Un científico del Conicet, propone la fabricación de
pequeñas plantas nucleares con reactores de baja intensidad, para resolver la
crisis energética
|El experto argentino en energías renobables e
inteligencia artificial, Gustavo Schweickardt, propone construir pequeños
generadores nucleares en el INVAP. Para
lograr un cambio de paradigma energético y mitigar los efectos del
medioambiente ocasionados por el gas y el petróleo. Gustavo Schweickardt es
doctor en ingeniería y economía energética, especialista en evaluación de
impactos ambientales y científico perteneciente al Consejo Nacional de
Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) reside actualmente en nuestra
ciudad y a contramano de los efectos negativos que puede generar la energía
nuclear, Schweickardt, propone emplearla como bisagra, para resolver la dependencia
en combustibles fósiles que tiene la matriz energética argentina, que nos lleva
directo al colapso de nuestros ecosistemas.
- ¿Cómo llegamos a una crisis energética tan profunda, que puede
provocar un frene al crecimiento del país?
-Hubieron dos problemas: Esta crisis que comenzó hace 27
años se crea por la liberación del mercado, la segmentación vertical de la
cadena de producción de electricidad, en la cual se intentan introducir
condiciones de competencia en los tres segmentos de la cadena que son:
generación, transmisión y distribución.
En la generación de energía se logró crear un mercado, que
no es de competencia perfecta pero es hago similar que es de competencia
disputable, donde los generadores pueden hacer una oferta de su producto Kw /h
o potencia Kw, en función de cómo sea la curva horaria de demanda, aquel que
tiene el menor costo será la empresa que despache la energía. A medida que la
demanda aumenta, comienzan a ingresar máquinas que son de mayores costos.
En los segmentos que no tienen características disputables,
porque son monopolios naturales, como los de redes, donde no se puede
introducir competencia, entonces se deben regular. Este es el esquema teórico
que se empleó en el país, copiado de Inglaterra, en la cual ese país implementó
en la década del 80 en las telecomunicaciones.
La figura del regulador era clave en esto, y sobre todo la
presencia de ciertos esquemas que impedían que el operador que participaba en
un segmento no pudiera a su vez operar en otro. Es decir si yo era operador en
transmisión, no podía tener negocios en generación, porque se estaría
degenerando aquellas supuestas bondades que tenía la segmentación de la cadena.
La práctica demostró que al hacer la segmentación se entregó
un bien esencial que debe ser custodio y debe estar en mano del Estado. La
explotación de consorcios en manos privadas, con esquemas que disociaban y
dilataban los mecanismos de inversión, pero a su vez permitía que las empresas
que explotaban los sistemas de redes comenzaran a recibir los beneficios en
forma anticipada.
Pensemos que estábamos en una época (década del 90) donde
teníamos un dólar ficticio equiparado al peso, pensemos que en aquel entonces
la tasa de retorno de inversión en EE UU era del 4 por ciento y en Argentina se
ofertaban tasas del 12 por ciento. Como no van a venir inversores a los que se
le rifaba los sistemas que eran del Estado, se le daba una rentabilidad
anticipada a una tasa del 12 por ciento y se comprometían recién a realizar
inversiones controladas por un ente regulador que no tenía constituido todavía
su marco en cuanto a qué tipo de normativa técnica se iba a emplear y tardó dos
años en constituirse.
Las empresas obtuvieron ganancias siderales, pero no
invirtieron y se fueron creando teorías de economía de la regulación, que
siempre terminaban justificando, que el procedimiento que se estaba aplicando
con esta disociación de los periodos de controles e inversión quinquenales, era
lo mejor que se podía aplicar. Se pasaron por alto todos los consejos que
hubieran podido permitir controlar las inversiones en el momento y no cinco
años después.
Esto provocó desinversión en redes, en generación, falta de
incentivos económicos que tendría que haber propiciado el sistema de
segmentación, para la creación de nuevas fuentes de energía que no atentasen
contra el medioambiente y paralelamente tenemos incidentes globales como son
las incidencias de los precios internacionales de los combustibles fósiles.
Lo que colapsó fue el paradigma neoliberal, la idea de
segmentar y crear condiciones de mercado, llevarnos a los límites de
competencia para mejorar la eficiencia sigue siendo una idea neoliberal que
para lo único que sirvió es para que unos pocos se llevaron todo sin dejar casi
nada.
¿El 80 por ciento de la matriz energética argentina proviene de fuentes
no renovables como los combustibles fósiles?
-Aproximadamente si. Pero estamos con otro problema que
desde la Agencia Internacional de Energía, según datos del 2012, se consensuó a
través de diversos estudios de prospectiva que una concentración de 485 partes
por millón equivalente de gas de dióxido de carbono en la atmósfera, generaría
un colapso irreversible en los ecosistemas porque la temperatura en la
superficie terrestre aumentaría dos grados. Esto crearía catástrofes climáticas
muy superiores a la que estamos observando, hoy estamos en 389 partes por
millón de gas de dióxido de carbono y esto crece exponencialmente.
Entonces se evitan medidas de mitigación para evitar las
emisiones de dióxido de carbono, sobre todo la de la industria eléctrica que es
la principal emisora del gas causante del efecto invernadero.
También desde la propia agencia internacional, se realizó un
estudio de prospectiva para determinar las incidencias de las tecnologías de
mitigación, para no alcanzar ese umbral de 485 partes por millón, equivalente
en gas de dióxido de carbono en la atmósfera. Solo de aquí al 2035, el 17 por
ciento es lo que representaría la penetración de energías renovables al
contexto mundial, con la tecnología actual.
Otro 70 por ciento lo aportaría el concepto de eficiencia
energética, que son las políticas del control regulatorio no aplicadas, para
que las redes se optimicen, no haya tantas pérdidas independientemente de los
medios de generación y las política del lado de la generación, sería la
búsqueda de la eficiencia, y del lado de la demanda la modificación de hábitos
de consumo, pero primero la búsqueda de la eficiencia debe estar del lado de la
oferta.
Esto podría llevarse a cabo si se regulase como se tiene que
regular, con una política de Estado que penalice o si no fuera penalizable por
ser empresa estatal o cooperativa, se autocontrole y tenga las inversiones que
tengan que existir.
La planificación de la expansión de un sistema eléctrico y
su operación son muy complicadas, y los modelos matemáticos y físicos que
existen para tal fin también colapsan. De ahí las herramientas de las
inteligencias artificiales que están dando excelentes soluciones en estos
marcos y en la que yo vengo trabajando desde hace 14 años.
Si se plantean esquemas basados en estas tecnologías, se le
permite al regulador que regule, se hacen las inversiones que deban hacerse a
través de un mecanismo de subsidio, esto inspira que la conducta del propio
usuario sea diferente, entonces nosotros estaríamos aportando el 70 por ciento
que se requiere para no llegar al umbral donde los ecosistemas sufrirían un
daño irreversible.
¿Qué cree que sucederá con la energía atómica luego del desastre del
accidente nuclear de Fukushima (Japón)?
Consideramos que la energía nuclear tiene menos riesgos que
la fósil que nos está llevando al umbral de las de 485 partes por millón
equivalente en gas de dióxido de carbono en la atmósfera. Si la energía nuclear
no participa como bisagra en este cambio, le estaríamos dándole lugar a la
fósil, y cuando el aire se vuelva irrespirable, cuando tengamos inundaciones
más grandes de las que vemos, cuando tengamos tsunamis monstruosos o deshielos
como los que se observó hace poco en un lago de Canadá, cuando los ecosistemas
no respondan y no podamos controlar la respuesta de la naturaleza al daño que
le ocasionamos.
La pregunta es entonces ¿Vamos a comparar ese daño, con el
supuesto daño que produciría un mal infundado temor de un mal tratamiento de
los residuos nucleares?
¿Cuántas plantas nucleares necesitaría el país para resolver su crisis
energética?
- Esto depende de la necesidad de energía. Nos sobre
capacidad humana, contamos con el material suficiente y tenemos un plan nuclear
en marcha. Se terminó Atucha II y se planifica una tercera planta nuclear. Lo
importante aquí no es hacer grandes estructuras, sino pequeñas plantas
distribuidas a lo largo del país, con reactores de baja potencia como los que
se construyen en INVAP, (en Bariloche). El residuo de un reactor nuclear solo
es luz azul y no hay emisión. Las barras de uranio que es el combustible,
tienen su vida útil, pero los tratamientos de esos residuos son tales, que no
existen riesgos para la salud supriores a los que ya existen, por los daños que
se están produciendo por los combustibles fósiles, en el intervalo de tiempo en
el que se realice esta prospectiva hasta el 2035, los riesgos de empleo de
energía nuclear son menores.
Con pequeños generadores nucleares produciríamos un cambio
de paradigma energético, porque no necesitaríamos grandes redes de
transportación, debido a que estos reactores de baja potencia, estarían
emplazados en las ciudades, que alimentarían a generadores distribuidos estratégicamente.
A largo plazo esto facilitaría las cosas para la
incorporación de sistemas de energías renovables, porque a la inversa de lo que
sucede con los combustibles fósiles, una planta de generación de energías
renovables de pequeño porte es más rentable energéticamente que una planta de
generación renovable de gran porte.
Esto nos permitiría prescindir de los grandes productores de
energía que están lejos y se necesitan grandes redes de transportación. Con
este cambio de paradigma, no sólo estaríamos mitigando las emisiones de dióxido
de carbono, sino que además tendríamos una mejor penetración de las fuentes
renovables que tengan mayor tasa de rentabilidad y con ellos la interacción de
los demás actores que están en el desarrollo de nuevos sistemas de energías
renovables, para generar un circulo virtuoso hasta alcanzar la
autosustentabilidad, hasta llegar en algún momento a prescindir de la energía
nuclear.
De otra manera estamos condenados a los efectos del cambio
climático. El gran desarrollo de un país pasa por un desarrollo
energointensivo.
Perfil
Gustavo Schweickardt nació en Buenos Aires, el 5 de Julio de
1963. Es egresado de bachiller en el Pío XII de nuestra ciudad en 1980. Obtuvo
el grado de Ingeniero Electricista, por la UTNA, con honores (1989), el grado
de Master en Economía y Política Energético Ambiental, por la Universidad
Nacional del Comahue, Argentina, Se dedicó a la actividad profesional en
distintas empresas, desarrollando tecnologías software para simulación y
optimización de Sistemas Energéticos, durante más de 14 años. Es especialista
en Ingeniería del Software, con orientación a las Técnicas de Inteligencia
Artificial-Soft Computing.
Desde 2005 es investigador del Conicet, Argentina, en el
área de Economía, desempeñando sus actividades en el Instituto de Economía
Energética asociado a la Fundación Bariloche, Centro Atómico Bariloche.
Actualmente desempeña sus funciones en la UTN, Facultad Regional Concepción del
Uruguay, a partir de un Plan de Radicación de Científicos en Áreas
Prioritarias. Es director de Investigación y Desarrollo de la empresa de
Tecnología AXÓN S.A e INVAP, de Bariloche , Argentina, como en el ámbito
académico-científico – tomado de envio de roque pedace por red foroba
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