Destrucción Por Juan
Augusto Roa La retención de unas 25 toneladas de carbón vegetal en Alto Verá,
un distrito ubicado literalmente en las faldas de la Cordillera San Rafael,
trae una vez más al tapete una situación que ocurre ante la mirada de todos,
pero ante la cual nos mostramos increíblemente incapaces de reaccionar: la
lenta pero inexorable destrucción de las últimas reservas de biodiversidad que
quedan en el departamento y en la región. Nuestro país tiene una excelente y
robusta legislación destinada a proteger los recursos naturales. En 2004 se
aprobó la Ley 2054, conocida como la de “Deforestación cero” que rige en la
Región Oriental; en agosto de 2013 el Congreso Nacional amplió su vigencia
hasta 2018. Pero, lamentablemente, la corrupción y la inconsciencia hacen que
tanta buena intención contenida en las normas valgan menos que papel mojado. Con
frecuencia se ven camiones circulando con rollos de madera nativa por la rutas
del departamento de Itapúa. De tanto en tanto se descubren “planchadas” de
madera en plena zona de la reserva, donde los árboles son convertidos en
tablones a pura habilidad de motosierristas para facilitar la salida desde la
selva, y desde hace mucho tiempo se sumó la práctica de fabricar carbón
vegetal. A veces, con la complicidad policial, y otras con la de las mismas
autoridades administrativas que aprueban aprovechamientos forestales que luego
no fiscalizan, o permiten su transgresión a cambio de alguna coima, y la
destrucción sigue sin pausa. Se impone la necesidad de que tomemos conciencia
sobre la gravedad de continuar con prácticas que conducen a la destrucción de nuestro
hábitat. Como nunca antes la humanidad tiene información sobre los efectos
destructivos a toda forma de vida de la contaminación y el uso irracional de
los recursos naturales. Cada uno de nosotros, por pequeño que sea nuestro
ámbito de acción, podemos hacer algo para evitar seguir llevando nuestra nave
–la Tierra– hacia la catástrofe. TOMADO DE ABC DE PARAGUAY
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