Bosawás, el corazón verde de los mayangnas Naturaleza.
Todavía sobrevuela los cielos con sus dos metros
de alas el águila arpía.
Abajo, los pumas, tigres y panteras recorren los suelos del extenso bosque que
sufre una depredación que lo condena a muerte Melvin Vargas | La cascada. En la
reserva natural Macizo de Peñas Blancas, en Bosawás, es notoria esta cascada,
que atrapa las miradas y roba los suspiros de los lugareños y de los
visitantes. MELVIN VARGAS / END Una culebra de agua serpentea en Bosawás, pero
cada vez lo hace más lento y con menos fuerza. El río Ulí va muriendo al ritmo
del despale que sufre Bosawás, declarada por la Unesco en 1997 como una Reserva
de la Biósfera mundial. La capital de Bosawás, un mundo mayangna, es Musawás,
ubicada a 20 kilómetros de Bonanza. En la zona hay casas de palma y de madera,
rodeadas de montañas llenas de vegetación que enseñan su rostro verde cuando
sale el sol. En Musawás están los mayangnas, los principales defensores de este
pulmón del planeta. Lo protegen de la deforestación y de los colonos. El
Consejo de Ancianos señala que el bosque y los mayangnas son uno solo y que si
uno de ellos muriera, el otro también. Los ancianos dicen que en el bosque
están las plantas medicinales, la carne y el agua de la que viven y por eso
tratan a la naturaleza como una madre. “Sin bosque sentimos que no somos
indígenas. Nosotros no estamos peleando por un área de potrero, no andamos
peleando por grandes extensiones de suelo, peleamos por esa riqueza de bosque y
tierra”, afirma Aricio Genaro, presidente de la nación Mayangna. El sistema de
agricultura de los mayangnas no degrada los suelos. Cultivan únicamente lo
necesario. Cada familia ocupa un área de dos a cinco manzanas. Allí siembran
una vez cada cinco años, de tal forma que la tierra descanse. TOMADO DE NUEVO
DIARIO DE NICARAGUA
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