Glifosato y equilibrio entre uso y salud
Por: Aldo Norberto Bonaveri
La polémica en torno al glifosato sigue extendiéndose y dividiendo aguas entre críticos y defensores. Un fallo de diciembre pasado, pero conocido recientemente, considerado inédito de la justicia santafecina avivó aun más las opiniones opuestas, dando paso a que se produzcan veredictos semejantes en otros casos y diferentes puntos del país.
La medida dispuesta por la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial (Sala II) de Santa Fe, deja firme una sentencia que prohíbe las fumigaciones con glifosato en cercanías de zonas urbanas de la ciudad de San Jorge (25.000 habitantes), a 145 Km al oeste de la capital provincial. El dictamen además, ordena al gobierno de la provincia de Santa Fe y la Universidad Nacional del Litoral “UNL” que demuestren, en el lapso de seis meses, que los agroquímicos no son perjudiciales para la salud. Así es que por primera vez, se invirtió la carga de la prueba, puesto que hasta entonces los vecinos supuestamente intoxicados tenían que demostrar las afecciones en la salud; de ahora en más, serán las empresas elaboradoras, proveedoras y aplicadoras quienes tendrán que justificar la inocuidad del agroquímico más utilizado en el país.
Asimismo, el tribunal establece jurisprudencia al invocar el principio precautorio: “ante la posibilidad de perjuicio ambiental irremediable, es necesario tomar medidas protectoras”, en virtud de lo cual ya presuntos damnificados y, El Centro de Protección a la Naturaleza “CEPRONAT”, organización patrocinante de la denuncia inicial, solicitaron que la medida se extienda a todo el territorio provincial.
Cabe consignar que en marzo del año pasado, en el Juzgado Civil, Comercial y Laboral Nº 11, se dio lugar a un amparo, decretando la suspensión inmediata de las fumigaciones en adyacencias de la zona urbana de la ciudad; a raíz de ello, el Concejo Deliberante de San Jorge, dictó una ordenanza en consonancia con la ley provincial 11.273, estableciendo en que zonas de jurisdicción de dicho municipio, podía ser operada con pulverizaciones. Se impone destacar que la mencionada ley, regula el uso de agroquímicos, pero no establece límites para las pulverizaciones; delega esa potestad a los municipios y Concejos Deliberantes. Sobre el particular corresponde señalar que pese a que la misma rige desde 1995, son varios aún los municipios santafecinos que no han reglamentado sobre las áreas fumigables.
La proliferación de polémicas en torno a este tema, motivó que la legislatura provincial se abocara a clarificar la norma, a tal efecto el dictamen de la Comisión de Medio Ambiente determinó liberar de tratamientos 300 metros, a su vez la Comisión de Agricultura de la Cámara de Diputados provincial votó un dictamen en el que se habilitan fumigaciones terrestres con glifosato a 100 metros de las viviendas. Actualmente las propuestas se encuentran en la Comisión de Asuntos Constitucionales.
Volviendo al fallo, corresponde acotar que productores, la Municipalidad y el gobierno provincial, a través del Ministerio de Producción, apelaron la medida; empero los tres jueces de la Cámara en lo Civil y Comercial de Santa Fe confirmaron el fallo de primera instancia: “prohibición total de fumigar con agroquímicos a menos de 800 metros de viviendas familiares, cuando se trata de aplicaciones terrestres y, a 1500 metros cuando la aplicación es aérea.”
La Justicia de Santa Fe aseveró que la restricción a la utilización del glifosato para la ciudad de San Jorge se fundamenta en “la incertidumbre científica acerca de los riesgos ambientales, la incidencia de la alteración seria del medio ambiente y la irreversibilidad que pueden provocar tales daños”, agregando que el fallo lleva implícito:“evitar un daño futuro, pero relativamente cierto y mensurable”.
Por otra parte los magistrados señalan que se interponen intereses sectoriales, los que no buscan identificar los riesgos reales, sino defender sus propias participaciones en el proceso comercial. Indican que los fumigadores expresan que las contaminaciones son producto del mal uso, revela que las empresas productoras de agroquímicos “sostienen la atoxicidad con estudios encargados por ellas mismas”, indica que Estado “pregona su preocupación por el medio ambiente, pero olvida que la mejor manera de comprometerse en el tema es efectuando los debidos controles”, al tiempo que plantea una falta de solidaridad de los productores.
En un párrafo sustancial de la sentencia expresan: “Lo que se muestra claro es que las posiciones divergentes antes de disiparnos las dudas de utilización de los agroquímicos, sobre todo en zonas urbanas, las acrecientan porque todos conocen los potenciales riesgos de su utilización ..., la preeminencia no la tienen los intereses sectoriales de nadie sino que, por el contrario, la preeminencia está del lado de la salud pública y del medio ambiente”, para posteriormente aseverar: “Frente a la existencia de la duda relevante, la aplicación del principio precautorio deviene ineludible, porque la sola existencia de los niños afectados así lo determinan”.
Evidentemente el fallo de marras es el pronunciamiento judicial más adverso que se conozca sobre el tema, puesto que hasta su dictado los recursos ensayados no prosperaron; al respecto la arremetida más fuerte, fue el amparo presentado el año pasado infructuosamente, ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación por la Asociación de Abogados Ambientalistas, en el demandaban la prohibición del glifosato, en base al mentado estudio del profesor Andrés Carrasco, en el sentenciaba que es: “altamente tóxico y provoca efectos devastadores en embriones.”, agregando que el trabajo se realizó con “dosis hasta 1.500 veces inferiores a las utilizadas en las fumigaciones sojeras, comprobándose trastornos intestinales y cardíacos, malformaciones y alteraciones neuronales”.
Como es de público conocimiento, la repercusión del estudio fue de amplio voltaje ganando varios centímetros tanto en la prensa especializada como en la improvisada, a propósito de ello éste cronista escribió “GLIFOSATO”: UNA HISTORIA DE CONTROVERSIAS Y ALTA PERFORMANCE , pese a ello, a casi un año del anuncio el trabajo aún no ha sido publicado, y en su momento el profesional del CONICET, recibió por su proceder serias objeciones de parte del ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, Lino Barañao, quien consideró como poco ético el procedimiento de divulgar un trabajo preliminar.
A los efectos de aportarle al lector más elementos de evaluación, es válido mencionar que a principios del año pasado mediante el decreto 21/09, el Gobierno nacional anunció la creación de la Comisión Nacional de Investigación, la que tendría a su cargo la evaluación sanitaria y el impacto ambiental que pudiera generar el uso de glifosato en los cultivos de soja. Dicha comisión reporta al Ministerio de Salud Pública de la Nación. Conforme lo establece la disposición, el organismo se integró con representantes de la Secretaría de Ambiente y Desarrollo Sustentable, la Secretaría de Agricultura de la Nación (ahora ministerio), el INTI, el INTA y el propio Ministerio de Salud. Al mismo tiempo el instrumento invitaba al Consejo Federal de la Salud “COFESA”, a participar de la investigación junto con autoridades de los organismos públicos, universitarios, gremiales y científicos. En una sus definiciones el decreto remarca: “resulta imperioso examinar y promover opciones más seguras para el ambiente y todos los seres vivos, en el uso de químicos”. En tanto destacaba que los objetivos más importantes a cargo de la comisión se encuentran: “la de desarrollar estrategias de acción de atención para promover el uso racional de los productos basados en glifosato así como la de identificar los problemas generales en la atención sanitaria de la población afectada”.
El Consejo Científico Interdisciplinario, creado en el ámbito del CONICET, por la Comisión Nacional de Investigación, cumplimentando el citado decreto 21/09, integrado por ingenieros agrónomos, médicos, toxicólogos, biólogos, bioquímicos y químicos, los cuales durante dos meses tuvieron a cargo una revisión crítica de los trabajos científicos publicados sobre el glifosato a nivel internacional; emitió un documento confeccionado en septiembre del 2009, el mismo concluye que: "si se aplica responsablemente, el uso del glifosato no tiene mayores riesgos para la salud humana o el medio ambiente". El informe final del trabajo de evaluación realizado por el Consejo de expertos, conformado a instancias de la referida Comisión Nacional de Investigación sobre Agroquímicos, determina que: "no hay vestigios de glifosato en harina ni en aceite de soja", así mismo admite que "en granos sí pueden encontrarse", arriba a la deducción que "con un uso responsable del producto, el consumo de alimentos y agua que contengan residuos de la molécula o el metabolito no debería implicar riesgos para la salud humana".
El informe también establece: "los efectos tóxicos de la molécula, su metabolito o el tensioactivo en mamíferos no humanos se observan con vías de ingreso al organismo a dosis difícilmente alcanzables en ambientes rurales en los que se aplique el producto en forma apropiada". Indica además que "el producto no se bioacumula", aseverando que "el glifosato y su metabolito son sustancias ligeramente tóxicas para mamíferos". Asimismo, recomienda se practique "el monitoreo de residuos".
Al referirse a las personas y los efectos del herbicida expresa: "la muerte en seres humanos puede provocarse con ingestas en grandes cantidades con fines suicidas", y puso de relieve que "los estudios revisados no demuestran correlación entre exposición al glifosato e incidencia de cáncer"."Tampoco, los estudios revisados, demuestran correlación en el aumento de defectos de nacimiento y anormalidades en el desarrollo de hijos de aplicadores", agregando que "concentraciones que llegan a alterar el ADN de células de mamíferos son improbables de encontrar en medios biológicos humanos".
No se puede desconocer que en varias localidades del interior se han denunciado problemas, existen diagnósticos que avalan las teorías de la intoxicación y otros perjuicios. Por otra parte también se debe reconocer que no existen en el país estudios concluyentes, que permitan aseverar los cargos que se le formulan. Es evidente que no se trata de “agua bendita”, pero ello no implica que tenga el poder destructivo que se le atribuye.
El glifosato es un producto clasificado como de toxicidad muy baja, por prestigiosos organismos internacionales, tanto la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación “FAO”, como Organización Mundial de la Salud “OMS”, lo categorizan dentro del Grupo 4, de banda verde, con los que se rotulan los agroquímicos menos ofensivos. Cuenta con una vigencia en el mundo que supera los 30 años, se emplea en 140 países, sin que en ninguno de ellos se hayan comprobado consecuencias como las que se le endilgan. ¿Tan buenos antecedentes son suficientes para desestimar objeciones?, ¡De ninguna manera!, se trata de substancias que no son inocuas y por lo tal, corresponde tomar todas las precauciones correspondientes, extremar los controles y crear una legislación nacional acorde a la importancia que reviste. Al respecto, si se puede afirmar que en estos tres aspectos substanciales hay un gran déficit y, por ende mucho por hacer.
En función de lo expresado concierne señalar lo que no se está realizando bien, en que y como se puede mejorar y cuales las asignaturas pendientes:
Recaudos: Falta consciencia en el manipuleo en todos los órdenes; operarios que no usan la indumentaria reglamentaria ni guardan el aseo correspondiente; equipos fumigadores que ingresan a la localidad sin haber sido lavados correspondientemente, aplicaciones efectuadas cuando no están dadas las condiciones ambientales convenientes, trasportes que no cumplen las normas establecidas, depósitos que no cuentan con las medidas de seguridad pertinentes, etc.
Controles: Ni se realizan todos los necesarios, ni tampoco con rigurosidad correspondiente. Las provincias generalmente tienen registros de expendedores, depósitos, aplicadores, máquinas y asesores fitosanitarios, quienes no cumplen con el requisito por ley no pueden operar, no obstante es frecuente observar que los verificadores muchas veces circunscriben la inspección a los inscriptos, lo que a la postre pone en desventaja a los regulares con respecto a los informales. Las leyes provinciales suelen delegar determinas facultades en los municipios, estos saben mostrar criterios diferenciados y, no en todos los casos están en condiciones de ejercer el rol asignado en la materia.
Legislación: El Estado nacional tiene una deuda inexplicable, aquí corresponde aclarar que el déficit no es atribuible únicamente a éste gobierno, sino que la responsabilidad es mucho más amplia. Resulta inconcebible que el país no tenga una ley nacional de agroquímicos, esto es muy grave. Si bien es cierto que las provincias agropecuarias cuentan con leyes provinciales, entre ellas hay diferencias importantes, que si bien es natural que así sea por las peculiaridades propias de cada distrito, genera confusión de disposiciones, alcances y metodologías, que en casos son proclives a interpretaciones y manejos distintos, sobre todo en zonas limítrofes, donde tanto la comercialización como el uso se entrecruza permanentemente. Varios han sido los proyectos presentados en el Congreso de la Nación desde el avenimiento a la democracia. La mayoría de esas iniciativas pereció dentro de las sucesivas Comisiones de Agricultura, las menos obtuvieron dictamen pero no lograron avanzar y, en contadas ocasiones alcanzaron la media sanción, no obstante lo morosidad de pretéritas composiciones de las cámaras, postergó sus tratamientos al punto de permitir que feneciera el estado parlamentario. Es de esperar que ahora, con la buena cantidad de legisladores provenientes del sector agropecuario sepan concertar la impostergable ley.
Las controversias en torno a los agroquímicos y fundamentalmente por el glifosato se prolongarán y, con seguridad la polémica se profundizará; las discusiones no se circunscriben a los sectores más radicalizados en torno a su favor o en contra, sino que el tema interesa en mayor o menor medida a buena parte de la sociedad; es que realmente por sus implicancias y derivaciones la cuestión se ha instalado considerablemente. El asunto por estos días excede a los grandes intereses, que sin duda existen, pero también a posiciones irreductibles de quienes lo difaman. Lo realmente trascendente es que están en juego quizás los dos mayores desvelos del planeta: la salud humana y la seguridad alimentaria mundial. Por lo que ambas premisas significan, es menester hacer lo indecible para impedir que tan nobles causas colisionen, máxime cuando ellas son decididamente interdependientes.
Las controversias en torno a los agroquímicos y fundamentalmente por el glifosato se prolongarán y, con seguridad la polémica se profundizará; las discusiones no se circunscriben a los sectores más radicalizados en torno a su favor o en contra, sino que el tema interesa en mayor o menor medida a buena parte de la sociedad; es que realmente por sus implicancias y derivaciones la cuestión se ha instalado considerablemente. El asunto por estos días excede a los grandes intereses, que sin duda existen, pero también a posiciones irreductibles de quienes lo difaman. Lo realmente trascendente es que están en juego quizás los dos mayores desvelos del planeta: la salud humana y la seguridad alimentaria mundial. Por lo que ambas premisas significan, es menester hacer lo indecible para impedir que tan nobles causas colisionen, máxime cuando ellas son decididamente interdependientes.
En virtud de ello, el tema requiere un tratamiento con la máxima seriedad y equilibrio, así deberían entenderlo los propios actores, informadores, jueces, funcionarios y legisladores. Ello no implica eludir el debate, por el contrario la discusión es imprescindible, pero si requiere se aborde con la mayor honestidad intelectual y, la responsabilidad inherente a una política de estado.
Otro aspecto que no se puede soslayar es la importancia que tienen los fitosanitarios y la biotecnología en la producción agropecuaria. Ellos han sido los grandes responsables del incremento constante en los rendimientos y en consecuencia de la producción. Para dar un ejemplo, si en Argentina no se utilizara la soja transgénica con resistencia a glifosato, crecerían notoriamente los costos y bajarían los rendimientos entre un 25 y 30%, pero la producción se resentiría mucho más aún por la disminución de la superficie a sembrar, producto de la baja de rentabilidad en todos los escenarios y, la impracticabilidad de implantarla en ambientes menos propicios o más distantes.
Si el análisis lo trasladamos al mundo, las consecuencias serían catastróficas, solo bastan mencionar dos datos que resultan más que contundentes: Actualmente en el planeta hay 1.000.000 de seres humanos que padecen hambres, en tanto que según los estudios de la FAO, para el 2050 será menester incrementar como mínimo en un 70% la producción global, para atender los requerimientos alimentarios de los 9.100.000.000 de pobladores que por entonces registrará la Tierra. (Ver la editorial): ES MENESTER QUE PARA EL 2050 LA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA INCREMENTE COMO MÍNIMO UN 70%
Tomado de Pregon agropecuario
La Asociación ecologista rio Mocoretá agrega que: aparentemente el problema no es el toxico, porque es categoría 4, como posiblemente este catalogado el tiner, la nafta, el aguarrás, etc. el problema son que los que aplican son totalmente inescrupulosos y prefieren ganar 2 $ a costa de la salud de niños banderilleros o de los pobres que habitan las villas orilleras que reciben baños de glifosato en los actos fumigatorio, deberían ir presos el fumigador y el que les ordeno por asociación ilícita, porque a sabiendas que hace mal sobre las personas lo hacen igual.
Es posible que si te bañan en nafta todos los días, aunque no te prendas fuego, termines con un cáncer de riñon o de vejiga. Y la nafta no es esta considerada un toxico.
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