Perspectivas económicas mundiales, enero de 2020:
crecimiento lento y desafíos normativos
Un buque de carga vacío navega en el mar. ©
sergeisimonov/Shutterstock
TITULARES
- La
economía mundial experimentará un ligero repunte, si todo va bien.
- El
crecimiento de los mercados emergentes y las economías en desarrollo se
acelerará en 2020 debido a que algunas economías emergentes superarán el
período recesivo.
- El
aumento de la deuda y la desaceleración del crecimiento de la
productividad plantean desafíos para los encargados de la formulación de
políticas.
Luego
de registrar su peor desempeño desde la crisis financiera
internacional, la economía mundial experimentará un ligero repunte, si
todo va bien.
Esta lenta recuperación se ve amenazada por
otras dos tendencias que despiertan interrogantes sobre el curso del
crecimiento económico: el aumento sin precedentes de la deuda a nivel mundial y
la prolongada desaceleración del crecimiento de la
productividad, que debe recuperarse para mejorar los niveles de vida
y contribuir a la erradicación de la pobreza.
Según lo previsto en el informe semestral Perspectivas
económicas mundiales del Banco Mundial, este
año el crecimiento mundial aumentará un 2,5 %, lo que representa un ligero
repunte respecto del 2,4 % registrado en 2019, a medida que el comercio y
la inversión se recuperen gradualmente. Se prevé que el crecimiento de las
economías avanzadas en su conjunto disminuirá del 1,6 % al 1,4 %, debido
principalmente a la persistente debilidad en las manufacturas.
El crecimiento se desaceleró en 2019, pero se espera
que aumente entre 2020 y 2022.
El
crecimiento de los mercados emergentes y las economías en desarrollo se
acelerará del 3,5 % registrado el año pasado al 4,1 %. Sin embargo, se
anticipa que el repunte provendrá mayormente de un pequeño número de grandes
economías emergentes que superarán el estancamiento económico o se
estabilizarán tras salir de un período recesivo o turbulento. En muchas
otras economías, se prevé que el crecimiento se desacelerará mientras las
exportaciones y las exportaciones seguirán registrando un nivel deficiente.
Un aspecto preocupante de la tendencia de crecimiento lento
es que, aun cuando las economías emergentes y en desarrollo se recuperen
tal como está previsto, el
crecimiento per cápita se mantendrá muy por debajo de los promedios a largo
plazo y avanzará a un ritmo demasiado lento para alcanzar los objetivos de
erradicación de la pobreza. De hecho, el crecimiento del ingreso será
más lento en África al sur del Sahara, la región donde vive el 56 % de los
pobres del mundo.
El crecimiento del ingreso per cápita está rezagado
respecto de los promedios a largo plazo.
Además, incluso este modesto repunte podría verse alterado
por varias amenazas. Podría tener lugar una nueva escalada de
conflictos en las relaciones comerciales. Del mismo modo, una
desaceleración mayor a la esperada en las principales economías como
China, Estados Unidos o la zona del euro generaría amplias repercusiones. El
resurgimiento de las tensiones financieras en grandes mercados emergentes —como
las que experimentaron Argentina y Turquía en 2018—, la escalada de las
tensiones geopolíticas o una serie de fenómenos meteorológicos extremos podrían
provocar efectos adversos en la actividad económica mundial.
Oleada de endeudamiento
Un aspecto que ensombrece las perspectivas es el
hecho de que en
los últimos 50 años se ha registrado la oleada de acumulación de deuda más
grande, más rápida y más generalizada entre las economías emergentes y en
desarrollo. La deuda total entre dichas economías trepó del 115 % del
producto interno bruto (PIB) en 2010 a alrededor del 170 % del PIB en
2018. Los niveles de deuda también han aumentado en los países de ingreso
bajo luego del marcado descenso registrado entre 2000 y 2010.
La actual oleada de endeudamiento difiere de las anteriores
en que se ha incrementado la proporción de tenencias de deuda pública de no
residentes en los mercados emergentes y economías en desarrollo, de deuda
privada denominada en moneda extranjera en dichos mercados y economías, y,
en el caso de los países de ingreso bajo, de los préstamos de los mercados
financieros y acreedores bilaterales que no son miembros del Club de París, lo
que genera inquietud acerca de la transparencia y
la colateralización de la deuda.
En las economías emergentes y en desarrollo, durante la
última década, el crecimiento se ha desacelerado y la deuda se ha incrementado.
El
endeudamiento público puede ser beneficioso e impulsar el desarrollo económico
cuando se utiliza para financiar inversiones que promueven en desarrollo,
por ejemplo, en infraestructura, atención de la salud y educación. La
acumulación de deuda también puede servir para estabilizar la
actividad económica durante las recesiones.
Sin embargo, las tres oleadas de acumulación de deuda
anteriores acabaron mal: incumplimientos en el pago de deuda soberana
a principios de los años ochenta; crisis financieras a fines de la década de
1990; la necesidad de importantes alivios de deuda en la década de
2000, y la crisis financiera mundial en 2008-09. Y si bien hoy en día algunos
de los riesgos se ven mitigados por las bajas tasas de interés, el alto nivel
de deuda conlleva riesgos significativos. Puede llevar a que los países se
tornen demasiado vulnerables a las conmociones externas, limitar la capacidad
de los Gobiernos para contrarrestar las recesiones con estímulos
fiscales y obstaculizar el crecimiento a largo plazo
desalentando la inversión privada que mejora la productividad.
Esto significa que los Gobiernos deben tomar medidas para
minimizar los riesgos asociados a la acumulación de deuda. La sólida gestión de
la deuda y la transparencia de la deuda pueden ayudar a mantener controlados
los costos de endeudamiento, mejorar la sostenibilidad de la deuda y reducir
los riesgos fiscales. Contar con sólidos regímenes de regulación y supervisión,
una gestión institucional adecuada y normas internacionales comunes puede
ayudar a contener los riesgos, garantizar que la deuda se utilice de manera
productiva e identificar vulnerabilidades desde temprano.
Otro
aspecto del ritmo decepcionante al que crece la economía mundial es la
desaceleración generalizada del crecimiento de la productividad que
se viene registrando en los últimos 10 años. Dicho crecimiento
—producción por trabajador— resulta indispensable para elevar los niveles de
vida y alcanzar los objetivos de desarrollo.
En esta edición de Perspectivas económicas
mundiales se incluye un extenso análisis de las tendencias de la
productividad centrado en la manera en que las economías emergentes y en
desarrollo se han visto afectadas por la desaceleración de la productividad. Un
trabajador de una economía emergente o en desarrollo produce menos
del 20 % que un trabajador de una economía avanzada, y en las economías de
ingreso bajo esta cifra disminuye al 2 %.
Desde la crisis financiera mundial, se ha registrado
una desaceleración generalizada de la productividad en las economías
emergentes y en desarrollo.
Entre las economías emergentes y en desarrollo, que tienen
un historial de aumentos y retrocesos de los niveles de productividad, la
desaceleración que pasó del 6,6 % en 2007 a un escaso 3,2 % en 2015 ha sido la
más pronunciada, la más prolongada y la más generalizada hasta la
fecha. Dicha desaceleración se debe a la reducción de los niveles de
inversión y de mejoras en términos de eficiencia, la disminución de los
beneficios derivados de la reasignación de recursos a sectores más productivos,
y la desaceleración de los avances en relación con los factores clave de la
productividad, como la educación y la calidad institucional.
¿Cómo se reactiva el crecimiento de la productividad? Las
perspectivas para la productividad siguen siendo un desafío. Por lo tanto, se
requieren esfuerzos para estimular la inversión privada y
pública; actualizar las capacidades de la fuerza laboral para promover
sólidos niveles de productividad; ayudar a que los recursos se asignen a los
sectores más productivos; revitalizar la adopción de tecnología y la innovación
tecnológica, y promover un entorno macroeconómico e institucional favorable al
crecimiento.
En esta edición del informe se analizan otras dos
cuestiones: las consecuencias negativas de los controles de precios y las
perspectivas de inflación en los países de ingreso bajo.
Si bien en algunos casos los controles de precios se
consideran una herramienta útil para suavizar las fluctuaciones que afectan a
bienes y servicios como la energía y los alimentos, también pueden obstaculizar
la inversión y el crecimiento, empeorar los resultados de la
reducción de la pobreza, y dar lugar a cargas fiscales más onerosas. Reemplazarlos
con redes de protección social ampliadas y dirigidas a beneficiarios
específicos, fomentando al mismo tiempo la competencia y un entorno
regulatorio eficaz, puede ser beneficioso tanto para la erradicación de la
pobreza como para el crecimiento.
Y aunque en los últimos 25 años la inflación ha disminuido
marcadamente en los países de ingreso bajo, es necesario seguir tomando medidas
para que se mantenga baja y estable. Una inflación baja se asocia con niveles
más estables de producción y empleo, mayor inversión, y disminución de las
tasas de pobreza. Sin embargo, el aumento de los niveles de deuda y de las
presiones fiscales podría poner a algunas economías en riesgo de sufrir
disrupciones que podrían generar subas de precios considerables. Para mantener
los precios bajo control, es indispensable fortalecer la independencia del
Banco Central, establecer objetivos claros para la autoridad monetaria y
fortalecer la credibilidad de dicha institución.
Si bien las perspectivas económicas mundiales para 2020 anticipan
una frágil tendencia ascendente que podría verse alterada, existe un alto grado
de incertidumbre respecto de las previsiones, debido a la imprevisibilidad que
existe en torno a las políticas comerciales y de otro tipo. Si los encargados
de la formulación de políticas logran mitigar las tensiones y
esclarecer las cuestiones no resueltas en varias esferas, podrán demostrar que
el pronóstico estaba equivocado generando un crecimiento mayor que el
previsto.
BANCO MUNDIAL
TOMADO DE ENVIO DE BANCO MUNDIAL
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