Basura cero: imitando a la naturaleza Eduardo Giesen: | La
enorme magnitud y multidimensionalidad de la crisis de la basura se expresa en
la contaminación de cuerpos de agua dulce y océanos, aire y suelos, provocando
enfermedades y muertes (afectando a veces comunidades enteras), marginalidad
social, destrucción de ecosistemas, paisajes y patrimonio cultural; e
indirectamente en una indiscriminada y depredadora extracción de recursos
naturales y energéticos. La basura es quizás el mejor reflejo de la sociedad
humana y su relación con la naturaleza. La gigantesca crisis socio-ambiental
que conlleva responde tanto a los patrones de producción y consumo dominantes,
que derivan en una generación de residuos difícil de dimensionar incluso en el
nivel local, como a los nefastos sistemas de manejo implementados, que muchas
veces tienden incluso a incentivar el aumento de los residuos en lugar de
reducirlos. La enorme magnitud y multidimensionalidad de la crisis de la basura
se expresa en la contaminación de cuerpos de agua dulce y océanos, aire y
suelos, provocando enfermedades y muertes (afectando a veces comunidades
enteras), marginalidad social, destrucción de ecosistemas, paisajes y
patrimonio cultural; e indirectamente en una indiscriminada y depredadora
extracción de recursos naturales y energéticos. Por esto, las políticas e
instrumentos para el manejo de residuos deben ser capaces de responder
integralmente a esta crisis, y enfrentarla desde nuevos enfoques de gestión
pública, que respondan también a nuevos paradigmas sociales, con una mirada
distinta sobre los residuos, pero también con una cabal comprensión de la
naturaleza y una relación armoniosa con ella. Basura Cero: imitando a la naturaleza Desde un conjunto global y
creciente de movimientos sociales y gobiernos locales, se promueve y desarrolla
activamente el concepto de Basura Cero, que apunta a disminuir gradualmente la
basura llevada a disposición final (o incineración), estableciendo para ello metas
concretas. Más allá de la simple mención o difusión de las conocidas 3R
(reducir-reusar-reciclar), se plantea modificar los hábitos de consumo y
aumentar la conciencia y la responsabilidad socio-ambiental de los ciudadanos,
así como cortar las lógicas de obsolescencia programada y percibida impuestas
por la industria para acelerar la eliminación y reemplazo de productos por
parte de los consumidores. Bajo el enfoque de Basura Cero, se busca transformar
el sistema lineal de extracción, producción, distribución, consumo y descarte,
tendiendo hacia un sistema circular en el que –como en el ciclo natural de la
energía y los materiales- los residuos sean reincorporados de manera amigable
en la naturaleza o en la sociedad, mediante su reutilización o reciclado, sean
estos orgánicos o inorgánicos. Los componentes de un Programa de Basura Cero,
incluyen, por distintos actores y en distintos niveles de gestión: Eco-diseño
de productos (libres de materiales tóxicos o no-reciclables) Responsabilidad
Extendida de Productores sobre el destino y costo de tratamiento de los
residuos Promoción de la reducción del consumo y los desechos Separación en el
origen y Recolección puerta a puerta de productos reutilizables y materiales
reciclables Reutilización y reparación de bienes desechados Reciclaje de
residuos sólidos secos Tratamiento sustentable de residuos orgánicos:
lombricultura, compostaje o biodigestión Participación social efectiva en la
gestión y en los beneficios del tratamiento de los residuos, especialmente el
reconocimiento y la dignificación del trabajo de los recicladores de base. Las
claves del éxito de los planes de Basura Cero son la voluntad y decisión de las
autoridades políticas, un activo involucramiento ciudadano y una genuina
responsabilidad privada. La ley chilena
para el reciclaje El pasado 15 de enero, la comisión de Medio Ambiente de
la Cámara de Diputados aprobó el proyecto de la llamada Ley de Fomento al
Reciclaje, con lo que pasó a la Comisión de Hacienda de la Cámara y luego al
Senado. Esta ley se comenzó a tramitar durante el gobierno de Piñera bajo la
denominación de REP (Responsabilidad Extendida del Productor), el que sin duda
es un componente importante en la lucha contra la basura, pero daba cuenta de
un enfoque casi exclusivamente privado-productivo en la gestión de residuos,
dejando de lado a los actores sociales y locales. De hecho, en el ámbito de la
REP, el proyecto de ley establece metas de recolección y valorización a los
fabricantes e importadores de nueve productos prioritarios: aceites
lubricantes, aparatos eléctricos y electrónicos; diarios, periódicos y
revistas; envases y embalajes, medicamentos, neumáticos, pilas y baterías,
plaguicidas caducados y vehículos. No obstante, gracias a la intervención de
organizaciones sociales, entre ellos el Movimiento Nacional de Recicladores, se
introdujo en el texto legal una orientación más amplia, orientada –bajo el
concepto de inclusión social- a la consideración y participación de actores no
empresariales –específicamente los recicladores de base- como “gestores” de
residuos, pudiendo beneficiarse de los recursos que los mecanismos de la propia
ley generan para el manejo adecuado de los residuos. El
riesgo de la incineración Por otro lado, a pesar de la opinión contraria de
los actores sociales consultados, el proyecto de ley deja abierta la
posibilidad de la incineración de residuos y sus tecnologías derivadas
(pirolisis, gasificación, plasma y similares) con generación de energía
(“waste-to energy”), rechazadas en todo el mundo por comunidades y
organizaciones de justicia ambiental debido s sus riesgos e incentivos
perversos en materia de generación y tratamiento de residuos. Particularmente,
como ha ocurrido de manera desastrosa en otros países, como México, es la
industria cementera la que con mayores ansias espera la posibilidad de utilizar
la basura urbana como combustible en sus hornos; y nunca faltan las autoridades
irresponsables e inescrupulosas que, a cambio de liberarse de un gran problema
–la generación de residuos- y evitando enfrentarlo de manera radical,
responsable y participativa, actúan negligentemente, se subordinan a intereses
corporativos y ponen en riesgo la salud y la vida de comunidades enteras. Voluntad política y movimiento social En
definitiva, la buena o mala aplicación de esta ley, como la de tantas otras,
depende tanto de las interpretaciones como de la voluntad política de los
ejecutores de la política pública, y en este caso la responsabilidad recae
fundamentalmente en los Municipios, en particular los alcaldes del país. De
ellos –los gobiernos comunales-, en conjunto con las autoridades políticas y
sectoriales del país, dependerá que los recursos y mecanismos contemplados en
esta ley (aun en trámite parlamentario) sirvan efectivamente para generar
cambios positivos en la tendencia de generación y tratamiento de residuos, así como
en la consecuente calidad ambiental y natural. Nuestra tarea, la de las
organizaciones sociales y comunidades, es fortalecer nuestras capacidades para
enfrentar las iniciativas que atentan contra la calidad de vida y la
sustentabilidad en nuestros territorios, y para demandar y desarrollar
directamente políticas justas y sustentables, como las estrategias y planes de
basura cero. TOMADO DE UCHILE POR SUGERENCIA DE ENVIO DE BOLETIN GAL
No hay comentarios:
Publicar un comentario