Puerta de Hierro:
territorio abandonado y arrasado por el paco En una villa de La Matanza, una de
las más
peligrosas del conurbano, venden droga en un tercio de las casas; los
jóvenes viven y mueren en un círculo vicioso: roban o se prostituyen para poder
consumir Por María José Lucesole y Rosario Marina | El
laberinto. La geografía de Puerta de Hierro, con estrechos pasillos entre las
casas, es casi inexpugnable; allí se suceden la violencia y la muerte, y los
fiscales no entran si no va la policía. Foto: Santiago Hafford
Puerta de Hierro es un lugar olvidado. Para entrar en sus
pasillos es inevitable esquivar a algún chico tirado, que duerme en el piso:
"Un fisurita", como les dicen en el barrio. El que dormía en la
entrada ese viernes, cuando LA NACION recorrió la villa, no tenía 15 años y,
aunque hacían casi 30 grados, estaba tapado con una manta: preparado para
aguantar varios días drogado. Según los vecinos, en un tercio de las más de 500
viviendas que componen este barrio de La Matanza se vende paco. Los
"transas" pagan 300 pesos la noche a los que les guardan la droga en
sus casas. Y a los que "contratan" para fraccionarla les pagan 500.
Guardar, fraccionar o atraer clientes: ésa es la oferta. El "transa"
le dice al chico que se pare en la avenida Crovara y le traiga a los que
quieran comprar. Unos pesos o una "base" serán el pago. Puerta de
Hierro es un territorio abandonado, al que el Estado no ha entrado. Allí, el
drama de la droga, la violencia y los homicidios se desarrolla sin que la
policía, la Justicia o la política -municipal, provincial- impongan la ley o se
asienten con acciones para torcer el oscuro destino. Según los vecinos, en un
tercio de las más de 500 viviendas que componen este barrio de La Matanza se
vende paco
"Hay chicos que dan lástima", cuenta Isabel, una
vecina que todos los sábados alimenta a los chicos en el único comedor del
barrio. El efecto visible de la pasta base en los más chicos, que van de los 9
a los 15 años, es el envejecimiento. La piel empieza a volvérseles gris,
arrugada, y a los más grandes se les caen los dientes. A algunos, incluso, les
han amputado las piernas o los brazos por infecciones que avanzaban mientras
ellos permanecían hundidos en su letargo tóxico. Es por esto que a los transas
allí los llaman "arruinaguachos", los que matan lentamente a los
pibes adictos. "Los niños de 4 años saben de qué se trata el circuito de
consumo. Camila, una nena que participa del hogar de día de la Fundación
Cadena, dice en su media lengua: «Mi hermana está con eso que comen los
fisuritas; con la pasta base. Ella lleva y vende en el tren»." Eso
describe un informe elaborado por el Instituto de Investigación sobre Jóvenes,
Violencia y Adicciones que habla del tren como elemento determinante en la
venta de droga en Puerta de Hierro. La estación Villegas, del ferrocarril
Belgrano Sur, está en la entrada de la villa. Es una gran oportunidad para el
negocio. Cuando los dos trenes se cruzan, el que va y el que vuelve, se bajan
corriendo entre 100 y 200 personas corriendo, con el tren en movimiento, a
comprar droga. Y vuelven a correr. Si no agarran el que los devuelve a la
Capital, quedan a merced de ser asaltados por los mismos que les vendieron la
droga. Así ocurrió el último homicidio en el lugar, según contó a LA NACION un
fiscal de La Matanza, que pidió reserva de su identidad. "Dentro de Puerta
de Hierro las peleas son por territorio o por narcotráfico. Ahí adentro hay
poca presencia del Estado y mucha autorregulación. Es difícil entrar. Cuando
hay un homicidio nosotros sólo vamos si nos pueden garantizar que saldremos con
vida. Hay veces que la policía nos advierte que no salimos, y no vamos. Cuando
vamos, tiran piedras a la policía y esconden a los muertos. La gente está a
merced de eso", sostuvo. Un ex jefe policial de La Matanza desmiente que
los uniformados no entren allí, pero admitió: "Es un lugar pesado. Hay
muchos chicos adictos al paco y gran cantidad de gente que delinque. Mucha
gente armada. Antes de entrar hay que tomar muchas precauciones, pero no entra
el que no quiere". Resume: es un lugar donde hay "mucho
paquero". Dicen los vecinos que a la altura de las vías del tren hay
chicas de 15 años que se prostituyen para comprar paco. Cobran poco, porque la
bolsa es barata: 5 pesos. La mitad de un sachet de leche. Lo mismo que un alfajor.
"Puerta de Hierro es el ejemplo de lo que no hemos hecho como Estado, como
política y como sociedad. El Estado va diez años atrás de la problemática del
paco", dijo Fernando "Chino" Navarro, jefe del bloque del Frente
para la Victoria en Diputados y creador del Instituto. Dicen los vecinos que a
la altura de las vías del tren hay chicas de 15 años que se prostituyen para
comprar paco. Cobran poco, porque la bolsa es barata: 5 pesos
Su intención fue, primero, hacer un diagnóstico que permita
tener datos y certezas respecto de los jóvenes, la violencia, la droga y el
narcocrimen en los distintos barrios de la provincia de Buenos Aires para,
después, poder idear políticas públicas que mejoren la situación. "Hace
falta penetrar con más firmeza del Estado. Hace falta que el crecimiento que se
dio en la provincia ahora se pueda dar en esos lugares donde el Estado no ha
podido entrar", reconoció a su vez el jefe de Gabinete provincial, Alberto
Pérez, al ser consultado por LA NACION sobre Puerta de Hierro. PERDERLO TODO Congelados bajo el sol. Los adictos viven
adormilados y pueden pasar varios días sin dormir por efecto del paco; cuando
finalmente caen rendidos, se tiran en cualquier lado, ateridos de frío. Foto:
Santiago Hafford
Ahí donde el Estado no pudo entrar vive Rubén Virgilio, un
chico de 26 años al que le dicen "Pipeta". Lo que el paco le quitó
fue, entre otras cosas, poder disfrutar del momento en que su hija mayor empezó
a caminar. No sólo eso. Una vez, cuenta, casi se le muere la beba en sus
brazos. Era uno de esos tantos días en que estaba con un amigo fumando pasta
base. La mujer le había dejado a su hija para que la cuidara mientras ella iba
a buscar los medicamentos para curarle la fiebre. Cuando Pipeta fue a mirar la
cuna vio que a la nena le salía espuma blanca por la boca. Su amigo, apenas más
consciente que él, le insistió con llevarla a la salita. Pero no fue ante esa
situación que Pipeta se "rescató". Tuvo que nacer su segundo hijo
para que a él le hiciera el clic y pudiera decir el primer no. Cuando era chico
Pipeta quería ser "chorro". Sus padres habían robado para vivir y él
pensaba que debía reivindicar ese oficio. Antes de cumplir los 10, ya era
huérfano. Estuvo viviendo en distintos barrios, en la casa de familiares o
amigos, incluso en la calle. Pero su objetivo siempre era volver a Puerta de
Hierro, donde habían vivido sus padres, y ser "chorro". Cuando
volvió, el paco lo captó antes que el robo y estuvo cuatro años sin poder
dejarlo. "Tomamos conciencia del fenómeno del paco a mediados de
2005", dijo el diputado Navarro, haciendo un mea culpa. El Padre Basilicio
Brítez, "Bachi", un cura que tiene su parroquia y un hogar para
varones en Villa Palito, muy cerca del triángulo que componen Puerta de Hierro,
San Petersburgo y 17 de Marzo, dice que ahí todos los miran, pero nadie los ve.
"En el triángulo parece que el Estado no existe", dice. Y define
Puerta de Hierro como el lugar donde La Matanza "se sigue
desangrando". "No puede ser que se descubra recién ahora que ahí [en
Puerta de Hierro] está el supermercado del paco". Se lee en el informe del
Instituto: "En las entrevistas con chicos de La Matanza y el equipo de
psicólogos del CPA [Centro de Prevención de Adicciones] de San Justo, surge que
Puerta de Hierro es el centro de abastecimiento de paco de esa zona del
conurbano".
La villa es una de las más peligrosas del conurbano. Por
eso, a los que tienen la dirección de Puerta de Hierro nadie los quiere
contratar. Algunos eligen cambiarse el domicilio en el documento, aunque en la
práctica no tengan adónde ir. La villa es una de las más peligrosas del
conurbano. Por eso, a los que tienen la dirección de Puerta de Hierro nadie los
quiere contratar Los vecinos que se quedan dicen que la policía no les da seguridad.
La policía es, según ellos, una de las culpables de esta situación: la que les
cobra una coima a los "transas" y después, cuando tienen que allanar,
"justo se equivocan" y le sacan las pertenencias a la casa de al lado
de la del "transa" señalado. "La oferta [de paco] es muy grande
y es permanente", cuenta Damián Bravo, que coordina el único programa con
presencia en la villa: el Podés, cuyo fin es ayudar a que los jóvenes
permanezcan o vuelvan a la escuela. La biblioteca es un espacio donde se puede
encontrar a los chicos haciendo actividades recreativas, hasta murga. Pero eso
es todo. Para recuperar a los más chicos los vecinos insisten en que faltan
lugares para recreación. En Puerta de Hierro no hay un solo club de fútbol o
polideportivo cercano. "Acá no tenemos nada que genere deportes. Acá no
viene nadie, estamos olvidados", dice Pipeta. LA NACION preguntó al
intendente de La Matanza, Fernando Espinoza, por la villa Puerta de Hierro.
"Ehhh... Lo que nosotros hicimos en estos años no se hizo en toda la
historia de La Matanza. Nosotros somos el primer lugar de la Argentina que
urbanizó una villa de emergencia. Macri no lo hizo con los 81.000 millones que
tiene, nosotros lo hicimos con los 3000 millones que tenemos", dijo el
candidato a gobernador por el Frente para la Victoria, que se postula porque,
según él, transformó a La Matanza "de la capital de la desigualdad a la
capital nacional del trabajo". También le preguntó LA NACION qué falta
hacer en esta villa en particular. "La solución es urbanizar. Somos el
lugar de la Argentina que más urbanización hizo. Vienen de todas partes del
mundo a vernos. A través de cooperativas hacemos viviendas con todos los
servicios, luz, cloacas, gas natural, asfalto; terminar con lo que es la villa
y que sea un barrio como la gente. Los próximos barrios son Puerta de Hierro y
San Petersburgo". Diego, hermano de Jonathan, cuenta: 'Hay pibes que están
amanecidos hace 15 días. Los ves y parecen zombis. A mí me pasó'
Jonathan Muñoz consumió durante ocho años. Empezó a fumar
paco a los 13. Cuando se internó en el centro de rehabilitación "José
María Jorge", de Burzaco, ya tenía dos chicos. Su hijo lloraba cuando lo
iba a visitar, quería que se fuera con ellos a casa. Pero Jonathan sabía que si
volvía a ese entorno no se recuperaría. "Yo me drogaba delante de mi
hijo", admite Jonathan. La primera semana internado se quería ir. Estuvo
10 días tomando calmantes hasta que se le fue el efecto más fuerte de la
abstinencia. "Lo necesitaba porque no quería tirar todo a la mierda".
Ahora Jonathan encierra a sus hijos de 13 y 6 años en la casa. Si alguno quiere
ir hasta el quiosco, lo acompaña; caminan juntos, casi pegados: apenas entran
los dos en el pasillo de cemento roto que hace de calle. Cuando salen de ese
laberinto, a lo lejos se ve un descampado desde donde sale humo: los
"fisuritas" arman un fuego, inexplicable por los 30 grados. Hay más
basura que árboles. Aunque está despejado, el peligro para los hijos de
Jonathan es tan denso como el humo del paco. En cinco segundos puede desatarse
un tiroteo, o algún pibe puede ponerse a fumar pasta base frente a los chicos.
Pipeta quiere irse de la villa. La tentación está al alcance de la mano, en
muchas esquinas. Ellos mismos, cuando querían recuperarse, evitaban salir de
sus casas por semanas enteras. Muchas veces debaten entre ellos por qué el paco
tomó el barrio. Jonathan opina que "es una cuestión económica, porque es
una droga muy barata. Un papel de 5 pesos te sirve para un pipazo". Pipeta
coincide, pero hay un detalle que le parece esencial: "Si la policía
estuviera acá todos los días los pibes andarían con más cuidado. Se murieron un
par de pibes. Dicen que le estuvieron poniendo veneno para ratas al paco".Diego,
hermano de Jonathan, cuenta: "Hay pibes que están amanecidos hace 15 días.
Los ves y parecen zombis. A mí me pasó". Pipeta no llegó a tanto sin
dormir, pero dice que la droga le dejó huellas: "Hoy, por eso, soy
friolento. Yo me abrigaba tanto, me ponía tres camperas, dos pantalones,
pensando en estar tres días «amanecido»". Diego y Jonathan ahora trabajan
haciendo conexiones de agua en una cooperativa de Argentina Trabaja. Pipeta es
el capataz de una obra de veredas. EL TRABAJO, CLAVE Los chicos grises. Un joven muestra un Snoopy
paquero, que sostiene con sus manos ennegrecidas por fumar paco; el efecto más
evidente del consumo es el envejecimiento precoz. Foto: Santiago Hafford
El trabajo es fundamental en este proceso de recuperación.
Damián Bravo, de Podés, está convencido de que se puede hacer más: "Con
oportunidades, con presencia del Estado, con unidad, se sale. Así se soluciona
el problema de adicción". "La droga no la resolvés con más
patrulleros, la resolvés con prevención", dice el "Chino"
Navarro. "La policía es más drogadicta que los drogadictos de acá
adentro", aventura Jonathan Muñoz. "Puerta de Hierro es sumamente
conflictivo", dice Walter Martello, ex diputado provincial por el ARI y
colaborador del Instituto creado por Navarro. "Hay que trabajar muchísimo
ante la ausencia del Estado. Hay un desmantelamiento de la red de contención. A
veces la Iglesia es la que ofrece más contención. Es muy complejo el abordaje,
ya que no es sólo el adicto, sino su familia y el entorno barrial. Se conjuga
el problema de adicciones con la violencia. Faltan políticas de inclusión. Está
probado que donde hay acceso a la reformulación del barrio, allí algunos
indicadores mejoran. El factor desencadenante es la exclusión". El jefe de
gabinete bonaerense reconoce: "En una provincia tan compleja, con bolsones
donde aún hace falta penetrar con más firmeza, es necesario que el crecimiento
ahora se pueda dar en esos lugares donde el Estado no ha podido entrar. No ha
podido entrar no sólo en la seguridad, sino en la educación, la salud pública,
las políticas sociales y el tendido urbano". Puerta de Hierro iba a ser
provisorio. Núcleo Habitacional Transitorio Crovara, le puso Juan Carlos
Onganía, en septiembre de 1971. Hace más de 40 años que los habitantes de ese
lugar olvidado esperan su vivienda definitiva, que el Estado les prometió
cuando los mudó de la Capital. "Hoy, en la Argentina y en la provincia de
Buenos Aires es posible llegar a esos lugares porque se ha incluido a miles de
millones de argentinos. Seguramente haya que hacer sintonía fina en algunos de
esos lugares de pobreza estructural", admitió el jefe de Gabinete. Detrás
de las promesas, la evidencia: Puerta de Hierro es una tierra olvidada, con
ciudadanos olvidados. UN BARRIO "TRANSITORIO" DESDE 1971 La villa
Puerta de Hierro limita al Sur con la avenida Crovara, al Norte con el Cementerio
Municipal Villegas, al Este con las vías del ferrocarril Belgrano Sur y al
Oeste con el barrio 17 de Marzo. Viven allí 500 familias, unas 2000 personas.
El barrio se divide en tiras, separadas por pasillos angostos que sólo admiten
peatones.
Puerta de Hierro nace como Núcleo Habitacional Transitorio
(NHT) en septiembre de 1971, cuando el gobierno de Juan Carlos Onganía trasladó
a los habitantes de la villa porteña El Cartón a Isidro Casanova con la promesa
de que, en un lapso de entre seis meses y dos años, iban a tener una vivienda
definitiva y digna. Las familias aún esperan esas casas. "Somos los
porteños de La Matanza", dicen. TOMADO DE LA NACION DE AR
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