sábado, 22 de noviembre de 2014

43 DESAPARECIDOS EN MÉXICO - SE CALMA JUSTICIA

 México se moviliza y pone a Peña Nieto sobre aviso Decenas de miles de personas salieron a las calles en lo que podría ser la mayor crisis en dos años de gobierno Una silueta y miles de manifestantes, anteanoche,
en el Zócalo de Ciudad de México. Foto: EFE
Mucho más que solo ira: el caso destruyó la confianza social  MÉXICO.- "¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!" El grito se escuchó multiplicado por miles en el Zócalo de México, la emblemática plaza mayor de la capital, y dejó en evidencia lo que muchos consideran la mayor crisis del gobierno de Enrique Peña Nieto desde que asumió el poder hace dos años. Fueron 30.000 personas las que inundaron el Zócalo en las protestas de anteanoche, y otras miles las que salieron con la misma determinación en los estados de Guerrero, Puebla, Chihuahua, Morelos, Oaxaca, Veracruz y Baja California, en una jornada de marchas concertadas para exigir paz y justicia a un gobierno sin respuestas. Todos los manifestantes sintonizaron la misma canción de protesta: el reclamo por los 43 estudiantes desaparecidos hace dos meses en Guerrero, presumiblemente ejecutados por sicarios del narcotráfico que operaron en brutal alianza con la policía y las autoridades. "No vamos a descansar hasta encontrar a los muchachos o hasta que nos los entreguen, porque estamos seguros de que saben dónde están", dijo Felipe Cruz, padre de uno de los desaparecidos, desde una tribuna en el Zócalo. Los padres encabezaron las manifestaciones luego de llegar en tres caravanas que recorrieron en los últimos días varias regiones del país en busca de ayuda. En su mayoría vestidos de negro, los manifestantes caminaron hacia el Zócalo mientras alzaban banderas mexicanas pintadas de negro en señal de duelo, fotografías de los 43 desaparecidos y carteles con leyendas de "Ya me cansé" y "Fue el Estado". Era el día en que se celebraba el 104° aniversario de la Revolución Mexicana. "Nosotros no sólo ya nos cansamos, ya estamos hasta la madre de este gobierno", clamó una estudiante de 21 años que dijo haber viajado desde Guerrero y que, señal de los tiempos, no quiso dar su nombre por temor a represalias. Tenía buenas razones para temer: el 26 de septiembre pasado, la policía de la ciudad de Iguala atacó a un grupo de estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa y se los entregó en mano a los gatilleros del cartel Guerreros Unidos, al parecer por órdenes del alcalde del pueblo. La orden inicial era evitar que los estudiantes empañaran con una protesta un acto que iba a encabezar su mujer, también funcionaria municipal.
Aunque las investigaciones apuntan a que los jóvenes fueron ejecutados e incinerados por los sicarios del narco, los padres aseguran que siguen secuestrados y exigen continuar la búsqueda. Los agentes federales enviados a la zona realizaron detenciones, obtuvieron confesiones y finalmente dieron con los supuestos restos de los estudiantes. Esos restos son ahora analizados en un laboratorio de Austria para confirmar si se trata de ellos. La marcha del Zócalo fue en gran medida pacífica, al contrario de otras protestas recientes que terminaron con la quema de edificios de gobierno en Guerrero. Siempre que desconocidos enmascarados intentaban unirse a la concentración, los asistentes se lo impedían con cánticos de "¡Violencia no!" y "¡Fuera las máscaras!". Sobre el final de la marcha, un grupo de 200 encapuchados se salió con la suya y se enfrentó a los agentes antimotines mientras trataban de bloquear un acceso al aeropuerto internacional. También lanzaron bombas molotov contra la fachada del Palacio Nacional, que da al Zócalo, pero fueron contenidos por la policía y al cabo de unas horas 31 personas terminaron la velada infernal bajo arresto.
Lo último que quería el grueso de los manifestantes y sus compañeros del dolor en otras ciudades era agregar una cuota más a la violencia e impunidad de la que ya son víctimas. Pese a los avances que exhibe el país en otras materias, como las reformas en educación y energía que impulsó Peña Nieto y una economía abierta y en crecimiento, la inseguridad, el narcotráfico y la corrupción siguen invictos en su lucha contra las instituciones, la sociedad y el bien común. "Quiero que renuncie Peña Nieto -dijo una manifestante que llevaba un cartel con esa misma consigna-. Todo es parte de la corrupción. Los que tenemos hijos queremos dejarles algo, por lo menos, el ejemplo de que levantando la voz podemos hacer mucho y podemos hacer que escuchen." Entre carteles, pintadas y gritos se repetía la misma demanda contra la desidia, ineptitud o complicidad que se les atribuía a las autoridades mexicanas. La bronca se sintetizaba en dos palabras: "¡Fuera Peña!". Hasta ahora fueron detenidas 76 personas, incluidos el alcalde de Iguala y su mujer, considerados los autores intelectuales de las desapariciones de los estudiantes. Pero el número de víctimas relacionadas con el narcotráfico es de 80.000 muertos y 22.000 desaparecidos desde 2006, cuando el ex presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar continuada por Peña Nieto. Con las calles del país llenas de manifestantes, Peña Nieto mantuvo anteayer su agenda oficial y celebró dos ceremonias de condecoración a militares, aunque el gobierno se vio obligado a suspender el tradicional desfile que iba a tener lugar en el Zócalo por el aniversario de la Revolución Mexicana. El presidente afirmó que su gobierno "no cejará" los esfuerzos para que impere el Estado de Derecho y la justicia, y condenó la violencia "cualquiera que sea su origen". México "está dolido, pero el único camino para aliviar este dolor es el de la paz y la justicia", agregó. Fuera del país, se celebraron actos de solidaridad con los estudiantes desaparecidos en ciudades como Santo Domingo, San Pablo, Santiago de Chile, Lima y San Salvador. También hubo voces de protesta en Washington, donde cientos de mexicanos exigieron justicia por los estudiantes en una concentración ante la Casa Blanca, en una vigilia donde se enarbolaron carteles con idénticas demandas a las del Zócalo y del resto de los mexicanos que sufren en silencio.
Del editor: cómo sigue. No sólo Peña Nieto, sino todo el Estado mexicano están bajo presión para hacer algo que hasta hoy casi ni hicieron: dar respuesta al clamor social. Tomado de nación de ar 

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