Compañías que definen su valor por su aporte social y
ambiental
Sin abandonar el fin de lucro, las Empresas B se auto exigen
que sus negocios generen un triple impacto Por Silvia Stang | Ovis 21, una empresa cuyo modelo de
negocios implica lograr una mayor rentabilidad para productores ovinos y una
regeneración de pastizales en la Argentina, Chile y Uruguay. Foto: Archivo Tener
las mejores empresas, no del mundo, sino para el mundo. Ése es el propósito que
afirman tener quienes dirigen compañías que se proponen, desde el corazón mismo
de sus negocios, dar respuestas a problemas sociales y ambientales sin dejar de
lado el objetivo económico. Es la búsqueda de ese triple impacto lo que hace
sostenible a un tipo de empresas que -al decir de sus impulsores- entienden que
una nueva economía, en la cual se actúe desde la conciencia de ser parte de un
planeta que capitalizó demasiadas necesidades, resulta no sólo necesaria, sino
también posible."Se trata de una nueva identidad de mercado", define
Pedro Tarak, cofundador y miembro del directorio de Sistema B, una organización
que impulsa en América latina el desarrollo de Empresas B (por la denominación,
en inglés, de las Benefit Corporations), que obtienen una certificación de la
ONG global B-Lab, tras alcanzar determinados estándares en una evaluación que
se actualiza periódicamente.En la concepción tradicional de empresa, relata
Tarak, existe una responsabilidad en la gestión que está atada a los intereses
de los accionistas. "El deber de cuidado privilegió a los accionistas y
con el tiempo aparecieron reacciones, por ejemplo desde la ideología, para
poner coto a ese ADN empresarial; ésa es la historia de los últimos 300 años
-dice-. El sentido de una Empresa B es ampliar la responsabilidad, para dar
cuidado a toda la cadena de valor, con la consideración de nuevas variables
implicadas, como el largo plazo; y eso se exterioriza en la toma de
decisiones." Para Tarak, que fundó la empresa Emprendia, de estrategias de
comunicación y educación, no se trata de vivir una revolución, sino una
evolución.La comercialización de yerba mate orgánica en un mercado no
convencional para el producto, como Estados Unidos, es la actividad de Guayaki,
"una empresa de personas que todos los días hacen algo con sentido",
según la definió su fundador, Alex Pryor, en una charla que dio el jueves
pasado en el evento de Sustainable Brands, un ciclo de conferencias que tuvo su
primera versión porteña de la mano del Grupo de Comunicación Urban. Además de
hacer que se consuma la infusión muy lejos del Río de la Plata, Guayaki tiene
otra meta que, con la mira en el año 2020, busca cumplir desde su producción de
yerba sombreada (las plantas crecen en el bosque) y que es parte esencial del
negocio: dar protección a un área de 60.000 hectáreas en la Argentina, Brasil y
Paraguay, y un ingreso por trabajo a 1000 familias de la zona, que viven en la
marginalidad.Pryor, que vivió en California, cuenta que la firma Patagonia,
nacida en ese estado norteamericano, fue para él una fuente de inspiración.
Yvon Chouinard, fundador de esa Empresa B dedicada a la producción de
indumentaria para actividades al aire libre, suele usar un paralelismo entre
escalar una montaña y hacer negocios: dice que lo verdaderamente importante es
el camino y no tanto la meta: "Cuando se llega a la cima de la montaña no
hay nada, es plano", alecciona. Observar
el camino Mirar cómo se hacen los negocios y saber quiénes están en el
camino es algo ineludible si la empresa se plantea su compromiso con el
planeta. Según afirmó en el evento de sustentabilidad Gonzalo Muñoz, fundador
de la empresa chilena Triciclos y presidente de Sistema B, hay "preguntas
difíciles" que en las firmas convencionales no suelen hacerse. Una de
ellas es por qué algún insumo resulta muy barato. Lo que muchos prefieren no
preguntarse, define Muñoz, es si detrás de ese precio hay mano de obra esclava
o maltrato infantil. "Si las empresas se cuestionaran el cómo, tendríamos
un mundo diferente", sentenció.
Un tema pendiente de las empresas que se proponen el triple
impacto es el de su encuadramiento legal. En Estados Unidos, 28 estados
aprobaron una figura especial para este tipo de compañías, que dejan constancia
en sus estatutos de que su objeto social incluye el triple impacto. Como en la
empresa comercial existe la responsabilidad de los ejecutivos de maximizar la
ganancia del accionista, definir una nueva figura daría protección al objetivo
más amplio, según explica Fernanda Mierez, socia del estudio jurídico Beccar
Varela, que participa de un proyecto para dar ordenamiento legal al tema. Por
ahora, dice, lo usual es que el compromiso social se formalice en acuerdos de
accionistas. Una visión más amplia de los negocios puede ganar también espacio
en compañías tradicionales, de las que no se espera que reconviertan su forma
jurídica, pero que entienden que pueden dar un paso responsable. "No se
trata de ganar plata de cualquier manera y donar una parte, sino de hacer algo
desde la gestión y el propio negocio", define Matías Kelly, director de la
ONG Ashoka, que entre sus objetivos tiene el de fomentar negocios con impacto,
como los llamados "inclusivos", a través de los cuales las compañías
integran a sus procesos habituales, acciones que benefician a grupos
vulnerables, como puede ser la compra de insumos a emprendedores sociales.
Otro ejemplo concreto es la contratación de personas con
discapacidad, algo que promueve en acuerdo con grandes firmas Inclúyeme.com,
una empresa que obtuvo pocos días atrás su certificación B y que recibió
impulso desde SociaLab, una organización que promueve oportunidades de negocios
a partir de problemáticas sociales. Entre las empresas del tipo B (en la
Argentina hay 28 que llevan el sello y en el mundo son 1104), se generan
alianzas y un ecosistema propio. Patagonia está involucrada en un proyecto con
Ovis 21 -una empresa con sede en Chubut que fomenta el desarrollo de
productores ovinos-, para la regeneración de 6 millones de hectáreas de tierras
en la Argentina, Chile y Uruguay, con un sistema de pastoreo sustentable.
"Yo siento la necesidad de integrar, de que la economía
se mida por el bienestar de las personas, las comunidades y el planeta, y
encontré una forma de hacerlo desde la micro", dice Tarak, que, como
muchos, busca transitar por un camino con sentido, en el que la actividad
laboral o empresarial no esté disociada de otros aspectos de la vida tomado de
la nacion de ar
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