miércoles, 13 de mayo de 2015

DEVUELVAN EL MAR A BOLIVIA sin tiros, sin muertos , sin desfiles


Sin patria María Galindo Desde la acera de enfrente. María Galindo No  necesito la patria de los militares,
con su rídiculos trajes y sus rídiculas armas y sus ridículos desfiles y sus rídiculos pasos marciales de hombres convertidos en soldados para sentir las playas del mar. No son los militares que nos transportan al territorio de la esperanza, son las ideas, son los argumentos pensados en la lectura de la historia lo que nos transporta a la esperanza del mar boliviano.
No necesito la patriótica patria de los chauvinismos para emocionarme por el hecho de que hayamos conseguido un tribunal internacional donde exponer la verdad histórica de las injusticias sufridas.
No necesito odiar a chileno alguno y me identifico completamente con los pocos y las pocas que, como Pedro Lemebel y otros alucinados desearon y desean, con la misma convicción que cualquiera de nosotros, mar para Bolivia.
Bolivia no es mi patria porque yo no quiero tener patria; es mi país, es mi tierra. Y la vivo y la pienso, no como patria, sino como tierra de pertenencia amorosa. El patriotismo fanático me cansa, me aburre, me sabe a macho acomplejado. Ese su patriotismo bélico de desfile militar, que exalta la guerra donde siempre son otros los que mueren, me cansa también. Esta oportunidad histórica es más contundente que ninguna otra para declararme, una vez más, boliviana antimilitarista, para declararme anti patriota y anti belicista.
Con la recuperación del mar, que podemos soñar, podríamos proponernos el cierre definitivo del Ejercito boliviano. La cancelación definitiva de todo gasto militar. La conversión de los cuarteles en colegios y universidades publicas. La conversión de las armas en chatarra, a ser reciclada en bancos de plaza y basureros públicos. Ahora es cuando podríamos, y deberíamos, declarar la extinción histórica de todo privilegio militar. Que los uniformes miliares se conviertan en disfraces de carnaval y reaprendamos a amar este país, no como patria, sino como tierra madre y no como padre.
Que no sean los escudos, derivados de referencias europeas, las referencias de significado e identidad, sino que sea la naturaleza y el paisaje. Que sea la referencia telúrica y no las banderas que nos identifiquen.
La lección aprendida es que la defensa se hace con argumentos, con información, con inteligencia, en escenarios no militares, en escenarios civiles donde se discuten los temas.
Aquí está listo el candado para cerrar los cuarteles. Las armas que no sirvieron ayer, menos aun sirven hoy para nada. Toda arma es un malgasto inaceptable.
Los ejércitos son estructuras inútiles , esa es la lección de hoy día. El "patria o muerte” es una frase que ha perdido su sentido. Se han derretido los héroes. Han renunciado a sus medallas y justificaciones, y con mucha vergüenza han abandonado su heroica palestra.
Los soldados que les custodian no tienen oficio, no tienen sentido, no tienen motivo y con la mirada perpleja esperan la orden de retirada. Retirada no del campo de batalla, sino de la historia. No del campo de batalla simplemente, sino de la hombría misma. Que dejen de ser los hombres soldados y que olviden el oficio de matar; que aprendan el oficio de vivir.
Estamos hoy más cerca del mar que ayer, más lejos de los gritos de guerra, más lejos de los desfiles patrióticos, más cerca del paraíso. Más lejos del chauvinismo, más cerca de la razón, más lejos de la sangre y más cerca del mar. María Galindo es miembro de Mujeres Creando. Tomado del face de Daniela 

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