Urgente llamado a
evitar la extinción de los primates
Alrededor del 60% de las especies ya está en peligro y el
75% tienen poblaciones en retroceso
Mono mirikiná, que habita en el norte de la Argentina. Foto:
Gentileza Emilio White
"Los tiempos se están acortando."
La frase, clara y concluyente, la pronuncia a través de
skype el biólogo, ecólogo y primatólogo argentino Eduardo Fernández-Duque,
investigador correspondiente del Conicet (un reconocimiento ad honorem que se
da a científicos que mantienen un vínculo desde el exterior) que hace dos años
se trasladó a los Estados Unidos para trabajar en la Universidad de Yale.
Fernández-Duque es uno de los más de 30 autores que firman
nada menos que un llamado a evitar la extinción de los primates. El extenso
trabajo reúne a especialistas de todas partes del mundo, analiza las
situaciones particulares en cada continente y constituye una suerte de
manifiesto que promueve una toma de conciencia sobre la situación de nuestros
parientes más cercanos. Según este mapa global, de las 504 especies que existen
en 79 géneros distribuidos en los trópicos, África, Madagascar y Asia,
alrededor del 60% ya están amenazadas de extinción y el 75% tienen poblaciones
declinantes.
Eduardo Fernández-Duque, investigador argentino que trabaja
en la Universidad de Yale. Foto: Gentileza del investigador
"Los primates no humanos juegan roles importantes en
los modos de vida, las culturas y religiones de muchas sociedades, y ofrecen
claves únicas de la biología, la evolución, el comportamiento y las amenazas de
enfermedades emergentes -destacan los científicos-. Son un componente esencial
de la biodiversidad tropical, y contribuyen a la regeneración de los bosques y
selvas, y a la salud del ecosistema."
Y agregan: "Esta situación es resultado de presiones
antropogénicas crecientes sobre los primates y sus hábitats; principalmente por
mercados globales y locales que conducen a una pérdida a través de la
agricultura industrial, la cría de ganado en gran escala, la industria
maderera, la explotación de petróleo, la construcción de represas y las nuevas
redes de autopistas en los territorios que ellos habitan naturalmente. Tampoco
hay que descartar la caza furtiva y el comercio ilegal de mascotas, además del
cambio climático y las enfermedades. (...) Se requiere una acción inmediata
para revertir el riesgo de extinción de los primates y para atender a las
necesidades humanas de forma sostenible."
Área deforestada en Costa Rica para desarrollar plantaciones
de palmeras. Foto: Gentileza investigadores
"Tal vez en América latina no nos demos cuenta porque
no tenemos grandes primates y en el contexto global no estamos tan mal -explica
Fernández-Duque, nacido en Buenos Aires, graduado en la Facultad de Ciencias
Exactas de la UBA y doctorado en la Universidad de California, que se
especializa en el comportamiento animal. Actualmente, es profesor invitado de
la Universidad de Formosa, provincia en la que además desde hace 17 años
dirige, junto con su esposa, Claudia Valeggia, también científica, la ONG
Ecosistemas del Chaco Oriental (ECO). Allí, trabajan en educación ambiental
para la conservación y en educación para la salud. Gran parte de sus proyectos los
realizan en el Este formoseño, en las llamadas "selvas en galería",
que se cierran por encima de riachos que desembocan en el Paraguay.
"Probablemente sea el ambiente más biodiverso del país. Son
espectaculares, pero no están representadas en el sistema de protección
nacional", lamenta.
Como antropólogo biológico, Fernández-Duque estudia el
comportamiento de los monos como si abriera una ventana al pasado, tratando de
imaginar cómo fueron los primeros homínidos a partir de animales que uno supone
que no tienen la influencia de una cultura o de una sociedad. "Nos
comparamos para discernir qué aspectos de la condición humana están más o menos
influidos por procesos evolutivos o por la biología", explica.
La situación de las distintas especies de primates depende
de múltiples factores. En Asia y Africa, las principales amenazas son el
crecimiento poblacional y el consumo de recursos, que son varias órdenes de
magnitud mayores que en América latina.
También influye su biología, ya que puede haber desde individuos
que pesan 30 gramos (un peso equivalente al de un alfajor) hasta gorilas
machos, que alcanzan los 200 kilos. "Cuando tenés primates grandes, como
los gorilas, organgutanes, chimpancés, macacos, que pueden tener una cría cada
9 años, la tasa de reproducción es mucho más lenta y cualquier desastre tarda
mucho en repararse -explica el científico-. Si te entran cazadores en un parque
nacional, tenés que esperar 15 años para tener adultos."
La caza de monos para su venta como mascotas amenaza su
preservación. Foto: Gentileza investigadores
En la Argentina, hay cuatro especies de primates. En Jujuy,
están los capuchinos, y en Misiones, Formosa, Chaco, Corrientes y una parte de
Santa Fe, dos especies de carayá y el mirikiná. Gracias al trabajo de
Fernández-Duque y Valeggia, este último fue declarado monumento natural de
Formosa.
"Desde acá ponemos el hombro para el desarrollo de la
ciencia en esa provincia -subraya el investigador-.Formosa necesita
desarrollarse, pero hay que hacerlo de una manera planificada. Elijamos zonas
que podamos desarrollar y otras que debemos proteger. Con la Ley de Bosques se
dio un paso adelante, lo importante es la implementación y el monitoreo."
El trabajo que acaba de publicarse en Science Advances es
producto de un largo y complicado proceso. Los primeros autores, Alejandro
Estrada, de México, y Paul Garner, de Illinois, Estados Unidos, reunieron a
especialistas con experiencia en diferentes temas, continentes y ambientes.
"Ojalá que la pluralidad de voces y perspectivas haga de este estudio algo
convincente -concluye
Fernández-Duque-. No vamos a poder proteger todo lo que
hay, pero tenemos que definir metas realistas y concentrarnos en eso." POR
NORA BAR . TOMADO DE LA NACION DE AR
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