domingo, 26 de mayo de 2013

INCLUYENDO A LOS MAS DESVALIDOS DESDE LAS EMPRESAS

 Si empoderamos a pobres no hay razón para no generar riqueza
A principios del 2000, Bangladesh tenía una cobertura de casi el 100 por ciento, por medio de una red de 300.000 mujeres.
Foto: Archivo Particular
El empresario bengalí Iqbal Quadir, uno de los pioneros de los modelos de negocios inclusivos en el mundo, estará en Medellín la próxima semana.
La conectividad genera productividad. Esa es la filosofía que ha llevado al empresario bengalí Iqbal Quadir (Jessore, 1958) a ser una de las personas que han tenido mayor impacto en las vidas de los campesinos de su país.
Un día en que su computador dejó de funcionar cuando trabajaba como banquero de inversión en Nueva York, entendió el verdadero costo de la falta de infraestructura de comunicación para los más pobres.
Debía tener 12 o 13 años y su familia había salido de la ciudad huyendo de la violencia de la guerra civil en Bangladesh de los años 70, cuando lo enviaron a buscar medicinas para su hermano menor en una aldea remota. Después de un viaje a pie que le llevó toda la tarde, llegó, pero el médico no estaba.
“Me demoré el resto del día regresando y pensando en cómo había perdido el tiempo. Igual que cuando mi computador dejó de funcionar”, dice. Era el inicio de su carrera como empresario de las telecomunicaciones.
Quadir, que estará en Medellín el próximo 6 de junio como conferencista en el Segundo Foro Internacional por el Desarrollo de los Mercados de la Base de la Pirámide, auspiciado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), hoy es conocido como un pionero en la creación de modelos de negocio inclusivos. En 1993 se alió con el Grameen Bank, el famoso ‘banco de los pobres’ del premio Nobel de Paz Muhammad Yunus, y, con fondos del filántropo estadounidense Joshua Mailman, creó la red de telefonía celular con la mayor cobertura para su tiempo.
“Partí del principio de que la gente tendría acceso a teléfonos celulares sin importar su capacidad financiera o su ubicación –afirma Quadir, vía Skype, desde su oficina en el Centro Legatum para el Desarrollo y el Emprendimiento, que fundó en el 2007 en el Massachusetts Institute of Technology (MIT)–.
El Banco Grameen me dio la infraestructura y, por medio de minicréditos, cientos de mujeres en las aldeas empezaron a prestar servicios de celular.”
Para el 2001, cinco años después de que la empresa empezara a operar, unas 70.000 aldeas de Bangladesh recibían el servicio y el país tenía una cobertura del 99 por ciento (en ese entonces la de Colombia era de menos del 8) por medio de una red de 300.000 mujeres que vendían minutos.
Hoy, Grameenphone es el mayor operador del país, tiene 40 millones de suscriptores –más del 40 por ciento de la participación en el mercado de telefonía celular– y un crecimiento anual en ganancias de 19 puntos porcentuales.
Pero el impacto de su empresa, según Quadir, es mayor.
De acuerdo con un estudio que realizó el Banco Mundial en 120 países del sur de Asia y África subsahariana en el 2011, un incremento del 10 por ciento de la penetración de celulares en los países en vías de desarrollo se relaciona con un crecimiento promedio del PIB del 0,8 por ciento.
Por otro lado, el 35 por ciento de las ganancias de su negocio, compuesto hoy en un 55 por ciento por la empresa de telecomunicaciones noruega Telenor, se van en impuestos para el Gobierno.
Más allá de los beneficios económicos, el modelo de negocio de Quadir rebatió el enfoque asistencialista en la generación de desarrollo, al probar la efectividad de incluir a las poblaciones menos favorecidas en la creación de empresa.
Grameenphone acabó las barreras que evitaban que la gente produjera riqueza: le dio capacidad de compra y su inversión inicial no fue muy alta, pues los recursos eran compartidos.
“Creemos que tenemos que ayudarles a los pobres. Pero los pobres no necesitan nuestra ayuda. Solo tenemos que eliminar las barreras que tienen para desarrollarse y crear empresas; barreras como la falta de infraestructura, de tecnología, la burocracia, las limitaciones financieras. Los pobres son buenos empresarios”, dice.
Es la misma lógica de empresas con ánimo de lucro como d.light, que les lleva servicio de energía solar a más de 12 millones de personas de 40 países en vías de desarrollo, y bKash (ver recuadro), que permite el envío de remesas vía celular.
Esta última, a solo un año y medio de haber sido fundada por Kamal Quadir (hermano menor de Iqbal), tiene cuatro millones de clientes y cada día medio millón de personas están transfiriendo plata.
“Si compañías como la que yo creé aparecieran en distintas industrias, los países en vías de desarrollo rápidamente se convertirían en países ricos –concluye Quadir–. No podemos solucionar todos los problemas, pero si empoderamos a la gente en distintos aspectos de la economía, entonces no hay razón para no generar riqueza.”
ASÍ OPERA BKASH
La empresa bKash Limitada es un proyecto de inversión de riesgo compartido entre el banco Brac, para las pequeñas y medianas empresas de Bangladesh, y la empresa estadounidense de envío de remesas Money in Motion.
Su objetivo es asegurar que las personas con menor capacidad adquisitiva de Bangladesh tengan acceso a servicios financieros por medio de sus celulares (incluyendo la aprobación de microcréditos).
Dirigida desde el 2001 por Kamal Quadir, su impacto es claro: se calcula que menos de 15 por ciento de los bengalíes hacen uso de los servicios financieros, mientras que casi la totalidad de la población tiene acceso a un celular (se calcula que el 44 por ciento es propio).
FORO EN MEDELLÍN
El Banco Interamericano de Desarrollo (BID) realizará en Medellín, el 6 y el 7 de junio, el II Foro Internacional por el Desarrollo de los Mercados de la Base de la Pirámide en América Latina y el Caribe. El propósito de la reunión, en la que participarán expertos internacionales, es promover la discusión en torno a soluciones de mercado para enfrentar los principales retos socioeconómicos de la región.
María Alejandra Pautassi
Economía y Negocios

Tomado de portafolio de Colombia 

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