Educación ambiental
Es fácil percibir cómo las jóvenes generaciones se
involucran más que sus mayores en las cuestiones ambientales. Está
claro que no es de ellos la responsabilidad por haber llegado a este grave
estado de cosas y que asumen su protagonismo para enderezar el rumbo, antes de
que sea muy tarde. Desde la educación, urge abordar los desafíos que plantea el
futuro para reparar los daños ya causados y evitar que se repitan, generando
una nueva conciencia y una forma de vincularnos con el medio ambiente y la
naturaleza que involucre a toda la comunidad.
En esta dirección celebramos que, con 215 votos afirmativos,
7 negativos y 18 abstenciones, la Cámara de Diputados aprobara semanas atrás
el proyecto de ley
de educación ambiental que propone garantizar el derecho a una
educación gratuita, federal, apartidaria y sostenida en este delicado campo.
Desde la plataforma Change.org, educadores y organizaciones
socioambientales lanzaron una por la inmediata sanción de la ley por parte
del Senado.
La educación ambiental es mucho más que información
acerca del ambiente. Es una disciplina transversal y subsidiaria a
los Objetivos de
Desarrollo Sostenible propuestos por las Naciones Unidas. De aquí a
2030, la meta es asegurar que todos los alumnos adquieran los conocimientos
teóricos y prácticos requeridos para promover el desarrollo sostenible que
permita definir una nueva ciudadanía ambiental.
Aprender a respetar y valorar la biodiversidad, reconocer la
fragilidad de la sostenibilidad y de los ecosistemas es una forma de
solidarizarnos activamente con las generaciones futuras. De hecho hablamos de
la que debería ser una de las principales políticas de Estado cuando el tiempo
nos apremia.
Sin embargo, como bien planteó la diputada Graciela
Camaño en el debate, “el compromiso ambiental debe ser tomado como un
problema prioritario, no podemos hacer que nos interesa el tema y tener frenada
la ley de humedales o la ley de biocombustibles, es bochornoso”.
Es que la educación ambiental no defiende un punto de vista
o un curso de acción en particular. Más bien, enseña a las personas cómo
sopesar los distintos aspectos de un problema a través del pensamiento crítico.
Los cada vez más complejos problemas ambientales requieren
un abordaje complejo, sistémico, para evitar decisiones injustas. Es necesaria
una más profunda comprensión del ambiente y los desafíos que plantea el
desarrollo sostenible. Es de desear que la pronta aprobación de la ley
y su reglamentación aseguren su cumplimiento. No hay tiempo que perder. No hay un
planeta B.
Tomado del editorial de la nación de ar
NOTA , QUIEN VOTO EN CONTRA? Y QUIEN SE ABSTUVO ?
No hay comentarios:
Publicar un comentario