LA POBREZA PONE EN
PELIGRO A LA DEMOCRACIA Por Víctor Beker
La frase que titula esta nota se la escuché a mi colega y
amigo Javier González Fraga y me llamó la atención. En general, hay mucho
escrito sobre la causalidad inversa: la democracia como condición para el
desarrollo y la prosperidad de los países.
Por tanto, me aboqué a buscar los elementos que pueden
abonar esa tesis. No hay muchos trabajos escritos sobre el tema, pero los pocos
que hay son bastante contundentes. En particular, un estudio realizado por el
renombrado politólogo Adam Przeworski, junto con otros colegas, analizó el tema
tomando en consideración una muestra de 135 países entre 1950 y 1999, o sea, un
total de 6750 observaciones (135 países multiplicados por 50 años). De las 1335
observaciones correspondientes a naciones con un ingreso per cápita inferior a
1000 dólares, sólo aparecen 142 que corresponden a regímenes democráticos,
apenas el 10%. En otras palabras, es muy raro encontrar democracia en países
pobres. Se podrá argumentar que el fascismo y el nazismo surgieron en países
desarrollados. Es cierto, pero ello ocurrió cuando importantes sectores de la
población quedaron sumidos en el desempleo y la miseria. Hoy mismo se insinúan
tendencias antidemocráticas en países europeos fuertemente golpeados por la
crisis de la eurozona. Esto no debería llamar la atención. Sólo indica que la
democracia no se encuentra entre las necesidades básicas de la población. Sólo
cuando éstas están cubiertas, el régimen institucional pasa a ser una
preocupación. En el mismo estudio, aparece que de 880 observaciones
correspondientes a países con más de 8000 dólares de ingreso per cápita, sólo
147 correspondieron a regímenes dictatoriales. La explicación que dan los autores es que en
los países prósperos hay mucho que perder si se abandona la democracia. En las
naciones pobres, la mayoría de la población tiene poco que perder. Más aún, si
el régimen dictatorial genera alguna mejora en los ingresos de los sectores más
postergados hay pocas razones para añorar la democracia. Una dictadura
populista tiene mucho más atractivo que una democracia que no mejora la suerte
de las mayorías. Por tanto, el gran desafío para la democracia es precisamente,
para sobrevivir, ser capaz de reducir y eliminar la pobreza. Éstas no son meras
reflexiones teóricas. En la Argentina, tenemos alrededor de un 25% de la
población por debajo de la línea de pobreza. O sea, unos 10 millones de
habitantes. Y la Argentina es un caso bastante particular. En el estudio
mencionado, aparece señalada en un par de ocasiones. Por un lado, ninguna
democracia en el mundo cayó en un país que tuviera un ingreso per cápita
superior al que tenía nuestro país en 1975. O sea que somos el país con más
alto ingreso per cápita entre los que pasaron de democracia a dictadura. Por
otro lado, de los 135 países analizados, 29 experimentaron sólo una transición
-de democracia a dictadura, o viceversa- durante los 50 años bajo estudio, 12
países experimentaron dos, cinco sufrieron cuatro, tres tuvieron cinco, dos
atravesaron seis y uno tuvo ocho: ¡la Argentina!
Tampoco esto debería causar asombro. Es sabido que nuestro
país se destaca por adolecer de marcada fragilidad institucional.
De todo lo anterior surge que combatir la pobreza no sólo
debe ser un objetivo en sí mismo, sino que, además, es una de las contribuciones
más eficaces al robustecimiento de la democracia. Como dijo el papa Francisco:
"Los pobres no pueden esperar". TOMADO DE ENVIO DE ESCENARIOS
ALTERNATIVOS
No hay comentarios:
Publicar un comentario