EL INTA DESARROLLÓ EL
PRIMER FUNGICIDA BIOLÓGICO DEL PAÍS
Se aplica de forma directa sobre semillas y controla más del
40% de los hongos del suelo que afectan al
trigo y otros cereales. Lo
comercializará la empresa argentina Rizobacter. Por primera vez, los
productores argentinos contarán con un nuevo bioinsumo para tratar las
enfermedades fúngicas que afectan al trigo y otros cereales de invierno. Se
trata de Rizoderma, un fungicida biológico desarrollado por científicos del
Instituto de Microbiología y Zoología Agrícola del INTA –Buenos Aires–, que
permite controlar aproximadamente un 40% de los hongos fitopatógenos del suelo
que reducen la emergencia de las plantas en el cultivo. Este producto, que se
aplica de forma directa sobre las semillas, llegará al mercado de la mano de la
empresa Rizobacter, con la cual el INTA firmó un convenio de vinculación
tecnológica. De acuerdo con ensayos realizados por la empresa sobre campos de
la región pampeana, tras la aplicación del biofungicida se registraron aumentos
del rinde de unos 190 kilos por hectárea.
A diferencia de otros productos de síntesis química, este
bioinsumo evita que se elimine la flora benéfica del suelo. “La ventaja de
emplear un producto biológico es que contribuye a restaurar el equilibrio del
suelo”, dijo Laura Gasoni, la especialista de INTA que encabezó la
investigación y que estudia el tema desde hace ya dos décadas.
¿Cómo actúa? Según
explicó la especialista, el control biológico de fitopatógenos puede actuar por
acción directa o indirecta. En el primer caso, el organismo benéfico ejerce
“una acción antagónica” sobre los fitopatógenos”; en cambio, si la acción es
indirecta, desencadena un mecanismo de defensa en la planta. En este caso
particular, Gasoni señaló que este producto es de acción directa, por lo que
permite “evitar el
ataque del patógeno a través de distintos mecanismos de
acción”. Por otra parte, sugirió realizar un tratamiento adecuado de las
semillas previo a la siembra para “asegurar una mayor emergencia de plantas y
mejor rendimiento”. En los ensayos en campo también, se comprobó la capacidad
del biofungicida para complementarse con otros productos químicos de uso común
en los cultivares de trigo. “En la mayoría de los casos, no se registraron incompatibilidades”,
afirmó Gasoni.
Un camino con buenos
logros
La especialista de INTA Castelar comenzó esta investigación
sobre control biológico de fitopatógenos hace 20 años en el marco de su tesis
doctoral. “En ese momento, el control biológico estaba en sus comienzos y no
estaba difundida su aplicación”, recordó. Actualmente, Gasoni destacó que las
investigaciones continúan, a partir de las experiencias en laboratorio y en
campo con el fin de prolongar la eficiencia del producto. Asimismo, “hay
proyecciones para extender el control biológico a otros cultivos como soja”,
anticipó la técnica, para lo cual será necesario “aislar un organismo benéfico
específico para el fitopatógeno a controlar y luego, desarrollar un insumo que
lo incluya”. Fuente: Prensa INTA – TOMADO DE ENVIO DE PREGON AGROPECUARIO DE AR
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