ARGENTINA FESTEJA EL NUEVO AÑO LIBRE DE GRASAS TRANS
Con la entrada en vigor de una norma que prácticamente
prohíbe las grasas “trans” en los alimentos industriales, Argentina comienza
2015 con buenos augurios de salud para su población. Ahora el desafío es que el
sector incorpore las nuevas reglas, en un proceso de adaptación que comenzó
hace seis años.
Por Fabiana Frayssinet
Medialunas con café
con leche, un clásico desayuno en Argentina, en un típico bar de Buenos Aires.
Desde ahora, estos cruasanes deberán estar libres de grasas trans en el país.
“Es un paso importante para avanzar en la prevención de
enfermedades cerebrovasculares y cardíacas porque según se comprobó estas
grasas son perjudiciales a la salud, aumentando el colesterol malo (LDL) y
disminuyendo el bueno (HDL)”, destacó a IPS la especialista Lorena Allemandi,
directora del área de políticas de alimentación saludable de la Fundación Interamericana
del Corazón – Argentina (FIC).
La norma, vigente desde el 10 de diciembre dentro del Código
Alimentario, restringe el contenido de ácidos grasos trans (AGT) en los
alimentos procesados, estipulando que no debe superarse dos por ciento del
total de grasas en aceites vegetales y margarinas destinados al consumo directo
y cinco por ciento del total de grasas en el resto de los alimentos.
Basado en diferentes estudios, el Ministerio de Salud
asegura que solo con esta medida, Argentina puede llegar a ver reducida en seis
por ciento la frecuencia de enfermedades coronarias, tan solo en cuatro o cinco
años.
Políticas contra males modernos
La eliminación de las grasas trans de los alimentos
procesados en Argentina, se suma a otras políticas públicas destinadas a
reducir el consumo de sal y el tabaquismo, además de incrementar la actividad
física.
“Hoy somos más obesos y sedentarios que nuestros abuelos.
Hubo cambios multidimensionales. Ellos comían menos comida industrializa, más
comida casera, la vida era distinta. Había más tiempo para cocinar y la gente
se movía más. Hubo cambios sociales y culturales muy profundos”, recordó
Sebastián Laspiur, en referencia a los factores de riesgo de la era actual.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) con solo
consumir cinco gramos diarios de ácidos grasos trans, aumenta en 25 por ciento
el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
Por esto, en 2008, se lanzó a nivel continental en Río de
Janeiro la iniciativa “Las Américas libres de grasas trans”, para su
sustitución en la producción alimentaria, a la que adhirieron importantes
empresas.
Eso implica salvar 1.500 vidas, prevenir unos 2.800 infartos
cardíacos y más de 5.000 episodios coronarios por año, señaló Sebastián
Laspiur, director de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No
Transmisibles del Ministerio de Salud.
Además se estima que ahorrará al sistema sanitario nacional
hasta 100 millones de dólares en complicaciones y tratamientos
cardiovasculares, agregó en entrevista con IPS.
Algo aún más importante, adujo, favorecerá la inclusión
social, al beneficiar particularmente “a los sectores más vulnerables, que son
los que suelen consumir alimentos con más grasas trans, por ser más económicos
y tener a veces menos acceso a otro tipo de alimentos”.
Los AGT, conocidos popularmente como grasas trans, se
generan en el proceso de hidrogenación de aceites vegetales líquidos para
formar grasas semisólidas, que se usan mayormente en alimentos elaborados
industrialmente, especialmente la bollería.
“Se pensaba que eran mejores (que las grasas animales), pero
con los años aparecieron estudios y a fines de los 90 no había dudas que eran
dañinas para la salud”, recordó Laspiur.
Argentina es el tercer país del mundo, detrás de Dinamarca y
Suiza, en declararse libre de las grasas trans, y el primero del Sur en
desarrollo. Chile está en un camino similar, que completará en 2016.
El proceso argentino comenzó el 3 de diciembre de 2010,
cuando se dio un tiempo de adecuación de dos años para aceites vegetales y
margarinas, y de cuatro años para los demás alimentos, que venció el 3 de
diciembre.
Pero ya desde el 2006 era obligatorio informar en las
etiquetas de los alimentos el porcentaje de AGT que contenían.
Por eso Laspiur evalúa que con esa adaptación, una “amplia
colaboración” de la industria y el control de las autoridades de vigilancia
alimentaria, no habrá problemas para que la nueva norma sea cumplida
plenamente.
Un estudio del FIC, realizado en 2013 entre 878 productos de
las principales marcas que se venden en los supermercados, detectó que 42
todavía superaban el límite establecido, entre otros los baños de repostería,
alfajores, barritas de cereales y productos de panadería.
La incorporación de las grasas trans en los alimentos se
generalizó porque ayudó a reducir costos, además de otras “ventajas
industriales” como la mejor conservación de los alimentos en épocas calurosas,
la extensión de su vida útil o que no se derritan las coberturas de dulce,
recordó Allamandi.
Por eso consideró un desafío la implementación en la pequeña
y mediana industria, y el control no solo de las autoridades sanitarias sino
también de la sociedad civil.
“Factores de riesgo golpean más fuertemente en sectores más
vulnerables y este tipo de política va en esa línea. El desafío será la pequeña
y mediana empresa porque hay muchas que están en interior de país o llegan a
sectores más vulnerables porque son más baratas. Será importante que estas
industrias lo acaten y cumplen”, enfatizó la especialista.
Otro reto será su aplicación en industrias artesanales como
las panaderías y productos como “facturas”, el nombre en Argentina de
panificados dulces como las medialunas (cruasanes).
Laspiur admitió que en la pequeña industria la fiscalización
es más difícil. Pero al mismo tiempo, consideró que habrá una incorporación
indirecta de la norma.
“Las pequeñas industrias como panaderías, elaboran sus masas
y facturas con margarinas y coberturas que compran a la industria más grande,
que a su vez no puede comercializar margarinas con grasas trans”, detalló. Por
consiguiente, “no tendrán esos insumos, porque sus proveedores ya los habrán
eliminado”, adujo.
Además, aseguró el alto funcionario, el gremio panadero ya
colabora con otras políticas de salud, como la de disminuir riesgos de hipertensión
arterial mediante la reducción de la sal en sus productos.
Lo mismo anticipó para las cadenas de comida rápida, que
utilizan insumos de proveedores externos en dulcería y panes.
Las alternativas saludables para sustituir los AGT, dependen
de cada producto. Entre otras se recomiendan aceites vegetales y si no es
posible, se prefiere grasa animal saturada.
Institutos públicos contribuyen paralelamente a encontrar
alternativas de bajo costo al aceite hidrogenado.
Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET) trabajan en dos estrategias dentro del grupo
de Biomateriales para Estructurar Alimentos del Instituto de Tecnología en
Polímeros y Nanotecnología.
La primera es el uso de una nueva variedad de girasol, el
alto esteárico alto oleico, que permite obtener grasas sólidas, y la segunda es
la producción de geles proteicos a partir de emulsiones estabilizadas por
proteínas.
“La ventaja principal de las alternativas que investigamos
es que son materias primas muy abundantes en el país. Desde el punto de vista
de la salud, el girasol alto esteárico alto oleico posee como ácido graso
saturado mayoritario el ácido esteárico que es considerado neutro en lo que se
refiere a niveles de colesterol sanguíneo”, explicó a IPS la directora del
grupo, Lidia Herrera.
“La producción de geles proteicos permite tener productos
sólidos empleando materias grasas líquidas que pueden contener ácidos grasos
esenciales para la salud y de esta manera no consumiríamos ni ácidos grasos
saturados ni trans”, agregó.
El próximo paso es hacer estos ensayos a nivel piloto, para
escalar sus resultados hasta la fase industrial.
“No tenemos un estudio de costos pero al ser materias primas
argentinas va a ser más sencillo para nuestros industriales acceder a estos
productos. De todas formas los procesos involucrados no necesitan alta
tecnología con lo que debería ser comparable a importar palma”, sostuvo.
Muchas industrias emplean materias grasas interesterificadas
que se obtienen empleando enzimas caras o fracciones de aceite de palma
importadas. “Dado que somos un país productor de materias primas es una ventaja
poder emplear las nuestras”, añadió Herrera.
Por lo pronto los argentinos pueden estar tranquilos de que
seguirán comiendo medialunas. “Si son libres de grasas trans no desaparecerán”,
garantizó Allemandi. Editado por Estrella Gutiérrez
Fuente: Agencia IPS tomado de envio de pregon agropecuario
de ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario