miércoles, 24 de diciembre de 2014

LOS ARBOLES DE ASUNCIÓN DEL PARAGUAY abandonados a su suerte


 Los árboles de Asunción están abandonados a su suerte El Comité Sectorial del Medio Ambiente, de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI), designó a Asunción “Capital Verde de Iberoamérica”, por superar a las demás en porcentaje de áreas abiertas públicas por habitante: 26 metros cuadrados por cada uno. Quienes crean que algo de esto es mérito de los intendentes asuncenos, va por el camino más equivocado. El mérito de que la capital paraguaya figure entre las que más espacios abiertos posee se debe a que esta ciudad está bendecida con un suelo fértil, un clima benigno, agua en cantidad y en proporciones ideales, de tal suerte que todo el mérito del título recibido por Asunción se lo debemos a la naturaleza y a nadie más que a ella. Más aún, debería decirse que Asunción es todavía verde a pesar de sus intendentes, porque es evidente que, si existe un aspecto de la ciudad que no consiguió despertar el interés personal de quienes se sucedieron en ese cargo en las últimas décadas, es este del cuidado e impulso del ornato natural de nuestra capital.
EDITORIAL DE ABC COLOR
Recientemente en Buenos Aires, los miembros del Comité Sectorial del Medio Ambiente, de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI), votaron unánimemente por Asunción para designarla “Capital Verde de Iberoamérica”. Explican que el honor nos correspondió por superar a las demás en porcentaje de áreas abiertas públicas por habitante: 26 metros cuadrados para cada uno.
 Quienes crean que algo de esto es mérito de los intendentes asuncenos, va por el camino más equivocado. El mérito de que la capital paraguaya figure entre las que más espacios abiertos posee se debe a que esta ciudad está bendecida con un suelo fértil, un clima benigno, agua en cantidad y en proporciones ideales, de tal suerte que todo el mérito del título recibido por Asunción se lo debemos a la naturaleza y a nadie más que a ella.
Más aún, debería decirse que Asunción es todavía verde a pesar de sus intendentes, que no movieron ni mueven un dedo para impedir que muchos barrios, otrora amables para las residencias y la vida de vecindario, perdieran para siempre su aspecto lozano por causa de la contaminación, el polvo de la demolición o la construcción, del negro del asfalto y del gris del hormigón, materiales quizás inevitables en el proceso de crecimiento de una ciudad, aunque a condición de que se den en su medida equilibrada, que estén donde deben estar y no en todas y cualquier parte.
Es evidente que, si existe un aspecto de la ciudad que no consiguió despertar el interés personal de los intendentes que en las últimas décadas se sucedieron en Asunción, es este del cuidado e impulso del ornato natural de calles, avenidas, paseos, plazas y parques, particularmente en lo que hace a la vegetación ornamental.
La Municipalidad capitalina no realiza ningún esfuerzo en favor de la arborización de sus espacios públicos, ni siquiera en la conservación de los antiguos ejemplares que aún perviven en calles, avenidas y paseos, tarea sencilla y de bajo costo, que no logra ser cumplida en lo más mínimo y elemental, cual es, por ejemplo, la poda anual oportuna, la sanitación y la sustitución de los ejemplares viejos o enfermos.
Los árboles de las avenidas más transitadas de la ciudad crecen y se cuidan a sí mismos. Con frecuencia los obreros de la ANDE los parten por la mitad o les descabezan, dejando a cargo de la naturaleza recomponerlos. Algunos particulares resuelven eliminar árboles de las veredas, frente a sus residencias, por motivos personales. Algunas empresas publicitarias atacan los árboles que obstaculizan sus carteles hasta secarlos.
Al contrario, hay también mucha gente que los planta y cuida para obtener el beneficio de sus sombras, bien tan preciado en este tórrido país, en el que la cobertura vegetal no se limita a constituir apenas un adorno, sino una necesidad ambiental y sanitaria. Pero los que luchan por la vegetación ornamental no tienen la fuerza necesaria para superar a los enemigos de ella ni a la indiferencia municipal.
A lo largo de estos años, las administraciones comunales asuncenas se desentendieron casi por completo del cuidado de plantas y árboles en los espacios públicos. Esto no obsta, por supuesto, a que la Municipalidad mantenga sus direcciones, departamentos y oficinas de “medio ambiente” colmados de funcionarios Paseando por Asunción, una cosa queda muy clara: los funcionarios municipales encargados del ornato vegetal, de la arborización y del ordenamiento estético carecen de la ínfima idea acerca de las exigencias de la botánica y del paisajismo urbano. Por eso es que sería muy interesante que se informe a la ciudadanía asuncena cuánto gasta la Municipalidad del dinero público para mantener esas oficinas y esos funcionarios, con sus vehículos, materiales y otros costos.  ¿Podría dar el titular de la “División de Medio Ambiente, Limpieza Pública y Ornato” de la Municipalidad de Asunción un informe de lo que hizo por la ciudad en la materia que nos ocupa, en estos últimos cuatro años? ¿Qué concertó con los directivos de ANDE, de Copaco, de las agencias publicitarias y otros particulares que constantemente interfieren negativamente en la labor de cuidar la vegetación de la ciudad? Debería explicar, al menos, cómo es que, existiendo una ordenanza que sanciona el derribo, tala o secamiento de árboles, no se conoce un solo caso que haya servido para impedir la perpetración diaria de este mal endémico de nuestra capital.
Los taladores no tendrían que poder cortar una sola rama de un árbol asunceno sin la autorización expresa de la autoridad comunal, y bajo vigilancia personal de sus técnicos agrónomos. Pero ocurre que el intendente de Asunción y sus gerentes o directores carecen de autoridad para enfrentar a los depredadores, y de capacidad para vigilar, impedir, imponer sanciones u obligar a reponer los daños que se causan al ornato natural público capitalino. Además de indiferentes e inoperantes son, por consiguiente, impotentes. No obstante, el galardón de la “Capital Verde de Iberoamérica” debe ser bienvenido para esta ciudad, pero a condición de tener presente que es en extremo generoso, quizás porque proviene de un mero cálculo aritmético y no del examen cuidadoso de la realidad. Si Asunción no va a perder fácilmente su vegetación será gracias a la benevolencia de la naturaleza, no de los funcionarios municipales. La verdad es que, si hay que confiar en los esfuerzos de estos, lo verde en nuestras calles, avenidas, paseos y plazas duraría solamente el tiempo que su vegetación complete su ciclo natural de existencia, pues árboles y jardines están, en Asunción, abandonados a su suerte. TOMADO DE ABC DE PARAGUAY 

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