PRODUCCION GRANARIA
Comienza la campaña más complicada
El sector está jaqueado, los pools de siembra (tan
criticados) ahora se retiraron dejando miles de hectáreas no solo desocupadas,
sino también sin financiación para seguir produciendo. Para colmo, también los
arrendatarios pusieron el pie en el freno pues, la caída de la rentabilidad les
impide pagar contratos de los niveles de 2007 y 2008.
Por Susana Merlo (*)
Aunque los precios internacionales de los granos vuelven a
lucir firmes (y pueden estarlo más aún si sigue el tiempo frío en Estados
Unidos impidiendo sembrar los granos gruesos, especialmente maíz), y las
lluvias de este otoño en Argentina ya proveyeron muy buena humedad para la
próxima campaña, lo que garantiza la implantación, sobre todo, de los cultivos
de invierno (trigo, colza, cebada), las perspectivas agrícolas son las más
inseguras de los últimos años.
Falta de definiciones oficiales, inacción respecto de
correcciones imprescindibles, y costos de producción crecientes, son los
principales datos que surgen a la hora de planificar la próxima campaña.
Y considerando que cada ciclo agrícola de 33-35 millones de
hectáreas de siembra, implica una inversión de no menos de 7 a 8.000 millones
de dólares, es comprensible que la indefinición también alcance al campo.
De hecho, se sabe que para cualquier tipo de inversión, la
inestabilidad/inseguridad es la peor consejera y el campo no es la excepción.
Por eso, aunque algunos ya se animan a ‘proyectar‘ un
incremento del área triguera de apenas 10%, arañando apenas los 4 millones de
hectáreas, cuando en la década del 90 la superficie superaba holgadamente los 5
millones, no pocos ponen en duda que se alcance hasta este magro crecimiento, y
el cultivo mantenga la tendencia declinante de los últimos ciclos.
Pero mucho más grave aún es el estancamiento de la
producción agrícola global que, en Argentina, sigue rondando los 95 a 98
millones de toneladas en las últimas 5 campañas, con el único ‘despegue‘ de las
novedades tecnológicas que permiten obtener rindes superiores año a año.
Soja que ni llega a 55 millones de toneladas, maíces que no
alcanzan los 25 millones (a pesar de las cifras ‘oficiales‘), y girasoles y
trigo en franca declinación constituyen una perfomance que, probablemente, se
repita en el nuevo ciclo que está comenzando.
Es que el sector está jaqueado, los pools de siembra (tan
criticados) ahora se retiraron dejando miles de hectáreas no solo desocupadas,
sino también sin financiación para seguir produciendo.
Para colmo, también los arrendatarios pusieron el pie en el
freno pues, la caída de la rentabilidad les impide pagar contratos de los
niveles de 2007 y 2008.
Ante esto, los propietarios que durante varios años se
alejaron de sus campos alquilándolos, se ven ahora obligados a ‘arremangarse‘,
y volver a los potreros solos, o de la mano de contratistas y otros
interesados, pero ahora compartiendo los riesgos, con acuerdos de unos pocos
quintales fijos para el dueño de la tierra, y el resto a porcentaje, según resultados.
Sin duda, un cambio de magnitud, aunque no es el único tema
ya que también la cadena de provisión de insumos está complicada.
Tanto la actual, como las dos cosechas anteriores no fueron
buenas.
Mucha gente tuvo resultados entre malos y regulares, que en
más de un caso no alcanzaron para cubrir la totalidad de los costos.
Los contratistas, que se ven obligados a renegociar los
servicios de cosecha y de siembra ante la nueva realidad de una rentabilidad
que se cae enfrentan, a su vez, los problemas de las deudas adquiridas con
máquinas e implementos.
Esto determinó niveles crecientes de endeudamiento
generalizados en toda la cadena que, si bien se ve obligada a ‘seguir para
adelante‘, apostando a un cambio de tendencia que produzca una mega cosecha y
rentabilidad en alza, que permitan neutralizar las deudas pendientes, en
realidad, hay grandes dudas de que llegue a ser así.
Más vale, y a pesar de algunos créditos de la banca oficial
(a los que no todos tienen acceso), lo más probable es que se repita la
historia, se mantenga más o menos el área total de cultivo, aunque casi seguro
será con más soja en detrimento del maíz y girasol (el trigo, en invierno, ya
está claro que no va a crecer casi), y también se va a debilitar la utilización
de insumos, aunque finalmente esto constituya un ahorro mal entendido.
Así, habrá que esperar nuevamente, para ver si al fin se
puede lograr el despegue agropecuario argentino, tal como lo hicieron todos los
países vecinos durante la última década.
(*) Periodista especializada. TOMADO DE EL LITORAL DE C TES
AR
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