables de la contaminación, etcétera.
Sin embargo, nunca nada tuvo un efecto visible. En cuanto el tema salía de la órbita de la prensa, las entidades estatales afectadas volvían invariablemente a sumergirse en su proverbial y consabido letargo… y las coimas volvían con cada pedido de “habilitación” en la Municipalidad respectiva.
Ahora, por ejemplo, se informó que se remitieron al Brasil muestras de las aguas para que se analice la calidad de las mismas. ¡Qué ironía! Como si aquí no existieran la técnica y la infraestructura suficiente como para realizar tal tarea; y, sobre todo, como si ya no estuviéramos en condiciones de concluir, de antemano, cuál será el resultado de los citados análisis: las aguas son pestilentes.
No sin cierto alarde, nuevamente ante la presión de los medios, la Secretaría del Ambiente (Seam) y la Fiscalía del Ambiente están tomando cartas en el asunto. Varios establecimientos de la zona de la cuenca han sido intervenidos y algunos propietarios imputados por el Ministerio Público. Sin embargo, mientras no existan sujetos individualizados, responsabilizados y penados por la Justicia por contribuir directa o indirectamente en la contaminación del lago Ypacaraí, será muy difícil creer que toda esta movilización actual no responda –como en anteriores ocasiones– a otra cosa que a un operativo de carácter netamente mediático.
Lo mismo cabe decir de los intendentes Ramón Zubizarreta (PLRA) de San Bernardino, Osvaldo Leiva (ANR) de Areguá, Fernando Negrete (PLRA) de Ypacaraí, y Luis Salinas (PLRA) de Itauguá, quienes, tras reunirse con el presidente Federico Franco el pasado lunes, anunciaron pomposamente un “plan alternativo” para contribuir a la recuperación del lago. Hay que preguntarles si ellos no saben que en sus distritos existen mataderos, carnicerías, industrias, curtiembres, etc., etc., que están operando con documentos oficiales que llevan sus firmas. Es menester que la voluntad política del titular del Poder Ejecutivo, de los gobernadores y los intendentes vaya acompañada de obras concretas de rescate para granjearse la credibilidad de la ciudadanía.
Es preciso decirlo con todas las letras, lo que se vino haciendo con el lago Ypacaraí en los últimos 40 años es realmente criminal. Es hora de que los responsables de este delito ambiental paguen sus cuentas pendientes ante la Justicia, provengan de donde provinieren, tanto del sector público como del privado.
TOMADO DE EDITORIAL DE DIARIO ABC DE PARAGUAY 

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