Tener cifras
confiables es imprescindible
Por Agustín Salvia | Aun
cuando en la última década hubo progresos en diversas dimensiones sociales, los
desafíos en materia de pobreza obligan a ampliar las políticas a fin de
consolidar los avances logrados. En un contexto económico, es indispensable
garantizar que los recursos disponibles sirvan para promover el desarrollo
social y hacer justicia con quienes más los necesitan. En este contexto, la
medición de la pobreza constituye una medida crucial para evaluar el desempeño
del Estado, y es un derecho básico de información a partir del cual los pobres
pueden hacer valer su reclamo de justicia. A diferencia de lo que debería
esperarse, no es hoy la pobreza, sus causas y efectos, el motivo de
controversia, sino su expresión numérica. En ámbitos académicos se habla de
tasas de pobreza de entre el 15% y el 37% (a diciembre de 2013). Sin duda, un
abanico muy amplio, pero en cualquier caso muy lejos del 4,7% que dio el último
informe oficial del Indec. Entre las fuentes académicas que dan información
están los estudios que desde 2003 realiza el Observatorio de la Deuda Social
(UCA), a través de su encuesta (EDSA) y desde una perspectiva multidimensional
del desarrollo humano. En este marco, algunos comunicadores sociales se han
servido de quimeras para descalificar la metodología del estudio.
Entre otros enredos, se afirma que la encuesta del
Observatorio de la UCA está orientada a poblaciones pobres y que por eso las
tasas de pobreza son más altas. Para avalar esta supuesta inconsistencia se
"mal informa" que el coeficiente de desigualdad de Gini que registra
el Observatorio es de 0,27, tildándolo de "escandinavo". ¡Ojalá fuera
así! Lamentablemente, cabe "bien informar" que el coeficiente de Gini
medido por la EDSA fue en el último trimestre de 2013 de 0,4077. Con igual
procedimiento, la EPH arroja para igual período un índice de 0,4073. Es decir,
sin diferencias significativas. Esto no implica negar las diferencias que
existen entre la EPH-Indec y la EDSA-ODSA-UCA. Ambas encuestas representan a
hogares urbanos y se intersectan, pero no representan a las mismas poblaciones.
La EDSA, aunque con menor cobertura nacional, cuenta con mayor representación
territorial al considerar aglomerados de menor tamaño que la EPH. Esto incide
poco a la hora de medir la desigualdad distributiva, aunque sí puede influir
cuando se trata de medir la pobreza, sea por ingresos o cualquier otro método
(en las ciudades más chicas y/o áreas suburbanas, el riesgo de pobreza
aumenta). Pero tampoco generaría diferencias relevantes -ni debate alguno- si
hubiera datos oficiales confiables. El Estado argentino tiene la obligación de
garantizar el pleno ejercicio de los derechos económicos, sociales, políticos y
culturales, y de esta forma asegurar un desarrollo social sustentable. La
desinformación estadística no ayuda a crear conciencia de la enorme deuda que
el Gobierno y la sociedad -en especial los más ricos y beneficiados por el
crecimiento- tienen con referencia al desafío de hacer un buen gobierno de los
recursos públicos y construir una sociedad más justa. La medición objetiva es
condición indispensable para la concreción de aquellos derechos. El autor es
sociólogo y coordinador del Observatorio de la Deuda Social (UCA tomado de nación
de ar
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