Por un sentido de unidad del movimiento ambiental chileno
Fernando Viveros Collyer fotografía del movimiento No a Alto
Maipo
Cuando un sentido, una sensación o actitud de unidad se ha
dado en los movimientos sociales en Chile, ha tenido consecuancias brillantes.
Así durante 2011 –año que comenzó con una movilización contra Hidroaysén y
culminó con estudiantes y la sociedad toda colmando las Alamedas de Chile
diciendo: “No al lucro”. Cuatro años después, todas las propuestas de “reformas
estructurales” de Bachelet 2.0 vienen de esos días. Sin embargo, como dice M.
J. López, filósofa chilena seguidora de H. Arendt, estos acontecimientos son
como “milagros” de la política moderna. Lo que no quita que empujemos para
tener más milagros. En el mundo ambiental chileno estamos dolidos por una
diferencia sin unidad que se ha producido, a comienzos de este año 2015, dentro
del movimiento ciudadano que está dándole duro para detener el proyecto
hidroeléctrico Alto Maipo. Estas mismas semanas asistimos a dos manifestaciones
populares paralelas contra ese proyecto. Hace 100 años el gran dirigente
salitrero Luis Emilio Recabarren mostraba que cada vez que los trabajadores
actuaban con este sentido de unidad, harto poco poder real quedaba a la que
entonces se llamaba la oligarquía –representada hoy por las “13 familias”-.
Hablamos de un “sentido de unidad” y no de alguna unidad
monolítica. Han pasado los tiempos cuando el mundo era susceptible de
divisiones en blanco y negro, y solamente la unidad de una historia era
equivalente a la salvación de la justicia. La regla de realidad de las cosas
nos obliga hoy a actuar en una complicada “unidad en las diferencias”. En el
mundo ambiental chileno estamos dolidos por una diferencia sin unidad que se ha
producido, a comienzos de este año 2015, dentro del movimiento ciudadano que
está dándole duro para detener el proyecto hidroeléctrico Alto Maipo. Estas mismas
semanas asistimos a dos manifestaciones populares paralelas contra ese
proyecto. La primera con dos marchas hermosas que confluyeron el sábado 4 de
julio sobre el pueblo de San José de Maipo, epicentro comunal de la resistencia
a un proyecto tan peligroso y prepotente. La otra, el próximo sábado 11 de
julio, caminará las calles de la comuna de La Florida, como un modo de hacer
presente a los santiaguinos que ahora, con este proyecto, por primera vez son
las aguas de Santiago, las reservas de agua de la cordillera, las que están
siendo manipuladas por las transnacionales y su fiebre descarrilada de lucro. El
año pasado 2104, los miembros de estas dos organizaciones hoy paralelas
formaban una misma organización. Con ese espíritu lograron multitudinarias
marchas por la Alameda de Santiago –visibilizando para el imaginario de los
chilenos la imagen: “NO a Alto Maipo”-. Este año 2015, lamentablemente, están
la mitad del tiempo compitiendo entre ellas, la mitad del tiempo ocupadas en
parar a AES Gener-Luksic en el Cajón del Maipo. El paralelismo de las
organizaciones ha hecho estragos en el mundo sindical. Los partidos, los
ideologismos, las ambiciones personales, han creado e inventado organizaciones
y fracciones de organizaciones, poniendo el deseo del poder por delante de la
lucha de los trabajadores. Los empresarios, cuando no han tomado palco para
gozar mirando cómo se autodestruyen sus adversarios, han hecho todo lo posible
por fomentar organizaciones paralelas, con dirigentes a sueldo de sus oficinas
de Relaciones Públicas. El paralelismo en las organizaciones sociales
ambientales resulta igual de destructivo. Vale la pena poner como contraste la
épica del pueblo de Caimanes, al sur de Illapel. Este pueblo, con este curioso
y legendario nombre, nunca ha tenido más de 1600 habitantes y en cada casa vive
el apellido de una familia que data de los tatarabuelos. Caimanes lleva más de
10 años resistiendo el tamaño monstruoso de minera Pelambres y la fuerza que ya
tod@s conocemos maneja Luksic –incluido al ex diputado por Illapel y ex
ministro J. Insunza, pagado por la minera los últimos 15 años-. Nunca ha sido
doblegado y su último triunfo es el fallo de la Corte Suprema que decreta la
demolición del muro del tranque El Mauro. Pues bien, Caimanes lo ha hecho sin
ideologismos, sin partidos políticos y sin ONGs. Uno puede ir a apoyarlos, y
reciben contentos la ayuda; el sentido profundo de la lucha lo saben solamente
ellos. Porque se trata de una tradición propia, se da como una prudencia
instintiva hacia el que no es lugareño. La causa de Caimanes es siempre
transversal, es de tod@s. Y aún cuando a veces el pueblo se ha dividido, al
final ha reencontrado el sentido comunitario que está en la tierra. A nuestro
alrededor la dinámica de divisiones del ambientalismo está “vivita y coleando”.
¿De dónde vendrá el sentimiento de unidad que queremos y tanto necesitamos? Nacerá
mejor de la tierra misma. De pensar con las aguas. La que Gabriela Mistral dice
“se dan sin quebrarse”. “Naturaleza” es el nombre de las cosas que están mucho
antes de abrir nosotros nuestros ojos. Fuerza vital que excede siempre los
poderes, capacidades y humanas verdades. Espíritu creemos que se llama lo que
amanece por los cerros de Caimanes, entibiando los bosques del valle del río
Pupío. Espíritu y no cálculo racional de estrategias más o estrategias menos se
necesita para cuidar el Cajón del Maipo del asalto a billete armado. Tomado de
el quinto poder por sugerencia en envio de boletín gal de chile
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