LA NOTICIA COMO MERCANCIA
Colesterol y el error en la comunicación
Por Adrián Paenza
El afán por comunicar antes cualquier información que
parezca dramática, involucra errores que requieren un poco de atención. La
advertencia que quiero hacer es que los datos que voy a presentar acá son ficticios.
Los voy a usar como ejemplos, pero no están relacionados con los
números correctos que ni siquiera conozco. Pero sígame por acá.
Supongamos que después de estudios que han hecho los médicos
o investigadores en medicina concluyen que si uno es un hombre mayor de
50 años con el colesterol alto, entonces las posibilidades de que
tenga un infarto se incrementan en un 50 por ciento. Hasta acá, no diría nada
tan extraño como para llamar la atención. Es lo que uno podría escuchar de boca
de un médico o leer en un diario o ver por televisión. Si bien uno (me incluyo)
no come comidas que tengan bajo contenido graso, el dato que escribí recién no
parece sorprendente. Más: parece esperable. Pero… ¿50 por
ciento más? ¿Es verdad ésto?
Pero lo que quiero hacer es mostrar cómo este mismo dato,
presentado de esa forma puede llevar a una gran confusión e incluso a un
grosero error. Pongámoslo de otra forma. Supongamos que los datos indican que
el riesgo extra de tener un infarto si tiene el colesterol alto es solamente de
un 2 por ciento. Esto parece más razonable. Lo voy a escribir
de una tercera forma. Si usted forma parte de un grupo de cien personas mayores
de 50 años que tienen los niveles de colesterol normales, se
espera que CUATRO personas de ese grupo tengan un infarto
cardíaco, mientras que si el grupo estuviera formado por personas mayores de 50
años pero con el colesterol alto, entonces se espera
que SEIS de ellas sufran de un ataque al corazón. Es decir, en
lugar de cuatro que se infartarían entre los cien (si tienen el colesterol
normal), pasarían a seis si tuvieran el colesterol alto.
Si bien yo no estoy con usted en este momento (mientras lee estas líneas), usted advierte que la última presentación es mucho menos impactante que las otras. Es decir: si en lugar de usar probabilidades o porcentajes o cualquier otro elemento que le agregue algún tecnicismo o dificultad, al hablar en números específicos de la misma forma en la que hablamos cotidianamente, el problema tiene otro aspecto. Si me permite, diría: puesto en estos términos, “no asusta tanto” como de las otras formas. Es como si ahora, todo parece más aceptable o más intuitivo. No sé si es el término adecuado pero me parece más efectivo para comunicar la información.
Cada una de estas presentaciones tiene un nombre específico.
La que habla de un incremento del 50 por ciento en los potenciales infartados,
se llama “incremento del riesgo relativo” y el que habla del 2 por ciento del
incremento del riesgo, se lo conoce con el nombre de "incremento del
riesgo absoluto”. Con todo, cualquiera sea el nombre, creo que queda más claro
ponerlo en términos de que si normalmente un grupo de personas mayores de 50
años con niveles normales de colesterol es esperable que cuatro presenten problemas
cardíacos, ese número se eleva a seis si tienen el colesterol alto.
Hace muy poco en Inglaterra, el anuncio que hicieron los
medios es que el uso de ibuprofeno (una droga muy conocida y muy utilizada en
todo el mundo como calmante) incrementaba también el riesgo de tener un
episodio cardíaco. El reporte informaba que después de un estudio que
llevó cuatro años de desarrollo, el uso de ibuprofeno incrementaba
en ¡una persona más cada 1.005 casos en consideración! Por supuesto, el título
(del Daily Mail, un diario amarillo) decía: “¡Cómo las pastillas
para calmar los dolores de cabeza ayudan a matar!” Y seguía:
“Investigadores británicos revelaron que pacientes que usan habitualmente
ibuprofeno como forma de calmar sus dolores provocados por diferentes formas de
artritis tuvieron un incremento de un 24 por ciento de ataques al corazón.
En realidad, una gran mayoría de diarios ofrecieron sus
propias variantes que terminaron generando alarma. Algunos titulares:
“Dicoflenac (la droga, Voltaren es el nombre comercial) incrementa el riesgo de
ataques al corazón en un 55 por ciento; el uso de ibuprofeno (Motril o Advil es
su nombre comercial), un 24 por ciento”. El Boston Globe fue
mas cauto y el único en escribir que se registró un solo caso más de persona infartada
entre los 1.005 que tomaron ibuprofeno. En cambio, el Daily Mirror, otro
diario amarillo en Inglaterra, ofreció esta versión: “Una en cada 1.005
personas sufrirán una falla en su corazón en el próximo año si toman
ibuprofeno”. El tremendo error es que no se trata de una falla en el corazón (heart
failure , en inglés) y además, no es que una persona seguro sufrirá
esta -supuesta- falla en el corazón, sino un ‘ataque al corazón’ que es algo
distinto, y en realidad, el reporte dice que habrá una persona más
entre 1.005, además de las que ya lo sufrirían aunque no tomaran la
droga.
Para resumir, voy a copiar lo que dice el matemático
británico Ben Goldacre: “Si yo fuera un lector común de un diario y voy a leer
una información que me dan sobre potenciales problemas con el uso de
medicamentos para calmar dolores (usando el ejemplo que nos ocupa), lo que yo
querría saber es: a) ¿quiénes toman la droga? ¿a quiénes se refiere? (por
ejemplo, hombres que superan los 50 años); b) yo querría saber cuál es el
riesgo inherente que viene con el uso de la droga en casos comunes (por
ejemplo, cuatro de cada cien sufrirán un ataque cardíaco en los próximos diez
años); y c) querría saber cuántas personas más se exponen al mismo
riesgo si están consumiendo esa droga (por ejemplo, dos personas más entre cien
que consumen la droga).
Por último, querría que me expliquen si se trata de una
persona que consume una pastilla en forma eventual (por un dolor de cabeza
esporádico) o alguien que la está tomando diariamente para
calmar los dolores que le genera la artritis. Y ni hablar de que me gustaría
que me dieran la referencia del trabajo en cuestión para leer las
conclusiones originales de los autores, la revista en la que
fue publicada (para verificar que fue revisada por pares) y tener acceso a los
datos precisos”.
Moraleja: es posible que a usted le resulte
irrelevante leer esta nota. Casi me atrevo a decir que le resulte muy
irrelevante, pero yo creo que si usted va a sacar cualquier conclusión
respecto a lo que lee, si es que se supone que usted quiere determinar a qué
riesgo se expone al utilizar algún medicamento, entonces los datos ya no son
tan irrelevantes ni periféricos. Es bueno estar bien informado. Por algo los
médicos estudian una carrera y se reciben, y los investigadores, aportan datos
a la comunidad científica para que estos mismos médicos sepan lo que están
haciendo y adecuen sus prescripciones de acuerdo con las últimas novedades y
estudios.
Mientras tanto nosotros, los pacientes, necesitamos (o
deberíamos exigir) buena información, verificable y fáctica. Para eso, la comunicación
buena y confiable se transforma en imprescindible.
YOMADO DE PAG 12 DE AR
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