domingo, 7 de septiembre de 2014

CON LUCRO PERO SUSTENTABLES

Compañías que definen su valor por su aporte social y ambiental
Sin abandonar el fin de lucro, las Empresas B se auto exigen que sus negocios generen un triple impacto Por Silvia Stang  | Ovis 21, una empresa cuyo modelo de negocios implica lograr una mayor rentabilidad para productores ovinos y una regeneración de pastizales en la Argentina, Chile y Uruguay. Foto: Archivo Tener las mejores empresas, no del mundo, sino para el mundo. Ése es el propósito que afirman tener quienes dirigen compañías que se proponen, desde el corazón mismo de sus negocios, dar respuestas a problemas sociales y ambientales sin dejar de lado el objetivo económico. Es la búsqueda de ese triple impacto lo que hace sostenible a un tipo de empresas que -al decir de sus impulsores- entienden que una nueva economía, en la cual se actúe desde la conciencia de ser parte de un planeta que capitalizó demasiadas necesidades, resulta no sólo necesaria, sino también posible."Se trata de una nueva identidad de mercado", define Pedro Tarak, cofundador y miembro del directorio de Sistema B, una organización que impulsa en América latina el desarrollo de Empresas B (por la denominación, en inglés, de las Benefit Corporations), que obtienen una certificación de la ONG global B-Lab, tras alcanzar determinados estándares en una evaluación que se actualiza periódicamente.En la concepción tradicional de empresa, relata Tarak, existe una responsabilidad en la gestión que está atada a los intereses de los accionistas. "El deber de cuidado privilegió a los accionistas y con el tiempo aparecieron reacciones, por ejemplo desde la ideología, para poner coto a ese ADN empresarial; ésa es la historia de los últimos 300 años -dice-. El sentido de una Empresa B es ampliar la responsabilidad, para dar cuidado a toda la cadena de valor, con la consideración de nuevas variables implicadas, como el largo plazo; y eso se exterioriza en la toma de decisiones." Para Tarak, que fundó la empresa Emprendia, de estrategias de comunicación y educación, no se trata de vivir una revolución, sino una evolución.La comercialización de yerba mate orgánica en un mercado no convencional para el producto, como Estados Unidos, es la actividad de Guayaki, "una empresa de personas que todos los días hacen algo con sentido", según la definió su fundador, Alex Pryor, en una charla que dio el jueves pasado en el evento de Sustainable Brands, un ciclo de conferencias que tuvo su primera versión porteña de la mano del Grupo de Comunicación Urban. Además de hacer que se consuma la infusión muy lejos del Río de la Plata, Guayaki tiene otra meta que, con la mira en el año 2020, busca cumplir desde su producción de yerba sombreada (las plantas crecen en el bosque) y que es parte esencial del negocio: dar protección a un área de 60.000 hectáreas en la Argentina, Brasil y Paraguay, y un ingreso por trabajo a 1000 familias de la zona, que viven en la marginalidad.Pryor, que vivió en California, cuenta que la firma Patagonia, nacida en ese estado norteamericano, fue para él una fuente de inspiración. Yvon Chouinard, fundador de esa Empresa B dedicada a la producción de indumentaria para actividades al aire libre, suele usar un paralelismo entre escalar una montaña y hacer negocios: dice que lo verdaderamente importante es el camino y no tanto la meta: "Cuando se llega a la cima de la montaña no hay nada, es plano", alecciona. Observar el camino Mirar cómo se hacen los negocios y saber quiénes están en el camino es algo ineludible si la empresa se plantea su compromiso con el planeta. Según afirmó en el evento de sustentabilidad Gonzalo Muñoz, fundador de la empresa chilena Triciclos y presidente de Sistema B, hay "preguntas difíciles" que en las firmas convencionales no suelen hacerse. Una de ellas es por qué algún insumo resulta muy barato. Lo que muchos prefieren no preguntarse, define Muñoz, es si detrás de ese precio hay mano de obra esclava o maltrato infantil. "Si las empresas se cuestionaran el cómo, tendríamos un mundo diferente", sentenció.

Un tema pendiente de las empresas que se proponen el triple impacto es el de su encuadramiento legal. En Estados Unidos, 28 estados aprobaron una figura especial para este tipo de compañías, que dejan constancia en sus estatutos de que su objeto social incluye el triple impacto. Como en la empresa comercial existe la responsabilidad de los ejecutivos de maximizar la ganancia del accionista, definir una nueva figura daría protección al objetivo más amplio, según explica Fernanda Mierez, socia del estudio jurídico Beccar Varela, que participa de un proyecto para dar ordenamiento legal al tema. Por ahora, dice, lo usual es que el compromiso social se formalice en acuerdos de accionistas. Una visión más amplia de los negocios puede ganar también espacio en compañías tradicionales, de las que no se espera que reconviertan su forma jurídica, pero que entienden que pueden dar un paso responsable. "No se trata de ganar plata de cualquier manera y donar una parte, sino de hacer algo desde la gestión y el propio negocio", define Matías Kelly, director de la ONG Ashoka, que entre sus objetivos tiene el de fomentar negocios con impacto, como los llamados "inclusivos", a través de los cuales las compañías integran a sus procesos habituales, acciones que benefician a grupos vulnerables, como puede ser la compra de insumos a emprendedores sociales.
Otro ejemplo concreto es la contratación de personas con discapacidad, algo que promueve en acuerdo con grandes firmas Inclúyeme.com, una empresa que obtuvo pocos días atrás su certificación B y que recibió impulso desde SociaLab, una organización que promueve oportunidades de negocios a partir de problemáticas sociales. Entre las empresas del tipo B (en la Argentina hay 28 que llevan el sello y en el mundo son 1104), se generan alianzas y un ecosistema propio. Patagonia está involucrada en un proyecto con Ovis 21 -una empresa con sede en Chubut que fomenta el desarrollo de productores ovinos-, para la regeneración de 6 millones de hectáreas de tierras en la Argentina, Chile y Uruguay, con un sistema de pastoreo sustentable.

"Yo siento la necesidad de integrar, de que la economía se mida por el bienestar de las personas, las comunidades y el planeta, y encontré una forma de hacerlo desde la micro", dice Tarak, que, como muchos, busca transitar por un camino con sentido, en el que la actividad laboral o empresarial no esté disociada de otros aspectos de la vida tomado de la nacion de ar

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