lunes, 14 de julio de 2014

FABRICAS DE MEDICAMENTOS PUBLICAS

 Cuba crea cuatro vacunas contra el cáncer: una  lección a las farmacéuticas que no será noticia
   José  Manzaneda
 Que Cuba haya desarrollado  ya cuatro vacunas contra diferentes tipos de cáncer es sin
 duda una noticia  importante para la Humanidad, si tenemos en cuenta que, según la Organización
 Mundial de la Salud, cada año mueren en el mundo, por esta enfermedad, cerca de
 8 millones de personas. Sin embargo, los grandes medios internacionales  la han ignorado casi por completo. En 2012 Cuba patentaba la primera  vacuna terapéutica contra el cáncer de pulmón avanzado a nivel mundial, la  CIMAVAX-EGF. Y en enero de 2013 se anunciaba la segunda, la llamada Racotumomab.  Ensayos clínicos en 86 países demuestran que estas vacunas, aunque no curan la  enfermedad, consiguen la reducción de los tumores y permiten una etapa estable  de la enfermedad, aumentando esperanza y calidad de vida. El Centro de  Inmunología Molecular de La Habana, perteneciente al Estado cubano, es el  creador de todas estas vacunas. Ya en 1985 desarrolló la vacuna de la meningitis   B, única en el mundo, y más tarde otras, como las que combaten la hepatitis B o  el dengue. Además, investiga desde hace años para desarrollar una vacuna contra  el VIH-SIDA. Otro centro estatal cubano, los laboratorios LABIOFAM, desarrolla medicamentos homeopáticos también contra el cáncer: es el caso del VIDATOX,  elaborado a partir del veneno del alacrán azul. Cuba exporta estos   fármacos a 26 países, y participa en empresas mixtas en China, Canadá y España.
 Todo esto rompe completamente un estereotipo muy extendido, reforzado por el  silencio mediático acerca de los avances de Cuba y otros países del Sur: que la  investigación médico-farmacéutica de vanguardia se produce solo en los países  llamados “desarrollados”. Indudablemente, el Estado cubano obtiene un  rendimiento económico de la venta internacional de estos productos  farmacéuticos. Sin embargo, su filosofía de investigación y comercialización  está en las antípodas de la práctica empresarial de la gran industria  farmacéutica. El Premio Nobel de Medicina Richard J. Roberts denunciaba  recientemente que las farmacéuticas orientan sus investigaciones no a la cura de  las enfermedades, sino al desarrollo de fármacos para dolencias crónicas, mucho  más rentables económicamente. Y señalaba que las enfermedades propias de los  países más pobres –por su baja rentabilidad- sencillamente no se investigan. Por  ello, el 90% del presupuesto para investigación está destinado a las  enfermedades del 10% de la población mundial. La industria pública  médico-farmacéutica de Cuba, aun siendo una de las principales fuentes de  divisas para el país, se rige por principios radicalmente opuestos.
 En  primer lugar, sus investigaciones van dirigidas, en buena parte, a desarrollar  vacunas que evitan enfermedades y, en consecuencia, aminoran el gasto en  medicamentos de la población. En un artículo en la prestigiosa revista Science,  los investigadores de Universidad de Stanford (California)  Paul Drain y Michele  Barry aseguraban que Cuba obtiene mejores indicadores de salud que EEUU gastando  hasta veinte veces menos. La razón: la ausencia –en el modelo cubano- de  presiones y estímulos comerciales por parte de las farmacéuticas, y una exitosa  estrategia de educación de la población en prevención de salud. Además,  las terapias naturales y tradicionales –como la medicina herbolaria, la acupuntura, la hipnosis y muchas otras-, prácticas poco rentables para los  fabricantes de medicamentos, están integradas desde hace años en el sistema de  salud pública gratuita de la Isla.
 Por otro lado, en Cuba los fármacos  son distribuidos, en primer lugar, en la red hospitalaria
 pública nacional, de  forma gratuita o altamente subsidiada -precisamente- gracias a los ingresos en
 moneda fuerte por sus exportaciones. La industria farmacéutica cubana,  además, apenas destina presupuesto al gasto publicitario que, en el caso de las  multinacionales, es superior incluso al invertido en la propia  investigación. Por último, Cuba impulsa la producción de fármacos  genéricos que pone a disposición de otros países pobres y de la Organización  Mundial de la Salud, a un precio muy inferior al de la gran industria mundial. Pero estos acuerdos, ajenos a las reglas del mercado, generan  fuertes presiones desde la industria farmacéutica. Recientemente, el Gobierno de  Ecuador anunciaba la compra a Cuba de un número importante de medicamentos, en “reciprocidad” por la becas a estudiantes ecuatorianos en la Isla y por el apoyo de especialistas cubanos en el programa “Manuela Espejo” para personas  discapacitadas. Las protestas de la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos  Ecuatorianos se convirtieron de inmediato en campaña mediática, difundiendo el mensaje de la supuesta mala calidad de los fármacos cubanos. Por otro  lado, numerosos analistas ven detrás del golpe de estado de Honduras, en 2009, a  la gran industria farmacéutica internacional, ya que el gobierno del depuesto  Manuel Zelaya, en el marco del acuerdo ALBA, pretendía sustituir la importación  de medicamentos de las multinacionales por los genéricos cubanos.
 El  bloqueo de EEUU a Cuba impone importantes obstáculos para la comercialización  internacional de los productos farmacéuticos cubanos, pero también perjudica  directamente a la ciudadanía de EEUU. Por ejemplo, las 80.000 personas  diabéticas que sufren en este país, cada año, la amputación de los dedos de sus  pies, no pueden acceder a la vacuna cubana Heperprot P, que precisamente las  evita. El Premio Nobel de Química Peter Agre afirmaba recientemente que “Cuba es un magnífico ejemplo de cómo se pueden integrar el conocimiento y la  investigación científica”. Irina Bokova, directora general de la UNESCO, decía  sentirse “muy impresionada” con los logros científicos de Cuba y mostraba la
 voluntad de esta organización de Naciones Unidas en promoverlos en el resto del  mundo. La pregunta es inevitable: ¿contará con la colaboración imprescindible de  los grandes medios internacionales para difundirlos? Tomado de envío de Hugo Vicino  

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