miércoles, 6 de mayo de 2015

SALDANDO DEUDA ECOLÓGICA


 Para saldar el débito ecológico
Granma fue tras el análisis oportuno de las causas y condiciones que sirven de background al decrecimiento de pulmones verdes en varios territorios del país Autor: Sheyla Delgado | Pinar del Río es una de las provincias de mejores resultados en el 2014. Foto: Ronald Suárez Rivas
El 2014 resultó ser el año de mayor decrecimiento en los niveles de plantación forestal dentro del último quinquenio (2010-2014) en Cuba, al acumular solo 21 700 hectáreas, se­gún datos oficiales de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI).La superficie plantada en esos cinco años corresponde a 193 900 hectáreas, con un ritmo de decrecimiento anual del 22 %. Si bien los dos últimos calendarios de ese periodo fueron los más críticos, el 2014 se quedó muy por debajo de los registros precedentes, al concretar apenas poco más de un tercio del área alcanzada en el 2010, cuando se logró plantar unas 60 000 hectáreas. Para tener una idea de la concentración de este indicador en pocos territorios del país durante el pasado año, cabe traer a colación que los registros de solo cinco provincias superan el 60 % de la cifra global cubierta. Ellas son: Santiago de Cuba, Pinar del Río, Matanzas, Guantánamo y Holguín, en ese mis­­mo orden. Aquí se debe tener en cuenta que el índice de boscosidad de cada territorio depende del potencial de áreas disponibles para dedicarlas a la actividad forestal. A ello se suma la discreta producción de posturas que se constató en el quinquenio en cuestión, pues la sumatoria resultante en ma­teria de producción —tanto de forestales co­mo de frutales— se fijó en 357 millones de uni­dades. Ello se traduce en un ritmo de de­crecimiento promedio anual del 17,7 %. Y también dentro de este rubro coincide la pau­ta negativa de descenso del 2014 respecto con los cuatro años que lo anteceden. Los territorios con menor volumen de producción de posturas en la etapa son: Isla de la Juventud, Mayabeque, Ciego de Ávila y La Habana. En tanto, Santiago de Cuba, Pinar del Río, Guantánamo y Holguín garantizaron el 70,9 % de la producción total del país en ese lapso, o sea, más de 31 millones de posturas producidas entre las cuatro últimas provincias. Sobre este particular, es necesario aclarar que los volúmenes obtenidos no se traducen necesariamente en un potencial limitado, si­no responden a las cantidades concertadas en los planes correspondientes. Otro de los indicadores con focos rojos lo constituyó la reconstrucción de bosques. De acuerdo con el informe publicado, si bien en el 2013 se experimentó cierta recuperación, en el siguiente calendario no se pudo mantener el paso de aliento y se dio una brecha entre ambos años en cuanto a los bosques beneficiados con la labor reconstructiva, cuya diferencia equivale a 4 300 hectáreas. Sobre las trochas corta-fuegos, trasciende en la publicación reciente de la ONEI —en forma de números y estadísticas— que no se avanzó como se esperaba (a juzgar por la disminución de casi el 6 % como promedio anual en el índice de ejecución); no obstante, se realizaron en el lustro referido 280 400 kilómetros de esta modalidad de sendero, concebida para impedir la propagación de incendios y facilitar el control de los mismos. Lo que sí crece en el quinquenio —y válganos— son las fajas verdes. Ideadas como áreas de plantaciones en forma de cintas o cordones de especies arbóreas “siempre-verdes” que funcionan cual pequeños pulmones. En este sentido, se sembraron más de 8 000 kilómetros y, por año, acapara la atención el 2012, fecha en que se consiguió cubrir una superficie mayor a los 2 000 kilómetros de fajas verdes, para un 25 % de la cuota final ejecutada entre el 2010 y el 2014. Y en ese resultado hay que tener en cuenta las buenas prácticas en la gestión forestal de Guan­tánamo, territorio que obtuvo más del 45 % del cúmulo total de esos pulmones verdes en el 2014… ¡casi la mitad de lo realizado! Tras la decodificación de gráficos y las implicaciones “otras” de las cifras que se relacionan, Granma fue por el análisis oportuno de las causas y condiciones que sirven de background a esta situaciónNO HAY MAL QUE POR EXPERIENCIA NO VENGA…
¿Qué factores determinaron esos ritmos de decrecimiento? ¿Cómo se han comportado estos indicadores en lo que va del 2015? ¿Qué estrategia sigue el sistema de la Agricultura para salir del bache forestal, que es decir del adeudo ecológico? A esas dudas de nuestro diario respondió Amable Sáez Martínez, di­rector adjunto de la Dirección Forestal del Ministerio de la Agricultura (Minag).

Según señaló el también jefe del Depar­tamento de Fomento de la mencionada dirección, el decrecimiento experimentado en los diferentes indicadores analizados durante el quinquenio 2010-2014, estuvo dado —en sentido general— por problemas asociados a la disponibilidad de recursos, la preparación de tierras tanto de forma mecanizada como manual, los efectos de la sequía en varias lo­caciones de la nación, entre otros. Asimismo, incidieron causas de índole subjetiva, relacionadas con la violación de calendarios silvícolas, la planificación inadecuada en algunos casos, así como la mala calidad de determinados volúmenes de posturas, apuntó Sáez Martínez. “Es importante decir —acotó— que la disminución en los índices de crecimiento referidos, respondió al enfoque de mayor objetividad en los planes, que implicó centrar los esfuerzos no en plantar más, sino en trabajar con mayor eficiencia en el logro de las plantaciones. El ritmo promedio anual del país en el logro de las mismas fue del 60 %, aproximadamente, en ese periodo”. Este elemento deviene principio básico en la gestión forestal, según abundó en comunicación telefónica con Granma Isa­bel Russó Milhet, directora forestal del Minag. “Esto exige hacer planes que estén en sintonía con los recursos y aseguramientos disponibles (…) Además, aun cuando disminuyeron las plantaciones en el quinquenio, se intensificó el manejo de regeneración natural, lo cual ha permitido mantener el incremento del índice de boscosidad”. Por otro lado, Sáez Martínez insistió en que no obstante la disminución de los niveles de plantación y otras dificultades que puedan existir, el patrimonio forestal de Cuba históricamente (desde 1959) nunca ha decrecido. Al cierre del 2013, el país contaba con el 28,95 % de su superficie cubierta por bosques. “Lo anterior permite afirmar que se podrá cumplir el compromiso ante la Cumbre de Río, de llegar al 29,3 % de superficie boscosa a nivel nacional hasta el cierre del 2015”. En lo que va de año, informaron los directivos, se ha venido avanzando en la preparación de tierras y el fomento de viveros y mi­croviveros (son alrededor de 200 entre ambas modalidades, vinculados a esta actividad), con vistas a garantizar la siembra de árboles a partir del 15 de mayo venidero. Y añadieron que se trabaja en función del seguimiento a los proyectos de fomento, tratamientos silviculturales, manejo de la regeneración natural, reconstrucción de bosques, manejo de la fauna y prevención de incendios, entre otros tópicos. Para el calendario en curso se prevé, en la agenda forestal, plantar un total de 26 000 hectáreas, puntualizó Russó Milhet. En coyunturas donde los efectos del cambio climático se hacen más ostensibles al paso de cada minuto y en todos los puntos del orbe, gestionar ese otro cambio más intrínseco a la praxis de los hombres y mujeres de hoy —desde la planificación y la capacidad de previsión en las diferentes estructuras decisoras de políticas y estrategias, sin cederle espacio a la espontaneidad—, deviene premisa y colofón, desvelo y diligencia con mira “pers” y prospectiva. Los recursos faltan, sí. Pero en la base, don­de están los hacedores —los silvicultores—, hay un enorme sentido de pertenencia y compromiso para con los desafíos del sector. Sa­quemos esencias de lo vivido y aprovechémoslas para desterrar sin compasión errores rancios. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA 

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