¿A quiénes debe servir la educación argentina?
Por Jorge ZaccagniniA despecho de los informes que descalifican la posibilidad argentina de acercarse al mundo de las grandes potencias, la crisis mundial que está modificando sustancialmente el modelo globalizador imperante. La Alfabetización Informática nos brinda una oportunidad inédita de incorporarnos a la Sociedad del Conocimiento desde nuestra propia identidad cultural.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) es una organización creada por los países industrializados “comprometidos con la democracia y la economía de mercado”. Cada tres años, la OCDE elabora un informe que evalúa “la formación de los alumnos que se encuentran a punto de iniciar la educación post-secundaria o que está a punto de integrarse a la vida laboral”.
La investigación, que lleva el nombre de PISA Programme for International Student Assessment (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), alcanza a un significativo número de países, entre ellos el nuestro, con muestras representativas “de entre 4.500 y 10.000 estudiantes por país”. La evaluación cubre las áreas de lectura, matemáticas y competencia científica.
Y el énfasis de la evaluación está puesto “en el dominio de los procesos, el entendimiento de los conceptos y la habilidad de actuar o funcionar en varias situaciones dentro de cada dominio”.
Los resultados de PISA colocan generalmente a la Argentina, en una posición desfavorable en relación a la mayoría de los países encuestados. Cada vez que esto sucede —y sucede cada tres años—, desde distintos ámbitos se renuevan las críticas sobre nuestro sistema educativo y surgen múltiples propuestas de cambio.
Todas provienen de un amplio arco que va desde quienes están convencidos de que dicho cambio no debe agotarse en la decisión de aumentar horas de clase o promover la inclusión, hasta los que se rasgan las vestiduras por haber quedado en la “zona del descenso” de la tabla que produce este informe.
¿En qué medida son útiles los resultados del informe PISA para evaluar la realidad educativa argentina? Guillermina Tiramonti, directora general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en una nota publicada en el matutino La Nación, opinaba que “las pruebas son un invento del mundo globalizado, que construye de este modo metas educativas comunes para el conjunto de los países. La prueba marca por un lado qué hay que saber y, por otro, cuánto saben de eso los alumnos de los diferentes países.
Hay un supuesto de base: que las posiciones en el ranking mejoran o empeoran las posibilidades nacionales de acercarse al mundo de las grandes potencias”.
¿Acercarse para qué? ¿En qué condiciones? ¿Con qué rol? Las potencias que imaginaron un orden signado por la lógica financiera, se encuentran hoy ante graves dificultades para sostener el modelo global que intentaron imponer.
Emergen nuevas potencias y nuevas crisis, y la globalización toma rumbos muy distintos. En este contexto, en el que una estrategia de seguidismo parecería conducir a un precipicio, resulta lógico imaginar un camino que permita sumarnos al proceso de mundialización con identidad propia, potenciando al máximo los muchos recursos, naturales y humanos, con que contamos.
Entre los variados caminos que pueden aproximar al necesario objetivo de inclusión de estos sectores, cabe destacarse una singular experiencia originada en nuestro país: la Alfabetización Informática que, desde el año 2003, lleva adelante la Asociación Civil Infoworkers Trabajadores de la Información.
La Alfabetización Informática introduce la idea de que las tecnologías de información y comunicación deben ser puestas al servicio del hombre, facilitando y fortaleciendo sus vinculaciones con la realidad y con los demás. Este concepto fue expresado por Infoworkers en el año 2003, que también definió el conjunto de indicadores de las destrezas que debe poseer una persona para ser considerada alfabetizada informáticamente.
En la Alfabetización Informática se insiste esencialmente en la incorporación de las personas a los aspectos participativos que brinda esta tecnología, y les abre un horizonte cultural y social, acerca una información extraordinaria, hasta hace poco inaccesible, y posibilita contar con más tiempo para aquellas actividades que permite una mayor plenitud en el plano afectivo, social y político.
La característica del alfabetizado informático también abarca cosas que pocas veces se piensa que puedan venir del ámbito tecnológico, y sin embargo han sido fundamentales para la adquisición de saberes y destrezas: el entusiasmo y la alegría. En definitiva, la pasión que permita una adquisición de conocimientos para ponerlos al servicio de la propia identidad cultural.
La investigación, que lleva el nombre de PISA Programme for International Student Assessment (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos), alcanza a un significativo número de países, entre ellos el nuestro, con muestras representativas “de entre 4.500 y 10.000 estudiantes por país”. La evaluación cubre las áreas de lectura, matemáticas y competencia científica.
Y el énfasis de la evaluación está puesto “en el dominio de los procesos, el entendimiento de los conceptos y la habilidad de actuar o funcionar en varias situaciones dentro de cada dominio”.
Los resultados de PISA colocan generalmente a la Argentina, en una posición desfavorable en relación a la mayoría de los países encuestados. Cada vez que esto sucede —y sucede cada tres años—, desde distintos ámbitos se renuevan las críticas sobre nuestro sistema educativo y surgen múltiples propuestas de cambio.
Todas provienen de un amplio arco que va desde quienes están convencidos de que dicho cambio no debe agotarse en la decisión de aumentar horas de clase o promover la inclusión, hasta los que se rasgan las vestiduras por haber quedado en la “zona del descenso” de la tabla que produce este informe.
¿En qué medida son útiles los resultados del informe PISA para evaluar la realidad educativa argentina? Guillermina Tiramonti, directora general de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en una nota publicada en el matutino La Nación, opinaba que “las pruebas son un invento del mundo globalizado, que construye de este modo metas educativas comunes para el conjunto de los países. La prueba marca por un lado qué hay que saber y, por otro, cuánto saben de eso los alumnos de los diferentes países.
Hay un supuesto de base: que las posiciones en el ranking mejoran o empeoran las posibilidades nacionales de acercarse al mundo de las grandes potencias”.
¿Acercarse para qué? ¿En qué condiciones? ¿Con qué rol? Las potencias que imaginaron un orden signado por la lógica financiera, se encuentran hoy ante graves dificultades para sostener el modelo global que intentaron imponer.
Emergen nuevas potencias y nuevas crisis, y la globalización toma rumbos muy distintos. En este contexto, en el que una estrategia de seguidismo parecería conducir a un precipicio, resulta lógico imaginar un camino que permita sumarnos al proceso de mundialización con identidad propia, potenciando al máximo los muchos recursos, naturales y humanos, con que contamos.
Entre los variados caminos que pueden aproximar al necesario objetivo de inclusión de estos sectores, cabe destacarse una singular experiencia originada en nuestro país: la Alfabetización Informática que, desde el año 2003, lleva adelante la Asociación Civil Infoworkers Trabajadores de la Información.
La Alfabetización Informática introduce la idea de que las tecnologías de información y comunicación deben ser puestas al servicio del hombre, facilitando y fortaleciendo sus vinculaciones con la realidad y con los demás. Este concepto fue expresado por Infoworkers en el año 2003, que también definió el conjunto de indicadores de las destrezas que debe poseer una persona para ser considerada alfabetizada informáticamente.
En la Alfabetización Informática se insiste esencialmente en la incorporación de las personas a los aspectos participativos que brinda esta tecnología, y les abre un horizonte cultural y social, acerca una información extraordinaria, hasta hace poco inaccesible, y posibilita contar con más tiempo para aquellas actividades que permite una mayor plenitud en el plano afectivo, social y político.
La característica del alfabetizado informático también abarca cosas que pocas veces se piensa que puedan venir del ámbito tecnológico, y sin embargo han sido fundamentales para la adquisición de saberes y destrezas: el entusiasmo y la alegría. En definitiva, la pasión que permita una adquisición de conocimientos para ponerlos al servicio de la propia identidad cultural.
Enviado por TELAM
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