sábado, 4 de julio de 2015

MUJER , TRABAJO Y POBREZA

Trabajo, mujer y pobreza Por Claudia Merlos En Paraguay, el 30% de los hogares son mantenidos por mujeres. Sin embargo, a pesar de tener esa responsabilidad, no gozan de los mismos “beneficios”
 que los hombres jefes a cargo de una familia, según un reciente análisis hecho en Paraguay. Foto Mujeres en el campo. (Archivo). / ABC VERÓNICA SERAFINO, CONSULTORA DE ONU MUJERES
“Debemos asumir el compromiso todos de que un país que quiere ser desarrollado no puede pasarle toda la carga del cuidado a las mujeres”
La desigualdad de género, especialmente en el ámbito económico, es una realidad que no solamente es divulgada por las organizaciones que luchan contra ello, sino una situación que se grafica en números, y los números no mienten. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) y la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género (ONU Mujeres) lanzaron esta semana el documento “Pobreza, oportunidades económicas desiguales y género. Hipótesis para la discusión”, que se refiere al tema.
Este análisis repasa justamente ese problema, del que muy poco se habla. Los datos utilizados fueron los proveídos por la última Encuesta Permanente de Hogares, es decir, se trata de datos oficiales. Una de las conclusiones más llamativas del documento fue que la reducción de la pobreza registrada a nivel nacional tiene variaciones con respecto a hombres y mujeres. La reducción de la pobreza entre los años 2011 y 2013 fue mayor en los hogares con jefatura masculina, especialmente en el sector rural. ¿Es porque las mujeres tienen menos oportunidades? Consultamos al respecto a la asesora de la ONU en Paraguay, Verónica Serafini. “Este resultado muestra y confirma la existencia de menores oportunidades económicas para las mujeres, lo que exige políticas económicas que incluyan la perspectiva de género”, explicó la experta.
OTROS DATOS CLAVE:
- La mayor pobreza de ingreso de las mujeres está asociada con menores niveles de ingreso, precariedad en la inserción laboral y, en consecuencia, con mayor vulnerabilidad de las mujeres y de sus hogares.
- Las mujeres perciben, en promedio, aproximadamente el 71% del ingreso masculino.
- Las mismas trabajan menos horas por semana y parte importante de su tiempo es invertido en ocupaciones de baja remuneración, como el trabajo doméstico no remunerado en los hogares.
- Se registra una mayor proporción de mujeres trabajando por cuenta propia: 42,9% frente a 38,2% de hombres.

“FEMINIZACIÓN” DE LA POBREZA Estos datos llevan a un concepto nuevo y preocupante: la “feminización” de la pobreza. Serafini explicó que esto hace alusión a un proceso en que “la pobreza de las mujeres es mayor que entre los hombres”. La experta reconoció que hubo avances en la igualdad en varios ámbitos, pero que la economía es una materia que sigue pendiente.  “Las desigualdades entre hombres y mujeres más importantes yo creo que están en el ámbito económico, consistentemente con la falta de políticas públicas que consideren las necesidades específicas de las mujeres. En otros ámbitos como el de la educación ha habido mayores avances”, manifestó. PATRONES TRADICIONALES  Las mujeres tienen una desventaja con respecto a los hombres debido a que los patrones tradicionales de división del trabajo sigue siendo injusta. En el pasado, solo el hombre salía a trabajar, mientras que la mujer quedaba en la casa. Hoy día, ambos salen a trabajar pero la mujer sigue quedando a cargo del hogar, es decir, la mujer asumió dos roles.  En sociedades como la nuestra, las mujeres tienen casi con exclusividad la responsabilidad del cuidado y del trabajo familiar, lo que impide una mejor inserción laboral, no solamente porque ellas mismas eligen dedicarse a sus casas, sino porque los empleadores presuponen que ya están ocupadas con los hijos y otras cuestiones familiares. “Si queremos reducir la pobreza, teniendo en cuenta que el 30% de los hogares tiene a una mujer como jefa debemos enfrentar esta situación”, explicó Serafini. Otra realidad que se relaciona con esto es que las diferencias de los ingresos se dan porque las mujeres deben realizar trabajos mal pagados, pero que les permite cumplir con su “responsabilidad de proveedora económica y de cuidado”. Un ejemplo de ello es el trabajo por cuenta propia, mencionó. No obstante, “en otros casos trabajan igual que los hombres y de todas maneras ganan menos, aun teniendo el mismo nivel educativo”, resaltó. LOS DESAFÍOS Lo cierto es que en materia de igualdad de género, en Paraguay, todavía hay mucho por hacer. En primer lugar, “debemos asumir el compromiso todos de que un país que quiere ser desarrollado no puede pasarle toda la carga del cuidado a las mujeres”, comentó Serafini. “Aquí hay un compromiso de todos, de quienes pagamos impuestos, para que esos impuestos se dirijan a políticas públicas que permitan ayudar a las mujeres en el cuidado, de los empresarios de generar entornos amigables para las mujeres”, indicó. Tampoco se trata de un tema meramente social. Es una realidad que que tampoco esto favorece a los empresarios. “Hoy sabemos que trabajadoras conformes con su trabajo son más productivas. No debería ser un problema que existan medidas de conciliación entre la vida familiar y la vida laboral. Mujeres preocupadas y explotadas producen menos”, explicó. “Debemos comprometernos todos al objetivo de que cualquier persona que quiera desarrollar sus potencialidades en el trabajo remunerado, sea hombre o sea mujer, pueda hacerlo. ¿Qué sociedad puede ser feliz y sentirse orgullosa de sí misma cuando una parte de su población está frustrada y empobrecida?”, concluyó. Tomado de abc de paraguay 

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