Alimentos, entre el desperdicio y el hambre por Laura
Rocha ¿Es posible que coexistan el
hambre y la sobreexplotación del planeta? ¿Tiene sentido el modelo hiper
consumista si, aproximadamente, un 40% de los alimentos se desperdicia? Hay
algo que estamos haciendo mal. Claramente. Según la FAO, no existen
estimaciones precisas sobre el alcance de las pérdidas y los desperdicios de
alimentos, sobre todo en los países en desarrollo. No obstante, es indudable
que este sigue siendo inaceptablemente alto. Los estudios encargados por la FAO
calculan que cada año se pierden y desperdician alrededor de un 30 % de
cereales; un 40–50 % de tubérculos, frutas y hortalizas; un 20 % de semillas
oleaginosas, carne y productos lácteos; y un 35 % de pescado. Las pérdidas y
los desperdicios de alimentos dependen en gran medida de las condiciones
específicas y situación local de cada país o cultura. En los países de ingresos
bajos, las pérdidas de alimentos se deben a varias limitaciones técnicas y de
gestión relacionadas con las técnicas de cultivo, el almacenamiento, el
transporte, el procesamiento, las instalaciones frigoríficas, las
infraestructuras, y los sistemas de envasado y comercialización. Los principales
sectores afectados son la pesca de mediana escala, la producción agrícola y el
procesamiento. Las pérdidas de alimentos también se producen debido a ciertas
condiciones sociales y culturales, algunas de las cuales pueden estar ligadas a
los diferentes papeles productivos y sociales que desempeñan hombres y mujeres
en las distintas etapas de la cadena de valor. De hecho, a pesar de que las
mujeres juegan con frecuencia un papel importante en la producción agrícola, el
manejo poscosecha y la comercialización, las barreras sociales existentes en el
medio rural pueden obstaculizar su participación en la cadena. Las causas de
desperdicio de alimentos en los países de ingresos medios y altos están
principalmente relacionadas con el comportamiento del consumidor y las
políticas y normativas existentes para tratar otras prioridades del sector. Las
subvenciones agrícolas, por ejemplo, pueden provocar un excedente de cultivos
agrícolas, del cual al menos una parte se perderá o desperdiciará; la
aplicación de los estándares de calidad e inocuidad alimentaria puede hacer que
alimentos que todavía son inocuos para el consumo humano se excluyan de la
cadena de suministro. En lo que al consumidor respecta, planificar
inadecuadamente las compras y no consumir los alimentos antes de su fecha de
caducidad también conllevan un desperdicio de alimentos evitable. Las Naciones
Unidas lanzaron la campaña Save food, encabezada por la FAO para involucrar a
una amplia gama de actores a lo largo de la cadena alimentaria en estrategias
comunes sobre la reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos. Pero
avanza lentamente. La buena: en Francia, tras la enmienda de una ley
determinaron que a partir del 1 de julio del año próximo, los supermercados de
más de 400 metros cuadrados no podrán tirar a la basura los productos
perecederos. Deberán donarlos a organizaciones dedicadas a la alimentación
animal o a la fabricación de abonos agrícolas. Esas son acciones concretas.Foto: Flickr CC Richard
Eriksson Esta entrada fue publicada en Desarrollo
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