sábado, 14 de febrero de 2015

RESERVA DE BIOSFERA SIERRA DEL ROSARIO EN CUBA


 Brújula para conservar la biodiversidad
Aprobada por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) el 15 de febrero de 1985, la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario fue la primera de las seis proclamadas con esa condición hasta ahora en Cuba en virtud de sus riquezas naturales
Autor: Orfilio Peláez | Con una extensión de 25 000 hectáreas, la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario resulta emblemática por la belleza del paisaje y la participación de la comunidad en el cuidado de sus valores ecológicos. Foto: Julio Larramendi
Ubicada en la parte más oriental de la Cordillera de Guaniguanico, la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario ocupa un área de 25 000 hectáreas (250 kilómetros cuadrados), localizadas dentro de la actual provincia de Artemisa. Lugar de asentamiento durante los años finales del siglo XVIII y principios del XIX de colonos franceses inmigrantes que fundaron y fomentaron decenas de haciendas cafetaleras, el promedio de lluvia anual allí ronda los 2 000 milímetros, en tanto la temperatura media es de 24,4 grados Celsius. Enero y febrero constituyen los meses más fríos del calendario, mientras las mayores precipitaciones suelen ocurrir en junio. Subordinada al Centro de Investigaciones y Servicios Ambientales Ecovida, perteneciente a la delegación territorial del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente en Pinar del Río, dentro de su territorio figuran las reservas naturales Las Peladas y El Mulo, y la reserva ecológica El Salón, que con 565 metros de altura atesora la más alta elevación.
En el mundo existen hoy 610 sitios con la categoría de Reserva de la Biosfera en 117 países, cuyas funciones principales radican en promover la conservación de la biodiversidad y la diversidad cultural, el desarrollo económico y social  sostenible, la investigación, la educación ambiental, y la activa presencia de las comunidades locales en la planificación y la gestión de la zona donde habitan. Además de esta, que fue la primera en recibir tal condición el 15 de febrero de 1985, Cuba cuenta hoy con otras cinco Reservas de la Biosfera declaradas por la Unesco, dado el valioso patrimonio ecológico que contienen. Ellas son Península de Guanahacabibes, Ba­co­nao, Cuchillas del Toa, Ciénaga de Zapata, y Buena Vista. LEGADO FUTURO    Graduado de ingeniero forestal en 1983, desde entonces la vida laboral del actual Doctor en Ciencias Fidel Hernández Figueroa ha estado vinculada de forma permanente a la salvaguarda de los recursos forestales y la rica biodiversidad de la Sierra del Rosario. “Trabajé primero como especialista du­rante más de dos décadas, y a finales del 2007 pasé a dirigir la Reserva en sustitución de la doctora Maritza García, quien desempeñó esa responsabilidad a lo largo de 20 años con magníficos resultados y fue promovida a la jefatura del Centro Nacional de Áreas Pro­tegidas”.  Conocedor palmo a palmo de cada rincón del exuberante lugar, afirma que su más grande satisfacción es saber que trabaja “para dejarles a mis nietos y a las futuras generaciones de cubanos un medio ambiente lo más sano y conservado posible, con menos amenazas de extinción de especies, y donde el desarrollo de la sociedad ocurra sobre bases realmente sostenibles”. Según expresó a Granma el doctor Fidel Hernández, la flora de la Reserva de la Bios­fera Sierra del Rosario (RBSR) contiene un total de 889 organismos vegetales, agrupados en 608 plantas superiores entre árboles, ar­bustos y herbáceas, y 281 plantas inferiores referidas a hongos, musgos y líquenes. Las formaciones más extendidas, enfatizó, son los bosques Siempreverdes, en los cuales resaltan ejemplares de hasta 40 metros de altura, y la abundante presencia de majagua, caoba, pinos, teca y otras especies. “Muchas de ellas fueron plantadas básicamente cuando en 1968 se puso en marcha un plan especial de desarrollo integral de la zona, que comprendió, además, el inicio de la construcción de la comunidad Las Terrazas”. Gracias a las acciones de manejo puestas en práctica y al aporte de los resultados de las investigaciones desarrolladas por los especialistas de la estación ecológica radicada en el lugar, la fauna exhibe buen estado de conservación. “De acuerdo con la información recopilada hasta la segunda mitad del pasado año, de las 366 especies de aves registradas para Cu­ba, 119 se encuentran en la Reserva, y 13 son endémicas. Asimismo hay reportadas 33 de reptiles (27 endémicos), 20 de peces, 16 de an­fibios, y 13 de mamíferos, entre los que apa­recen varios tipos de jutía”. Igualmente resalta la presencia de numerosas especies de moluscos, insectos y otros grupos de invertebrados, lo cual ratifica la riqueza de la biodiversidad local.
En el plano investigativo, apuntó el doctor Fidel Hernández, suman casi 20 los proyectos emprendidos en colaboración con instituciones nacionales y foráneas, cuyos aportes han sido esenciales en la actualización del inventario de la flora y la fauna, la conservación de la agrobiodiversidad de la zona, el establecimiento de bancos de semilla locales, y en el rescate y conservación de los recursos fitogenéticos para contribuir a la seguridad alimentaria del país. “Los resultados también contribuyeron a la impartición de programas de educación ambiental en las escuelas de la zona, así como al diseño y aplicación de un sistema de información geográfica, herramienta esencial para el manejo de la reserva”.
“Al mismo tiempo propiciaron implementar un programa de turismo ecológico, hacer evaluaciones biológicas tras el paso de ciclones tropicales, y ejecutar un grupo de acciones destinadas a mejorar la prevención y control de especies exóticas invasoras”, subrayó. Si bien el meritorio esfuerzo desplegado a lo largo de 30 años convirtieron a la RBSR en un paradigma del cuidado de la naturaleza, que cuenta con el respaldo mayoritario de sus pobladores, aún la tala ilegal de árboles, la caza furtiva, la invasión de especies no nativas, y la incidencia de incendios forestales, son problemas que atentan contra tan noble empeño. Presente en el intercambio con Granma, la doctora Maritza García, directora del Centro Na­cional de Áreas Protegidas, y presidenta del Pro­grama del Hombre y la Biosfera de Cuba, sostuvo que la Reserva Sierra del Ro­sario es parte inseparable de su vida profesional y familiar. “Allí me hice ingeniera forestal (la última opción de carrera que pidió para entrar a la Universidad) terminé la maestría, el doctorado, pero también me casé, y tuve a mi hija”. “Pero trabajar tantos años en el lugar me dio también la oportunidad de aprender y compartir con personalidades relevantes de la botánica cubana, como son los casos de la fallecida  doctora Ángela Leiva, el doctor René Ca­pote y la doctora Leda Menéndez. Eso solo bastaría para justificar mi arraigado sentido de pertenencia hacia ella”. Tomado de la Granma de cuba 

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