viernes, 17 de julio de 2015

BIOTECNOLOGÍA el motor de la industria alimentaria

 Vitroplantas en su laberinto La micropropagación y la producción de vitroplantas constituyen una vía alternativa para introducir variedades e incrementar las áreas plantadas; sin embargo, en la recuperación de los piñales avileños, esta vía no ha sido efectiva Autor: Ortelio González Martínez |  Empresa citricola de Ceballos-La correcta manipulación es característico en el centro de beneficio,
desde donde unas 600 toneladas de la reina “emprendió vuelo” hacia Europa
Ni una sola de las 1 350 toneladas de piña exportadas hacia Europa en los últimos 17 meses nació en el laboratorio. Foto: Ortelio González Martínez

CIEGO DE ÁVILA.—Los científicos viven de desvelos, sueños y sobresaltos, sobre todo cuando la ciencia no los lleva hacia donde ellos quieren, el resultado del descubrimiento queda puertas adentro del laboratorio, o demora la aplicación en el sistema empresarial, realidades que asoman en cualquier escenario del ámbito tecnológico e investigativo del país.  Si bien ello no constituye una generalidad en el Centro de Bioplantas (CBP) de Ciego de Ávila, de destacada trayectoria en trabajos de biotecnología vegetal y varios estudios puestos en práctica a lo largo de más de cinco lustros, una investigación de gran impacto relacionada con el cultivo de la piña parece no incentivar a los productores y empresas agropecuarias de la provincia. Sin embargo, el Consejo Técnico Asesor del Ministerio de la Agricultura, le concedió en abril pasado uno de los premios ramales al resultado Tecnología de propagación de piña (Ananas comosus (L) Merril) MD-2 a partir de vitroplantas para la producción de semillas y frutos, uno más entre los reconocimientos otorgados al prestigioso centro, dedicado desde su fundación, al estudio de esa bromeliácea. En los inicios lograron la variedad española roja; luego, la cayena lisa, hasta llegar a la MD-2, la más codiciada de las reinas, por su sabor y alto rendimiento productivo (puede sobrepasar las 100 toneladas por hectárea), pero durante largo tiempo todo quedó encerrado entre cuatro paredes: ni una sola de las más de 1 955 toneladas de piña exportadas hacia Europa desde el 2012 hasta la fecha, ni las destinadas al consumo de la población, ni las posturas que hoy están en fase de campo en la Empresa Agroindustrial Ceballos —rectora del programa de desarrollo de la piña en la provincia—, nació en los laboratorios del CBP. Pese a esa realidad, el doctor Justo González Olmedo, prestigioso investigador y jefe del laboratorio de Agrobiología en el propio centro, especifica que lo más importante fue demostrar que se pudo obtener un material de siembra alternativo, y lograr el escalado y la producción de vitroplantas de esa variedad, “por ahora con cinco productores”.“Estos resultados —agrega el doctor Romelio Rodríguez Sánchez, uno de los autores principales del trabajo premiado en abril— han permitido establecer procedimientos agrotécnicos al disponer de ese material de siembra y mantener las estrategias varietales acorde con la biodiversidad y exigencias del mercado”. En sembrados como este es imposible realizar un correcto estudio del comportamiento de la nueva variedad de piña. Foto: Ortelio González Martínez  NOTICIA EN EL TIEMPO “Luego de varios años de investigación, científicos
 avileños obtuvieron plantas transgénicas de piña, sin antecedentes en el país, y ahora se aprestan a hacer las primeras evaluaciones en condiciones de casas de cultivo y en el campo”, rezaba la nota de prensa publicada en este diario, el 10 de febrero del 2004. Por entonces, la novedad cautivó a la propia comunidad científica y a los medios de prensa del territorio y de la nación, porque desde aquella época se presagiaba la debacle productiva, con cifras que año tras año decrecían hasta tocar fondo en el 2007, con apenas 207 toneladas salidas de los nimios campos del sur avileño. La obtención rápida de posturas para la recuperación era el tema más recurrente en las reuniones de análisis; y en tal empeño, nada mejor que la micropropagación acelerada que, supuestamente, contribuiría a revertir la situación en el menor tiempo posible. Así pensaban productores, investigadores y autoridades que daban seguimiento al acontecimiento, pero del dicho al hecho… “Nuestras vitroplantas han pasado por innumerables vicisitudes en la provincia, pero te aseguro que a la larga se impondrán en el escenario productivo, porque con la micropropagación se logran semillas de excelente calidad y plantas con mejores caracteres agronómicos”, refiere González Olmedo, quien se resiste a dejar morir el proyecto. ESPINOSO CAMINO Del escalado a la producción, la MD-2 se ha visto obligada a transitar por un espinoso camino y hoy los estudiosos no ven con buenos ojos la apatía y lentitud con que el sector agrícola estatal asume el aporte científico. Granma buscó opiniones en la empresa agroindustrial de Ceballos para conocer detalles del programa de esa fruta, iniciado a finales del 2009 cuando entraron los primeros 50 000 hijos naturales (agámicos) procedentes de Costa Rica, de un millón 200 000 contratados con aquel país para fomentar las 27 hectáreas iniciales de MD-2. El ingeniero Wilver Bringas Fernández, director de la entidad, refiere que al principio hubo interés en las vitroplantas del centro científico, pero eran muy pequeñas, sin el endurecimiento adecuado para la fase de campo. “Hicimos una prueba y nos dimos cuenta que no se adaptaban a nuestra tecnología de riego, fertilización y a la aplicación de productos químicos. “Económicamente tampoco era factible introducirlas por el tiempo que demorarían hasta la primera cosecha. Para iniciar la recuperación con mayor rapidez, nos vimos obligados a traer material de siembra del país centroamericano, más vigoroso y de mejor calidad. En estos momentos plantamos la cuarta generación de aquellos hijos. “Hasta ahora no nos han interesado las vitroplantas, aunque sí desarrollar de conjunto líneas investigativas relacionadas con los daños ocasionados por la Phytophthora (hongo que provoca la pudrición de la planta) y concluir otros estudios referentes al sistema de nutrición y a la inducción natural de la piña”, expresa el directivo. Con ese criterio coincide Reynaldo de Ávila Guerra, jefe de la Unidad Empresarial de Base Producción de Piña, quien es categórico: “El programa de desarrollo marcha bien y los hijos agámicos obtenidos de aquellos primeros traídos de Costa Rica muestran excelente estado vegetativo. En ellos no se aprecia ninguna degeneración. Si todo se comporta como esperamos, para el 2019 debemos tener unas 2 000 hectáreas plantadas”. “Además, es bueno que se conozca que solo una hectárea de MD-2, produce hijos naturales para sembrar más de dos hectáreas, que entrarían en producción en menos tiempo que las provenientes del laboratorio”, precisa. En realidad, la investigación de los especialistas del CBP ha sido buena puertas adentro, pero ineficaz en el escenario productivo, porque para nadie es un secreto que ahijar la piña, producirla en el laboratorio, es más fácil que endurecerla, adaptarla al campo y después lograr el material de siembra, proceso que puede sobrepasar los dos años, con el consiguiente encarecimiento de los costos de producción. Tal incongruencia es la prueba más elocuente de que algo ha funcionado mal desde el comienzo del programa de recuperación, iniciado hace más de un lustro y a cuatro años de que la política económica que rige el país dejara bien claro que “en la actividad agroindustrial, se impulsará en toda la cadena productiva la aplicación de una gestión integrada de ciencia, tecnología, innovación y medio ambiente…” (Lineamiento 136). No es menos cierto que aunque cada hijuelo traído de Costa Rica le haya costado a la entidad solo 22 centavos en CUC (los obtenidos en el CBP cuestan 1 CUP), el país se vio obligado a desembolsar moneda dura para adquirirlos fuera de frontera. Y todo por los desencuentros entre científicos y productores. Al menos por ahora, no tiene sentido que se siga apostando por la obtención de MD-2 en el laboratorio, en tanto la investigación ha encontrado oídos sordos en la mayor empresa productora de esa fruta en el país, en lo fundamental, porque las plántulas no tienen la calidad requerida, la unidad dedicada a ese cultivo produce las suyas a partir del material de siembra traído de Costa Rica, y porque el proceso no ha demostrado su factibilidad desde el punto de vista económico. Un solo dato lo corrobora: las 1 955 toneladas de piña MD-2 exportadas reportaron a la entidad ingresos ascendentes a 856 700 CUC, en un plazo más breve que si hubieran dependido de las vitroplantas. LA BÚSQUEDA DE LA VALIDACIÓN  Y como fallaron los intentos de introducir las vitroplantas de MD-2 en la Empresa Agroindustrial Ceballos, no quedó otra alternativa que recurrir a los cinco productores que en pequeñas áreas intentan validar el proyecto del CBP, con el único objetivo de “cerrar el ciclo desde el laboratorio al campo”, como aseguran los investigadores. Rosa Bécker Rabelo, ingeniera agrónoma de la CCS José Martí, en la zona de Ceballos, trabajaba dentro de la plantación de MD-2 cuando fue sorprendida por la prensa. El sembrado, en una pequeña área al costado de su casa, muestra buen estado vegetativo, uniformidad y excelente superviviencia, resultado de un esmerado cuidado y agrotecnia, aun sin disponer de los recursos necesarios, incluidos el fertilizante y el agua, líquido que Rosa administra, a mano, con una regadera. “Los recursos escasean —refiere— y una se ve obligada a buscarlos donde aparezcan. Hubo momentos en que pensé abandonar el proyecto, pero me dije: ‘Rosa, tienes que seguir, y aquí estoy’. “Mi tesis de maestría tiene que ver con la introducción de la MD-2; demostrar que se adaptan en la fase de campo. Ya he sacado varios quintales, y también sembré los primeros hijos agámicos”. Sin embargo, en el poblado de Vicente, a unos diez kilómetros al este de la ciudad de Ciego de Ávila, Ramilto Guilarte Frómeta, de la CPA Raúl Martínez, hace lo que puede para mantener las plantas, sembradas sobre terrenos no aptos para ese cultivo y, como Rosa, sin recursos para darle mejor tratamiento a la reina. “Es la primera vez que me relaciono con la piña. Tengo más experiencia en los cultivos varios, predominantes en esta zona”, expresa mientras arranca algunas malas hierbas en lo que él denomina polígono de prueba. Durante el recorrido, Rosa y Ramilto eran los únicos que permanecían en el área. Ni en la CCS Cloroberto Echemendía, ni en la UBPC La Estrella se ocupaban de atenderla y en uno y otro lugares el enyerbamiento ahoga los sembrados. Si algo hay en común entre los involucrados en el proyecto, es que no se sienten debidamente atendidos y, menos Rosa Bécker, los demás no tienen la experiencia requerida para el manejo y cuidado de ese cultivo y, por ende, adolecen de los conocimientos adecuados a la hora de lidiar con la MD-2, la más exigente de todas las variedades de piña. Lo poco que se ha logrado hasta ahora, no es suficiente para adquirir los hijos necesarios destinados al fomento de plantaciones a gran escala, por la poca cantidad de ellos y por no estar en óptimas condiciones fitosanitarias, según opinan especialistas de la UEB productora de Piña. Por demás, si la empresa se decidiera por los hijos nacidos en el laboratorio, el CBP —cuya misión es la de proveer tecnologías a las unidades productivas existentes dentro del sector agrícola— no podría abastecerla, y entonces habría que recurrir a otras biofábricas del país o reactivar esa línea de producción en la de Ciego de Ávila, con el inconveniente de que aprovecha la capacidad instalada solo al 12 % y no dispone de suficientes áreas para la adaptación, que dura unos seis meses en condiciones óptimas. Comoquiera que se mire, la cuenta no da. Solo una hectárea de MD-2 puede llevar de 62 000 a 72 000 plantas, en dependencia del marco de siembra. Una simple operación matemática revela que para el fomento de las 80 hectáreas existentes se hubieran necesitado 4 millones 960 000 posturas, muy difícil de garantizarlas en el laboratorio ante la reanimación productiva que experimenta ese cultivo en el territorio. Ante tantos desencuentros, no puede evitarse el aguijoneo de muchas inquietudes acerca de un proyecto nacido con las mejores intenciones, pero que corre el riesgo del fracaso, sin una coordinación y planificación eficaz con la entidad productora. TOMADO DE LA GRANMA DE CUBA 

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