La crisis alimentaria ha arrojado una cruda luz sobre las aberraciones del modelo de desarrollo agrícola promovido en el Sur. A pesar de cosechas récord se registró, el hambre aumentó. Igualmente manifiesta paradoja, tres cuartas partes de personas sub nutridas a los agricultores viven en zonas rurales, propios de los alimentos.
Impuestas en condiciones de extrema desigualdad - la tierra, técnicos ... - la liberalización de los mercados agrícolas y la retirada simultánea de las ayudas públicas llevó a la marginación de los pequeños agricultores en el Sur, no pueden hacer frente a la competencia mundial. Mientras que las instituciones internacionales ya reconocer el papel de la agricultura familiar y campesina en la lucha contra la pobreza y en la preservación de la biodiversidad, el fomento de medidas de apoyo público o privado. Pero el tema del control de la tierra sigue siendo en gran medida desatendidas.
Las directrices propuestas se basan en un modelo de convivencia armoniosa entre campesinos y la agroindustria. Modelo que de hecho no se pronuncia sobre las devastadoras consecuencias sociales y ambientales de la intensa competencia por la apropiación de tierras, sótanos y los recursos que se dedican a las multinacionales y otros inversionistas extranjeros.
Los movimientos campesinos frente a la alternativa de la soberanía alimentaria. Garantizar la supervivencia de las pequeñas explotaciones - que representan el 80% de los activos en las zonas rurales - que requiere el acceso, ante todo, a la tierra y control de los recursos naturales.
libro co-producido con Entraide et Fraternité y la Comisión de Justicia y Paz.
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