Sin patria María Galindo Desde la acera de enfrente. María
Galindo No necesito la patria de los
militares,
con su rídiculos trajes y sus rídiculas armas y sus ridículos
desfiles y sus rídiculos pasos marciales de hombres convertidos en soldados
para sentir las playas del mar. No son los militares que nos transportan al
territorio de la esperanza, son las ideas, son los argumentos pensados en la
lectura de la historia lo que nos transporta a la esperanza del mar boliviano.
No necesito la patriótica patria de los chauvinismos para emocionarme
por el hecho de que hayamos conseguido un tribunal internacional donde exponer
la verdad histórica de las injusticias sufridas.
No necesito odiar a chileno alguno y me identifico
completamente con los pocos y las pocas que, como Pedro Lemebel y otros
alucinados desearon y desean, con la misma convicción que cualquiera de
nosotros, mar para Bolivia.
Bolivia no es mi patria porque yo no quiero tener patria; es
mi país, es mi tierra. Y la vivo y la pienso, no como patria, sino como tierra
de pertenencia amorosa. El patriotismo fanático me cansa, me aburre, me sabe a
macho acomplejado. Ese su patriotismo bélico de desfile militar, que exalta la
guerra donde siempre son otros los que mueren, me cansa también. Esta
oportunidad histórica es más contundente que ninguna otra para declararme, una
vez más, boliviana antimilitarista, para declararme anti patriota y anti
belicista.
Con la recuperación del mar, que podemos soñar, podríamos
proponernos el cierre definitivo del Ejercito boliviano. La cancelación
definitiva de todo gasto militar. La conversión de los cuarteles en colegios y
universidades publicas. La conversión de las armas en chatarra, a ser reciclada
en bancos de plaza y basureros públicos. Ahora es cuando podríamos, y
deberíamos, declarar la extinción histórica de todo privilegio militar. Que los
uniformes miliares se conviertan en disfraces de carnaval y reaprendamos a amar
este país, no como patria, sino como tierra madre y no como padre.
Que no sean los escudos, derivados de referencias europeas,
las referencias de significado e identidad, sino que sea la naturaleza y el
paisaje. Que sea la referencia telúrica y no las banderas que nos identifiquen.
La lección aprendida es que la defensa se hace con
argumentos, con información, con inteligencia, en escenarios no militares, en
escenarios civiles donde se discuten los temas.
Aquí está listo el candado para cerrar los cuarteles. Las
armas que no sirvieron ayer, menos aun sirven hoy para nada. Toda arma es un
malgasto inaceptable.
Los ejércitos son estructuras inútiles , esa es la lección
de hoy día. El "patria o muerte” es una frase que ha perdido su sentido.
Se han derretido los héroes. Han renunciado a sus medallas y justificaciones, y
con mucha vergüenza han abandonado su heroica palestra.
Los soldados que les custodian no tienen oficio, no tienen
sentido, no tienen motivo y con la mirada perpleja esperan la orden de
retirada. Retirada no del campo de batalla, sino de la historia. No del campo
de batalla simplemente, sino de la hombría misma. Que dejen de ser los hombres
soldados y que olviden el oficio de matar; que aprendan el oficio de vivir.
Estamos hoy más cerca del mar que ayer, más lejos de los
gritos de guerra, más lejos de los desfiles patrióticos, más cerca del paraíso.
Más lejos del chauvinismo, más cerca de la razón, más lejos de la sangre y más
cerca del mar. María Galindo es miembro de Mujeres Creando. Tomado del face de Daniela
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