¿Qué pasaría si todos los parásitos desaparecieran para
siempre?
Devastan cultivos, causan dolor, matan...uno podría pensar
que sería mejor deshacerse de ellos de una vez por todas; pero la verdad es que
los parásitos han sido y siguen siendo clave, hasta para el sexo
Foto microscópica del
parásito Ancylostoma duodenale.
Ésta es la foto de un Ancylostoma duodenale. En realidad es
de color gris rosáceo y tiene una boca ancha, casi tan grande como su cabeza,
armada con dos pares de dientes afilados. Parece un dedo con las mandíbulas de
un tiburón. Y es un parásito.
Vive en los intestinos de animales más grandes, entre ellos
muchos humanos. Se aferra a la pared de los intestinos con sus dientes y le
chupa la sangre a su anfitrión. Así, prospera a expensas de él.
Y como todos los
parásitos, no da nada a cambio. ¡Seguro que estaríamos mejor sin este tipo
de buenos
para nada aprovechándose de nuestros recursos!
Supongamos que todos los parásitos del mundo desaparecieran
de un momento al otro. ¿No serían los otros animales más sanos y que habría
menos sufrimiento?
Pues no: un mundo sin
parásitos podría no ser muy agradable. Es probable que siguiera habiendo
tanta enfermedad y dolor como antes, pero mucho de la belleza del mundo natural
desaparecería.
Y quizás hasta dejaríamos de tener relaciones sexuales.
ESTÁN EN TODAS PARTES
La palabra se deriva del griego "parásitos" que significa
"alguien que come en la mesa de otro".
Hay millones de
parásitos distintos.
Muchos hongos son parásitos, entre ellos el organismo vivo
más grande de la Tierra, un hongo de miel que ocupa 3,8 kilómetros de las
montañas Blue en Oregón, Estados Unidos.
También hay plantas parásitas, como el muérdago. Y no hay
que olvidar las pulgas y piojos, y los virus y bacterias. Hay hasta pájaros
parásitos: el más famoso es el cucú, que tiene la costumbre de poner sus huevos
en los nidos de otros pájaros.
Un cucú en el nido de un petirrojo.
De hecho, los científicos estiman que alrededor del 50% de
todos los organismos son parasitarios. Y, como dice el experto Andrés Gómez de
ICF International en Washington, "son abundantes, ubicuos, diversos e
importantes".
Claramente entonces, si nos deshiciéramos de todos los
parásitos, el mundo se vería muy distinto... ¡notarías la diferencia antes de
que se ocultara el Sol! "En cuestión de horas, millones de gente pobre se
curaría de enfermedades crónicas graves como malaria, esquistosomiasis y
ascariasis", dice Kevin Lafferty, del US Geological Survey en Santa
Barbara, California. "La gente podría trabajar más duro y disfrutar más de
la vida. El ganado y las cosechas también serían más sanos".
Pero esa luna de miel no duraría mucho.
LA REBELDÍA DE
NUESTRO CUERPO
"Si nos deshiciéramos de los parásitos, podría haber
consecuencias no anticipadas, pues hemos evolucionado junto con ellos durante
tanto tiempo", advierte Jaap de Roode de la Universidad Emory, EE.UU.
Según la "hipótesis de la higiene" nuestro sistema
inmunitario ha evolucionado para hacerle frente a cierta cantidad de
infecciones. Así que si no estamos expuestos a parásitos y otras enfermedades
cuando somos jóvenes, nuestro sistema inmunitario no se desarrolla bien y puede
empezar a atacar nuestros propios cuerpos.
Eso podría explicar por qué tanta gente que hoy en día vive
en entornos limpios sufre de alergias y enfermedades autoinmunes.
Y no sería sólo nuestro sistema inmunitario lo que se
descontrolaría.
PLAGAS Y PESTES
Además de hacerle daño a la gente, los parásitos mantienen
bajo control el número de insectos que comen plantas y otros animales que
consideramos como plagas.
En cuestión de meses, los números de esas especies
aumentarían y causarían daños graves en los cultivos, señala Lafferty. Como
resultado tendríamos que usar aún más pesticidas, lo que afectaría la vida
silvestre. "Casi todas las especies tienen su parásito", confirma
Levi Morran, también de la Universidad Emory. "Y estos tienen un rol en
los ecosistemas: sin ellos, la población podría explotar. Tendríamos que
empezar a matar muchas cosas". Pulga suspendida en ámbar: uno de los
parásitos que compartimos con los animales domésticos.
Y no seríamos nosotros los únicos "matadores".
Habría una cornucopia de animales y plantas que en el mundo con parásitos
habrían muerto, pero que sin ellos requerirían de algo que se los coma.
"A la naturaleza realmente no le gusta el vacío",
dice Lafferty. Depredadores como las arañas y los pájaros llenarían el lugar de
los parásitos desaparecidos. Con el tiempo, se multiplicarían y a largo plazo,
evolucionarían. El incremento de la amenaza de los depredadores transformaría a
muchos animales y plantas. Después de unos pocos siglos, dice Lafferty, la
evolución cambiaría los "tipos de defensas que los animales y las plantas
adquieren: más espinas, capas más gruesas, químicos desagradables".
PARÁSITOS...
¿GRACIAS?
Los cambios pueden ser particularmente dramáticos en los
océanos, apunta Luis Zaman, de la Universidad de Washington en Seattle.
Como están llenos de algas y otros microorganismos -los
cuales directa o indirectamente alimentan a otros animales- que "están
constantemente batallando con virus", lo que mantiene la población
controlada, "si se extraen todos los parásitos del ecosistema,
probablemente colapsará". Pero además de controlar poblaciones, los
parásitos tienen otro efecto más a largo plazo: impulsan la evolución de nuevas
especies. Sí, es cierto: tenemos mucho que agradecerle a los parásitos por la
diversidad de vida en la Tierra.
¿Por qué? Los anfitriones y los parásitos están en una
carrera armamentista evolucionaria constante. Eso hace que afinen su habilidad
para sobrevivir.
Una obra de arte para atraer a la pareja.
"Cuando interactúan, evolucionan juntos y esa
coevolución es responsable de una cantidad masiva de cambio en la historia del
planeta", señala Morran.
Para una investigación, publicada en 2014, Zaman estimuló la
evolución de organismos usando un modelo de computador y confirmó que los
parásitos fuerzan a sus anfitriones a volverse más complejos. Cuando los
sacaba, los animales se volvían más simples y parecidos.
En la vida real, la diferencia sería más dramática, calcula
Zaman. "Apuesto que veríamos índices de extinción aún más dramáticos.
Muchas investigaciones han demostrado que los parásitos son importantes
impulsores y protectores de la diversidad".
PERO, ¿POR QUÉ
DIJERON QUE NO TENDRÍAMOS RELACIONES SEXUALES?
Pues porque es posible que fueran los parásitos los que
llevaron a los animales a volverse más atractivos sexualmente para sus parejas
potenciales.
No hay un ritual de cortejo como el de las aves de
emparrado. Viven en los bosques de Nueva Guinea y Australia, y los machos hacen
bellas obras de arte para atraer a su pareja. Construyen un emparrado o una
especie de conjunto de ramitas y lo decoran con objetos de colores brillantes,
como frutas, y hasta cosas hechas por el hombre, como lápices.
Las hembras sólo
copulan con ellos si la obra es de excelente calidad.
La teoría es que la evolución de esta extraordinaria
exhibición se debe a los parásitos. Y a ellos se les atribuyen también otros
asombrosos atributos sexuales, como las dramáticas plumas de las colas de los
pavos reales, la gran melena de los leones y los teátricos cuernos del carnero.
A principios de los años 80, W.D. Hamilton y Marlene Zuk
estudiaron los despliegues sexuales de los pájaros norteamericanos. Notaron que
las especies que eran más propensas a tener parásitos en la sangre tendían a
ser más espectaculares: el plumaje de los machos y las hembras eran más
coloridos, y los machos cantaban mejor.
Indicaron de las dramáticas características de los machos
-como las colas de los pavos reales- eran una especie de medalla de honor; un
mensaje a las hembras de que habían derrotado a sus parásitos y todavía les
quedaba energía. A la hembra le convenía escogerlos pues era probable que sus
descendientes heredaran la habilidad de resistir infecciones. ¿Y LOS HUMANOS? "Hay quienes piensan que el cerebro
que tenemos puede ser resultado de la selección sexual, en la que se piensa que
los parásitos son la clave", señala Roode.
Es más, así como impulsaron la evolución de un cortejo
llamativo, los parásitos también pueden haber sido el principal motor para la
existencia del sexo mismo. Aunque estamos programados para hacerlo, podríamos
llegar a dejar de tener relaciones sexuales.
El gran beneficio del sexo es que mezcla los genes de manera
que les permite a los animales producir crías diferentes a ellos mismos. Los
parásitos pueden haber sido -y seguir siendo- los que alientan ese rápido
cambio genético al forzar a sus anfitriones a seguir evolucionando.
La idea es que los animales tienen que seguir mejorando su
diseño para seguir vivos en un mundo competitivo. Esa es la hipótesis de la
Reina Roja. Fue propuesta por el biólogo Leigh Van Valen en 1973. Su nombre
viene de un pasaje de la novela de Lewis Carroll "Alicia a través del
espejo" en el que la Reina Roja le dice a Alicia que en ese mundo
alternativo "hay que correr todo lo que se pueda para quedarse en el mismo
lugar".
¿NO HARÍA FALTA
COPULAR?
Si los parásitos impulsaron la evolución del sexo, ¿si nos
deshiciéramos de ellos dejaríamos de practicarlo?
"Podríamos
llegar al punto en el que la asexualidad se volviera prevalente", reflexiona
Morran.
Le sucedería primero a especies más pequeñas, especula. Los
humanos estamos tan programados a tener relaciones sexuales que pasaría mucho
tiempo antes de que nuestra especie se volviera asexual o se autofertilizara.
Pero si sucediera, seríamos más genéticamente parecidos. Y los machos tenderían
a ser obsoletos: "en áreas en las que los parásitos son raros, los
caracoles machos empiezan a desaparecer y las hembras se reproducen
solas", dice Lafferty.
Así que más que tratar de eliminar a los parásitos del
mundo, algunos científicos ahora están proponiendo que los conservemos, así
como lo hacemos con los pandas y los tigres. Tomado de la nación de ar , ver más
en : http://www.lanacion.com.ar/1766813-que-pasaria-si-todos-los-parasitos-desaparecieran-para-siempre
No hay comentarios:
Publicar un comentario