Qué sabemos hasta ahora del coronavirus
Un grupo de Científicxs y Universitarixs Autoconvocadxs de
Bariloche analiza los diferentes casos mundiales y regionales para aportar
alternativas de acción desde el país.
Por A. Baruj, J. Cabrera, L. Da Rold, C. Ratto, D.
Zacharias Zanotti
Imagen: Télam
Lo que nos deja el coronavirus
Desde el 17 de noviembre, fecha estimada en la cual el
paciente cero se contagió el virus, la pandemia del Coronavirus COVID-19 ha
dejado al día de hoy 266.115 casos confirmados y 11.153 muertes. En apenas
cuatro meses ha hecho estragos. Además del número de muertes, ha dejado a gran
parte del globo en cuarentena, con sistemas sanitarios colapsados, y con
Estados sin saber bien cómo contener o mitigar la crisis. Pero si miramos un
poco más allá, hay varias reflexiones que podrían ser útiles para pensar los diferentes
tipos de respuestas estatales, las políticas públicas adoptadas y los modelos
de seguridad social bajo los cuales operan los distintos Estados.
Principalmente, esta experiencia nos permite reflexionar sobre el rol de lo
público. Para ello nos propusimos elaborar alguna medida que nos permita
comparar la evolución de la pandemia por país, a partir del incremento del
número de casos. Hemos analizado las curvas de nuevos casos diarios de
coronavirus en varios países, que reflejan distintos tipos de respuestas y
políticas ante la situación de crisis. Para hacerlo, tratamos de cuantificar
esa respuesta[1] .
El avance de la enfermedad en cada sociedad sigue un patrón
específico. Sin entrar en detalles matemáticos, buscamos cuántos días
transcurren, en promedio, para que el número total de casos se multiplique por
10 en cada país. Ese factor determina la tasa con la que se propaga la
enfermedad. Cuanto mayor sea el factor, más días pasan hasta que los casos se
multiplican por diez. Podríamos decir que el contagio de casos va más lento y eso
da posibilidades a los sistemas de salud para actuar de manera efectiva. Esto
es lo que en otras notas se describió como “achatar la curva de la epidemia”.
Una pequeña diferencia en ese factor se traduce en una diferencia enorme en el
número de casos a diagnosticar y atender. Por ejemplo, si ese número es 15, el
día 1 tendremos un caso, el día 15 tendremos 10 casos acumulados, el día 30
tendremos 100 y el día 45 se habrán acumulado 1.000 casos. Ahora, si el factor
fuese 10 en lugar de 5 (solo 5 de diferencia), tendremos 10 casos el día 10,
100 el día 20, 1.000 el día 30 y 10.000 el día 40. La diferencia entre una y
otra situación es la que puede hacer que el sistema de salud colapse.
Buscamos ese factor para varios países y nos preguntamos si
era posible encontrar correlaciones entre ese número y las políticas de
respuesta a la pandemia aplicadas en cada país.
El caso de China
China fue el primer país donde se detectó la epidemia. La
respuesta inicial del gobierno central y los gobiernos provinciales fue laxa.
Para cuando fue declarada la emergencia, las personas enfermas llevaban un
tiempo largo moviéndose sin restricciones. Durante ese período, los nuevos
casos se multiplicaron por 10 cada 6,5 días. Hacia fines de enero, los
contagios pasaron de cerca de 400 a 6.000 en una semana. Luego de ese período
se observa una disminución marcada en la velocidad de contagios, con un tiempo
de multiplicación por 10 del número de casos de 13 días durante los días
siguientes y, finalmente, una caída abrupta de la velocidad de contagios
(saliendo del régimen exponencial). Este comportamiento puede correlacionarse
con la respuesta estatal, que se hizo efectiva entre el 30 de enero y el 2 de
febrero: cierre de zonas y ciudades, declaración de aislamiento obligatorio,
suspensión de las clases presenciales y refuerzo del sistema sanitario local a
un ritmo extraordinario. Dos semanas después de la intervención estatal, la
cantidad de casos nuevos cayó día a día hasta que ayer, 19 de marzo, la
cantidad de nuevos casos en Wuhan fue nula, por primera vez desde el inicio de
la crisis.
Por ser el primer país afectado, la situación particular de
China nos da una imagen de lo que sucede cuando no se toman políticas activas
en contra de la propagación del virus, y luego, de lo que ocurre con una fuerte
y efectiva intervención estatal.
Los países con mejor respuesta
Algunos países han demostrado tener respuestas exitosas
frente a la pandemia. Algunos ejemplos son los de Corea del Sur,
Singapur y Alemania. En los tres países se observa un período inicial de
entre 25 y 30 días con pocos nuevos casos diarios. Otra particularidad de estos
países es que la tasa de mortalidad es baja. Ello habla de sistemas de salud
fuertes, con políticas activas en detección y confirmación de casos sospechosos,
y sistemas públicos que permiten dar asistencia a los casos que se acumulan
rápidamente. Ante la emergencia, el sistema sanitario ya cuenta con hospitales,
camas, respiradores y personal que puede responder más fácilmente que en los
casos donde esa infraestructura no existe, es defectuosa o se halla saturada
ante la falta de éxito en evitar la propagación de la enfermedad.
Otro factor que demuestra ser clave es la respuesta social
ante las medidas de prevención de los Estados. En muchos de los casos analizados,
la diferencia entre una respuesta adecuada y una desorganizada se traduce en
miles de personas fallecidas al cabo de pocas semanas.
En Corea del Sur hubo un período inicial
con muchos casos registrados tras lo cual se implementaron medidas de aislamiento.
Luego de la fase inicial, el número de casos comenzó a crecer muy rápido. El
tiempo de multiplicación por 10 durante la fase de crecimiento fue de 11 días.
La respuesta estatal fue imponer restricciones al movimiento de personas,
además de una política muy agresiva de detección del virus en la población. Más
de 200.000 personas fueron analizadas (alrededor de 1 cada 250 habitantes). El
período de crecimiento duró aproximadamente seis semanas, luego de lo cual el
número de nuevos casos comenzó a decrecer de forma diaria. En este momento, la
progresión de la enfermedad puede considerarse controlada y en fase de remisión
en ese país.
En Singapur el gobierno impuso políticas
claras y severas desde el inicio, que fueron acompañadas por un alto grado de
aceptación en la ciudadanía. Este país sufrió, en 2003, una epidemia de
Enfermedad Respiratoria Aguda Severa (SARS por su sigla en inglés). En 2009 fue
víctima también de la epidemia de virus H1N1 (fiebre porcina). Es probable que
el alto grado de acatamiento de las medidas tenga que ver con ello. La política
estatal incluye restricciones al movimiento de personas, fuerte campaña de
información y testeo frecuente. Inicialmente, la cantidad de casos se
multiplicaba por 10 cada 14,8 días. La epidemia aún se encuentra en fase de
crecimiento en Singapur, pero el tiempo de multiplicación actual es de 40 días.
En este país, notablemente, se reportaron 385 casos y ninguna muerte.
En Alemania también la enfermedad está en
fase creciente, y lo hace a un ritmo rápido con un tiempo de multiplicación por
10 de 8,3 días. A pesar de reportar casi tantos casos como España (casi
20.000), han fallecido allí 67 personas, menos de la décima parte de los
fallecidos en España. Aquí parece ser clave el haber mantenido una baja tasa de
contagio durante casi un mes y el tener una robusta infraestructura sanitaria.
Este sistema de salud será exigido al máximo en los próximos días.
Los países con peores resultados
Hay países donde el desarrollo de la crisis demuestra que
las políticas adoptadas no fueron efectivas o suficientes. Lo que observamos en
común en estos casos es la falta de una respuesta temprana contundente y una
respuesta social desorganizada frente a las medidas de los gobiernos. Los
ejemplos más claros son Italia, España e Irán.
En Italia, durante los primeros 15 días, el
número de nuevos casos por día osciló entre 1 y 6. Luego de esa etapa, pasó de
6 a 3.500 casos por día en solo tres semanas, con un factor de multiplicación
por 10 de 9,5 días. La respuesta inicial de Italia fue tardía lo cual, a la
postre, puso en jaque a todo el sistema sanitario. Al principio el gobierno
subestimó la gravedad del problema y tardó en implementar las primeras medidas,
como prohibir las aglomeraciones, la celebración de festivales, restringir el
movimiento de personas y realizar análisis masivos.
La población también respondió en forma desordenada,
burlando o acatando tardíamente las medidas dictadas por el gobierno. Aquí lo
que provocó la debacle no parece ser tanto la tasa como la inefectividad de las
medidas. Cuando la magnitud del desastre se hizo evidente, el gobierno fue
imponiendo políticas paulatinamente más fuertes, pero eso no pudo evitar los
casos que ya estaban en desarrollo. Por otra parte, las medidas y la
concientización social han ido consistentemente detrás de la curva de la
epidemia. Cuando el número de enfermos superó la capacidad de respuesta del
sistema de salud, la tasa de mortalidad se disparó. Las medidas actuales
incluyen una cuarentena estricta para toda la población (si bien más de 40.000
personas fueron multadas por violarla), estando al borde de decretar el toque
de queda. Por desgracia, la efectividad de las medidas actuales recién podrá
observarse dentro de varios días.
En Irán la respuesta inicial fue similar a
la de Italia y, como resultado, el tiempo de multiplicación fue muy corto: 5
días. Tras 2 semanas, se adoptaron medidas tendientes a restringir el
movimiento de la población. De todas maneras, la respuesta social no es la
adecuada. Por ejemplo, a pesar de las disposiciones oficiales y religiosas,
casi 1 millón y medio de personas se desplazaron hoy por el país para celebrar
el año nuevo. Si bien la situación de Irán se vio posiblemente agravada por las
sanciones económicas impuestas por EE.UU., que limitaron la respuesta del
sistema de salud, el país no encuentra respuestas internas a la epidemia. El
número de contagios es similar al de Alemania y España (alrededor de 20.000),
pero el de personas fallecidas asciende a más de 1.400.
En España la respuesta inicial no estuvo a
la altura de la epidemia, y el problema se agravó por desinteligencias entre
Madrid y las comunidades autónomas regionales. Ello llevó a una respuesta
descoordinada, que se refleja en un factor multiplicador de 7 días, una tasa
muy acelerada. El sistema de salud de España, además, sufre por las
restricciones que se le impusieron como prenda para recibir ayuda ante la
crisis financiera de hace 10 años. El escenario es sombrío, con más de 20.000
personas contagiadas, 1.043 fallecidas, y altas chances de ir a una situación
como la italiana.
Estados Unidos
Una clave fundamental para analizar el caso de EE.UU. es
el tipo de estado y el sistema de salud mercantilizado que posee. Gran parte
del sistema de salud es privado y para poder acceder a la infraestructura
pública hay que cotizar en el sistema de seguridad social, o estar básicamente
fuera del sistema. Ir al médico implica pagos de coseguros con altos costos.
Eso hace que aún para los que tengan cobertura, acudir al sistema de salud sea
caro, por lo cual mucha gente, y más si presenta síntomas leves, prefiere no ir
al médico. Muchos inclusive, ante condiciones precarias de empleo
flexibilizado, continúan concurriendo a su trabajo aún con síntomas. Esto
dificulta el diagnóstico y la posibilidad de contener al virus mediante el
aislamiento de los casos sospechosos.
La respuesta del gobierno estadounidense se parece mucho a
la que implementó Italia. Al inicio hubo una fuerte comunicación oficial
minimizando los riesgos y asegurando que la situación no revestía gravedad. Si
bien los primeros casos fueron detectados hace varios meses, el número de
diagnosticados no creció de manera significativa en ese tiempo, la expansión
significativa de la enfermedad comenzó en los últimos días. Quienes analizan el
sistema de salud norteamericano indican que esto se debe a que los tests de
detección no son gratuitos allí, y para ser diagnosticado de Coronavirus hay
que pagar. Esto lleva a una peligrosa subestimación del número de enfermos que,
además, continúan con sus vidas desplazándose por el país y multiplicando de
ese modo el número de contagios. Actualmente, el número de nuevos casos se
multiplica por 10 cada 8 días. En base a lo que sucedió en otros países, EE.UU.
parece estar a las puertas de una situación similar a la vivida por China en el
comienzo de la pandemia.
Los países de la región
El coronavirus llegó a América Latina algo
más tarde, lo que permite tener información necesaria para la evaluación de
medidas que ya han demostrado ser exitosas y prevenir de ese modo el avance de
la pandemia a nivel local. Nuestro país tiene dos vecinos donde se considera
que el virus ya circula entre la población: Brasil y Chile.
Brasil está aplicando políticas similares a las
de Italia al principio de la epidemia. Aún se encuentra en la fase inicial, los
casos son relativamente pocos, aunque se han incrementado rápidamente en los
últimos días y hoy hay 793 casos confirmados. El gobierno brasileño ha adoptado
una posición errática y hasta de negación hacia las posibles consecuencias. El
caso más extremo es el del presidente quien, a pesar de tener más de 15
contagios entre sus propios funcionarios, se despacha a diario con gestos de
desdén hacia las actitudes preventivas. Actualmente, el tiempo de
multiplicación por 10 en Brasil es de 7,6 días.
El primer caso en Chile fue detectado el 3
de marzo, el mismo día que en Argentina y hoy tiene 434 casos confirmados. Su
tiempo de multiplicación actual es de 6 días. El sistema de salud chileno se
asemeja al norteamericano, por el nivel de mercantilización y privatización.
En Argentina
En Argentina, con los datos disponibles al día
de hoy, la multiplicación de los casos por 10 ocurre cada 11 días. No hemos
observado un período de casos constantes, como en Corea, Singapur o Alemania,
pero el ritmo de crecimiento es bajo en comparación a países similares o a los
países de la región. Todavía es pronto para hablar de política exitosa, pero
los datos iniciales sumados a los resultados obtenidos en otros países,
deberían ayudar a reforzar las políticas restrictivas y de aislamiento ya
aplicadas.
El gobierno tuvo una reacción muy temprana y se adoptaron
fuertes medidas desde la aparición de los primeros casos. Por ahora la curva
parece aplanada, lo que quiere decir que el proceso de multiplicación de casos
es relativamente lento, al menos por ahora. Todavía falta tiempo para poder
evaluarlo, más aún teniendo en cuenta que el resultado de las medidas que se
tomen hoy, recién se verá dentro de 14 días. Por lo tanto, lo que vemos hoy es
el resultado del período en el que no se habían implementado ninguna de las
medidas tendientes a disminuir la circulación de gente ni el aislamiento
obligatorio. También hay que tener en cuenta que el sistema de salud pública
durante los últimos cuatro años sufrió una gran embestida con fuertes recortes,
ajuste y maltrato al personal, que lo han dejado en una situación de fragilidad.
Otra de las enseñanzas que nos deja la pandemia del
coronavirus, es que hoy todos dependemos del sistema de salud pública. Cabe
destacar que estudios recientes muestran que el COVID-19 es especialmente
peligroso para las personas de 60 años en adelante, cuya salud tenemos que
preservar con especial cuidado. Además, hay que tener en cuenta que las
personas infectadas pueden contagiar el virus antes de sentir síntoma
alguno.
Creemos que las medidas preventivas adoptadas por el
Gobierno Nacional se ven justificadas en las experiencias descriptas en este
texto y, por lo tanto, la contención de la pandemia dependerá en gran medida de
la responsabilidad de los y las ciudadanas, y que respetemos el aislamiento
obligatorio. La clave es no exponernos ni exponer al resto, sobre todo a
aquellas personas que se hallan en grupos de riesgo. En nuestro país, la
posibilidad de evitar una disparada a la italiana dependerá, en buena medida,
del comportamiento social.
*De Científicxs y Universitarixs Autoconvocadxs de Bariloche
[1] Los datos fueron obtenidos en:
https://ourworldindata.org/coronavirus-source-data
Tomado de pagina 12 de ar
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