Ciénaga de Barbacoas, un paraíso que debe protegerse
La ciénaga de Barbacoas, un bien público y protector de la
naturaleza se ve amenazado, en buena parte, por la ganadería extensiva. FOTO
JUAN ANTONIO SÁNCHEZ.
190 hectáreas de humedales han sido limpiadas y recuperadas
por Corantioquia.
400 talleres ha realizado Corantioquia con las comunidades
del territorio.
72 hectáreas del espejo de agua han sido intervenidas en el
retiro de buchón de agua.
8 tortugas se liberaron en Barbacoas para un total de 142
unidades liberadas..
Sobre las ramas firmes de una hilera de yarumos, salta
alegre un mono aullador, que puede medir unos 80 centímetros. A unos doscientos
metros de distancia, hacen lo propio otros cuatro ejemplares, que supuestamente
conforman una familia. El que salta en el yarumo, por su tamaño, se presume que
es macho y que fue expulsado de la manada por otro macho de mayor tamaño, que
es el que domina, sostiene Julio César Marín, enlace entre Corantioquia y las
comunidades del Magdalena Medio para la conservación de la ciénaga de
Barbacoas, en Yondó.
No es un bosque grande ni de muchas hectáreas el que
antecede a la ciénaga, pero la exuberancia de su fauna es un espectáculo a los
ojos. Y también a los oídos, pues el animal no solo salta, también aúlla y su
eco se expande por kilómetros. La cola, casi igual de larga a su cuerpo, le
ayuda a moverse de rama en rama. A ratos se oculta y a ratos, como sabiendo que
su presencia encanta, se deja ver a plenitud para las fotos.
Pero como no es el único ejemplar, increíblemente pierde
interés cuando van apareciendo garzas que vuelan de árbol en árbol o paralelas
al río, donde exhiben toda su belleza. Como si les encantará ser admiradas,
estas aves, en su mayoría blancas de un blanco algodón, extienden sus alas a
todo lo ancho y se magnifican amenazantes para marcar territorio ante otras
aves que sobrevuelan el bosque.
Aparecen por todo el camino, sobre ramas secas o tupidas,
sobre la copa de un árbol o en la punta de una rama sin hojas, como mimetizadas
entre el verde para no ser avistada por posibles depredadores.
-Para pescar utilizan el pico, pero aprovechan sus largas
patas para engañar a los peces-, explica Luz Adriana Molina López, subdirectora
de Ecosistemas de Corantioquia y quien guía el viaje hacia la ciénaga de
Barbacoas, que aspira a ser declarada Zona Protegida bajo la figura de Distrito
de Conservación de Suelos, a finales de este año.
Es un proceso que lleva dos años de labores, tanto de reunir
documentación técnica y vivencial, como de socialización con las comunidades
habitantes de la zona, pescadores y ganaderos, que aunque son grandes
propietarios de las tierras, no así del espejo de agua, que la legislación
colombiana la considera un bien público y nadie puede apropiársela así esté
entre los predios privados.
Santuario de fauna
La ciénaga de Barbacoas es en sí un humedal de 20 mil
hectáreas de agua ubicada en jurisdicción de Yondó, a dos horas de Puerto
Berrío, por el río Magdalena. Es una riqueza natural con abundante fauna y
flora y que aunque por encima se ve exuberante, por debajo soporta amenazas.
Las más visibles son los búfalos, fieros, negros y de mirada
desafiante, que pastan en sus aguas como si fuera su propio territorio. En
Barbacoas hay centenares de estos ejemplares criados en unas 26 haciendas
ganaderas que habitan en el humedal.
Otra amenaza seria son el buchón y la lechuga de agua, que
emergen y flotan en cantidades que se calculan en miles de toneladas. Allí
crecen y se multiplican de manera natural y no parece haber forma de
erradicarlas por completo.
-Esa planta crece en tal dimensión debido a los nutrientes
que utilizan agricultores y ganaderos, que van al agua y facilitan su
desarrollo-, explica Julián Franco, coordinador del convenio Corantioquia, TNC
(The Nature Conservancy) y la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín para recuperar
y proteger este humedal.
El daño que hace la planta es que le resta espacio al espejo
de agua, absorbe el oxígeno y al secarse toma fondo y se convierte en sedimento
que le resta profundidad a la ciénaga. Termina matando peces y acabando con la
riqueza faunística, pues allí también habitan el manatí y la tortuga de río,
que se quedan sin hábitat.
Precisamente, está en ejecución un convenio con la comunidad
de Bocas de Barbacoas, la única que habita el humedal (72 viviendas y 105
familias, todas de pescadores), que a mano sacan de la superficie estas plantas
para que no acaben con el humedal.
-La labor consiste en sacar el buchón, lo picamos y lo
armamos en pacas, esperando que más tarde sea abono para nuestros proyectos
agrícolas-, comenta Jairo García, que realiza la labor con otras 24 personas de
su comunidad.
En 15 días han extraído más de cien pacas de cerca de dos
toneladas (más de 200 mil kilos), que pese a la dimensión, son un esfuerzo muy
pequeño para el tamaño del problema, pues el buchón invade todo el espejo de
agua.
Se calcula que un proyecto para limpiar totalmente la
ciénaga valdría más de $15.000 millones. Corantioquia, en este humedal, ha
invertido alrededor de $900 millones.
-De todos modos, aunque es poco, para nosotros es mucho,
porque nos da sostenibilidad y una oportunidad en época de escasez de pescado-,
afirma María Georgina Paniagua, una señora de 55 años, la única mujer en el
proyecto, y que se encarga de picar el buchón con un machete.
Concierto salvaje
Recorrer el caño que lleva a la ciénaga de Barbacoas es como
asistir en vivo a un concierto maravilloso de la selva. Increíblemente, las
visitas que llegan a este lugar exuberante lo hacen para explotar y depredar y
muy poco para extasiarse con su belleza.
En temporada de subienda, llegan hasta 300 lanchas con
pescadores, que salen con sus embarcaciones llenas a ofertar el producto a los
mercados de Medellín y los Santanderes.
Julio César Marín, que lleva 47 años explorando este
territorio, sostiene que por embarcación se llevan hasta 500 kilos de pescado,
especialmente bocachico (el que más abunda en el humedal), sin dejar ningún
beneficio en la región.
-Calcule 300 lanchas con de a cuatro pescadores llevándose
toda esa cantidad por día-, concluye.
Por eso, Corantioquia acaba de liberar cinco mil alevinos,
bocachicos bebés que en meses crecerán y serán el sustento de la comunidad de
Bocas de Barbacoas, unas 400 o 500 personas que viven de la pesca artesanal,
que no tienen servicio de energía eléctrica ni acueducto, que no ven televisión
ni escuchan la radio y que su único contacto con el mundo moderno les llega
cuando salen a Puerto Berrío, algo poco frecuente por la distancia y el valor
de los viajes.
-Esta población aún maneja buenas prácticas de pesca, lo
hacen con atarraya y son conscientes de que del trato que le den a la ciénaga
depende su supervivencia-, apunta Luz Adriana Molina.
-Acá cuando llega gente a pescar con transmallo la frenamos,
porque eso agota mucho el recurso. Alguna gente de nuestra comunidad lo hacía
pero ya saben que es dañino y no lo practican-, asegura José Manuel Morales
Pacheco, de Bocas de Barbacoas y que es consciente del impacto negativo que
trae el mal cuidado de su ecosistema.
-El pescado se ha mermado cien por ciento, antes uno salía a
pescar y cogía entre 100 y 200 pescados, ahora si mucho 10 o 20, la merma es
total y por eso nos gusta este proceso con Corantioquia-, añade José Manuel, de
62 años.
Para Corantioquia, Barbacoas es un complejo cenagoso
altamente biodiverso y muy significativo para la regulación hídrica de la zona
del Magdalena Medio, teniendo en cuenta que el río Magdalena es la principal
arteria fluvial del país. Si bien las aguas del Magdalena llegan al humedal,
este se formó con aguas de diversos afluentes.
Pero Barbacoas no solo es paisaje, manatíes, monos
aulladores, nutrias, osos perezosos y más de 200 especies de aves que vuelan
entre los árboles y arbustos.
Es una riqueza natural que contribuye al desarrollo
económico de la región. Las autoridades ambientales no se oponen a que los
humanos y las comunidades que habitan el territorio se lucren de su riqueza
pesquera y su flora. El llamado es a que lo hagan cumpliendo las normas
ambientales y contribuyendo a que la ciénaga no se deteriore, pues es atentar
contra el recurso que genera riquezas.
En ese sentido, además de pactos con pescadores para que
sigan las buenas prácticas, también se han involucrado ganaderos.
El zootecnista de Corantioquia Santiago Jaramillo, asistente
auxiliar para el convenio, sostiene que ya hay en marcha cinco proyectos
silvopastoriles de buenas prácticas de ganadería que aportarán a la mejor
conservación de las aguas y el bosque.
-En el principal predio ganadero nos cedieron 10 metros de
retiro para sembrar árboles y ya tenemos un corredor biológico de tres
kilómetros y 18 hectáreas, que además de oxigenar el agua permitirá el retorno
de las especies faunísticas-, que es la mejor manera de conservar el ecosistema
para que mantenga su equilibrio biológico, explica el profesional, que en su
trabajo de inmersión le toca cohabitar con la comunidad de Bocas de Barbacoas
por periodos de hasta quince días, cambiando por completo sus costumbres y estilo
de vida.
El impacto cultural y social de esta labor se siente y se
fortalecerá más cuando se logre la declaratoria de Área Protegida, con lo cual
podrían llegar más apoyo y recursos nacionales e internacionales para lograr la
conservación y protección de esta riqueza natural, que aunque se vea invisible
para los millones de pobladores de Antioquia, está a solo siete horas de
Medellín: cinco por carretera hasta Puerto Berrío y dos en lancha por el río
Magdalena.
Una distancia muy corta si la recompensa será ver una
maravilla natural, el canto y vuelo de miles de aves y la audacia del mono
aullador para saltar entre los árboles, esquivo, juguetón y exhibicionista a
los ojos de los visitantes... ..
APORTE DE CARA AL CAMBIO CLIMÁTICO
Humedales de Vida es un proyecto que nació en 2014 entre
Ecopetrol y las corporaciones Corantioquia y Cornare orientado a disminuir los
impactos del cambio climático y favorecer la conservación de la biodiversidad y
la gestión para el manejo de los recursos hídricos. Actualmente, el convenio lo
adelantan Corantioquia, la Sociedad de Mejoras Públicas de Medellín y la
fundación internacional TNC -The Nature Conservancy-. Este convenio ha
permitido que en el Magdalena Medio antioqueño se recuperen humedales en la
cuenca del río Cimitarra y la cuenca baja del río Claro Cocorná Sur en la
territorial Zenufaná, en poblaciones como Yondó, Puerto Nare, Puerto Triunfo y
Puerto Berrío. Se acude a estrategias como el repoblamiento íctico (peces)
mediante la siembra de alevinos; el repoblamiento vegetal en zonas de
protección del recurso hídrico; el adelantamiento de procesos de educación
ambiental para la sensibilización comunitaria sobre el cuidado e importancia de
los humedales; el reconocimiento de la importancia del manejo y recuperación de los humedales para contrarrestar los efectos del cambio climático y su contribución como estrategia de mitigación a escala global. Corantioquia ha invertido más de $3.700 millones. Por Gustavo Ospina – tomado de el colombiano
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