Autos eléctricos. Cómo la industria automotriz acelera la producción de vehículos eficientes y amigables con el planeta
La industria automotriz empieza a dejar de lado la
fabricación de unidades propulsadas con combustibles fósiles
Manuel Torino
Sin contaminación sonora ni por emisión de gases, los autos
eléctricos ganan terrenoCARLOS MASCIONI
Por más futurista que parezca, el auto eléctrico no es
nuevo. En 1897, el vehículo más vendido en Estados Unidos funcionaba a
electricidad. Flotas enteras de taxis recorrían las calles de Nueva
York impulsados por baterías eléctricas en una incipiente carrera para
reemplazar al caballo por un medio de transporte más práctico, veloz y, sobre
todo, higiénico. El propio Henry
Ford, ícono de la industria automovilística tal como la conocemos hoy,
le compró uno a su esposa en Detroit. Según las crónicas de la época, el
magnate incluso llegó a aliarse en secreto con Thomas Edison para desarrollar
un auto eléctrico de bajo costo. Tras años de intentarlo, el célebre inventor
no logró superar la barrera de la escasa autonomía de las baterías de plomo que
obligaban a los conductores a recargas permanentes. Como esa lamparita no se
encendió, la atención del empresario viró hacia el Ford T, a la producción en
serie, y el resto es la historia misma del siglo XX.
Cien años después, el vehículo eléctrico vuelve a estar
en boca de todos. Y tal como sucedió entonces con los excrementos de
los caballos, que hacían insalubre transitar las calles de las
ciudades, la contaminación vuelve ser el gran problema a resolver.
ADIÓS A
LOS FÓSILES. EL CAMINO HACIA LA TRANSICIÓN ENERGÉTICA
Sin embargo, esta vez la dimensión y la urgencia del desafío
son sustancialmente diferentes: el automóvil se convirtió en uno de los
principales responsables del cambio climático. El transporte automotor
–autos, colectivos, camiones y motos– genera el diecisiete por ciento de
las emisiones globales de dióxido de carbono, uno de los gases de efecto
invernadero que contribuyen al calentamiento del planeta.
Es decir que el medio de transporte por excelencia
de nuestra era va a contramano de la nueva hoja de ruta de la economía global,
que marca una transición energética con vistas a la neutralidad en carbono para
2050, un compromiso impulsado por la ONU y ya asumido por más de un
centenar de países y por miles de empresas para evitar un colapso ambiental de
consecuencias catastróficas.
Puerto de carga en una calle de Berlín, donde los autos
eléctricos funcionan desde hace algunos añospicture alliance - picture alliance
Ante este panorama, el reemplazo del auto a
combustión interna por una alternativa eléctrica es inevitable. Hay indicios de
que además podría ser inminente. Una de las señales en este sentido
fue el histórico reporte de la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus
siglas en inglés) titulado Net Zero By 2050, publicado este año. Según las
recomendaciones de la tradicional organización intergubernamental, insospechada
de promover la agenda sustentable, para 2035 no se deberían vender más autos
que funcionen con combustibles fósiles en el mundo. El Reino Unido, por
ejemplo, ya anunció que los prohibirá para 2030. Y algunos países como Noruega,
Austria o Bélgica incluso prometieron hacerlo unos años antes. Por su parte,
desde las grandes automotrices avanzan a distintas velocidades hacia la
electrificación, con leading cases como la sueca Volvo, que a
partir de 2030 solo venderá eléctricos, o la inglesa Jaguar, que se comprometió
a hacerlo para 2025.
“El futuro de la industria automotriz es eléctrico. No hay vuelta atrás”, sentenció el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en mayo pasado. El pronóstico resonó en todo el mundo por lo tajante, pero también porque lo soltó en Detroit, la meca automovilística de Occidente. Más específicamente, sentado al volante de la flamante versión eléctrica de la emblemática camioneta Ford F-150, más americana que el póster del Tío Sam.
En cuanto a la demanda, y a pesar del parate generalizado
que provocó la pandemia, la venta de vehículos eléctricos se aceleró en
2020 a nivel mundial. Con Tesla, la empresa de Elon Musk,
encabezando la producción, subió un 43% con respecto a 2019. Mientras que la de
autos en general cayó casi un 20%, según cifras del mercado. Según la
IEA, el número de autos eléctricos circulando por las rutas del mundo podría
llegar a 145 millones para finales de esta década, si es que los gobiernos
incentivan la producción de alternativas bajas en carbono para poder cumplir
con sus compromisos climáticos. Ante este escenario el ganador, claro está,
sería el planeta: se dejarían de consumir 2 millones de barriles de combustible
por día para 2030, lo que equivale a 120 millones de toneladas de dióxido de
carbono.
La flamante versión eléctrica de la emblemática camioneta
Ford F-150, un ícono de los estadounidensesGetty Images - Getty Images North
America
Sin embargo, la decena de expertos del sector consultados
por LA NACION revista coinciden en que el futuro
eléctrico del automóvil no se explica solamente por una cuestión ambiental.
“Simplemente, la tecnología es superior: no hace ruido, no contamina,
tiene menor costo de mantenimiento, menor costo de combustible y además tienen
mayor aceleración, es más divertido de manejar”, enumera Tomás Ocampo, un
argentino especialista en energía radicado en San Francisco que lideró YPF
Ventures, un fondo de la petrolera de bandera que busca invertir en las ideas
más innovadoras en energías limpias.
Para el joven ejecutivo graduado de la Universidad de
Stanford –epicentro de los start ups que combinan tecnología con
sustentabilidad–, en breve el auto eléctrico será un no brainer,
una elección tan obvia que no habrá nada que pensar. “Puede haber un efecto
similar al de Blackberry, que en un momento con su tecnología era cómodo líder
del mercado y de pronto con la irrupción del Iphone prácticamente desapareció
de un día para el otro”, sostiene.
5 PREGUNTAS
CLAVE PARA ENTENDER QUÉ SON LOS AUTOS AUTÓNOMOS
“Si la alfombra mágica de Aladino fuera un auto, sería un
auto eléctrico”, ilustra Mariano Luis Jimena, presidente de la Asociación
Argentina de Vehículos Eléctricos y Alternativos (AAVEA). “Además de que no
contamina, lo que destacan los usuarios que prueban un auto eléctrico es la
sensación de manejo. Es como volar sobre la calle. También la
practicidad: no tenés que parar a cargar nafta cuando volvés del trabajo,
directamente lo enchufás en tu casa como hacés con el celular en la mesa de
luz”.
Carrera de obstáculos
Si bien la carrera por la transición energética ya comenzó
hace años y tanto las grandes automotrices como las compañías petroleras
reconocen fuera de micrófono que la era de los combustibles fósiles tiene sus
días contados, también es cierto es que el camino hacia la
electrificación no está despejado ni mucho menos.
Al menos por ahora, las dos grandes barreras
históricas de la movilidad eléctrica para el consumidor se mantienen: el alto
precio y la baja autonomía. Aunque solo por ahora. Sobre lo primero,
un reporte de la agencia Bloomberg pronosticó que para 2027 será más
barato producir un auto eléctrico que uno propulsado por combustibles
fósiles. Un interesante precedente al respecto es el de Noruega, que en
los últimos años generó una paridad de precios artificial –vía subsidios–
y hoy más del 60% de los autos nuevos que circulan en el país nórdico son
eléctricos. De hecho, en Estados Unidos los analistas del mercado señalan que
algunos consumidores están estirando más de la cuenta el tiempo para cambiar su
modelo de auto a nafta, a sabiendas de que los precios se están equiparando y
probablemente su siguiente vehículo sea eléctrico.
Estaciones de carga exclusivas para autos Tesla, en Zusmarshausen, AlemaniaGetty Images - DeFodi Images
En cuanto al segundo obstáculo, la autonomía, es
decir, la distancia máxima que se puede hacer con vehículo sin parar a
recargar, el auto eléctrico todavía corre detrás de los autos a
combustión. Pero aquí entra en juego el elemento disruptivo que está
haciendo posible el cambio de paradigma en la forma en que nos transportamos: la
batería de litio. “El punto de quiebre tecnológico para el auge del
auto eléctrico es la batería de litio”, opina Jimena, de AAVEA. Y agrega: “En
los últimos años mejoraron sus características y sus componentes, pero
fundamentalmente mejoró la escala productiva y eso hizo que bajaran mucho los
costos”.
Por otra parte, y a pesar de sus evidentes beneficios en
términos de emisiones, algunas luces amarillas se encienden respecto del
verdadero impacto ambiental de la electrificación. Muchos señalan la necesidad
de limpiar la matriz energética, ya que en la mayor parte del mundo la
electricidad se sigue produciendo sobre la base de combustibles fósiles,
con lo cual en el impoluto acto de cargar un auto eléctrico en realidad se está
emitiendo CO2 indirectamente.
Al respecto, circula por las redes un hilarante video en el
que el conductor de un Tesla se detiene al costado de la ruta, saca del baúl un
ruidoso generador eléctrico a nafta y lo enchufa en su propio auto para
cargarlo. El propio Elon Musk declaró que el consumo eléctrico mundial
se duplicaría en el mundo si el parque automotor se llegara a electrificar,
advirtiendo sobre la necesidad de expandir rápidamente las fuentes de energía
limpias.
En tanto, la sustentabilidad de la extracción del litio para
producir las baterías, de la que Argentina es protagonista, y de otros
componentes claves como el cobalto, controlado en gran parte por la República
Democrática del Congo, son señalados como potenciales talones de Aquiles en el
sector.
La enorme planta de producción masiva de Tesla, en Shangái,
ChinaGetty Image - Barcroft Media
Al tratarse de una decisión de compra, otro de los
desafíos de la electrificación tiene que ver con cuestiones más cercanas a la
psicología. Durante décadas, los motores a combustión fueron sinónimo de
virilidad y poder en el imaginario colectivo. Por eso el auto enchufable
todavía tiene que convencer a parte del público “tuerca”, que mantiene su
resistencia al cambio. Nada que la tecnología no pueda solucionar. ¿Un
ejemplo? En las pruebas de manejo en los vehículos eléctricos
deportivos, una de las críticas más habituales fue la ausencia del ruido.
“Divertidos pero demasiados silenciosos”, sentenciaron. Para mejorar la
experiencia, ya hay ingenieros de sonido de Hollywood desarrollando
hiperrealistas audios de motores a combustión para que suenen en los parlantes
de los bólidos del futuro a medida que aceleran.
AUTOS
ELÉCTRICOS. LA POSIBILIDAD DE LA ARGENTINA EN UN MUNDO QUE TRANSFORMA LA
MOVILIDAD
“El coche eléctrico todavía tiene que romper muchas barreras
pero hay un cambio generacional”, analiza Juan Manuel Baretto, presidente de Coradir,
una empresa basada en San Luis que desarrolló el Tito,
un simpático city car nacional 100% eléctrico que antes de
salir al mercado ya cuenta con más de 200 unidades reservadas. “Culturalmente
los jóvenes ya no se identifican con los autos potentes como antes. Y a su vez
a los padres un eléctrico les parece una alternativa más segura para que sus
hijos comiencen a manejar”, agrega sobre los gustos de los nuevos consumidores
en tiempos de deconstrucción.
Eléctricos... y autónomos
La revolución tecnológica que está atravesando la industria
del transporte tendrá consecuencias que exceden largamente a los conductores.
De hecho, podría reconfigurar la forma en que vivimos en las ciudades.
Van algunos ejemplos: la contaminación atmosférica
en las grandes urbes es un enorme riesgo para la salud humana y una de las
principales causas evitables de muertes y enfermedades en todo el mundo. Según
la Organización Mundial de la Salud, 9 de cada 10 personas respiran a diario
aire que supera los límites establecidos por los expertos sanitarios. Este
fenómeno provoca unas 7 millones de muertes prematuras anuales. O como revela
el reciente Air Quality Life Index, los actuales niveles de polución del aire
reducen 2,2 años la expectativa de vida en promedio. Está claro que la
contaminación no proviene exclusivamente del transporte, pero como quedó demostrado
durante la cuarentena en la ciudad de Buenos Aires, sin autos en la calle los
gases contaminantes se redujeron a la mitad, según datos de la Secretaría de
Ambiente.
El ruido en las ciudades es otro flagelo que la
electrificación del transporte puede resolver. No es un tema menor: el
aumento de los decibeles está causando estragos en la calidad de vida. Según la
OMS, la contaminación auditiva es, solo detrás de la atmosférica, la segunda
causa de enfermedades por motivos medioambientales en la población urbana.
La reserva de litio, en el norte argentino, es clave para la
fabricación de las baterías para los vehículos eléctricosJavier Corbalan
Al momento bisagra que atraviesa la movilidad urbana en
términos ambientales ahora se le suma los aprendizajes que está dejando
la pandemia. Entre ellos, la importancia de la micromovilidad para cubrir
lo que en la jerga se denomina “la última milla”. Así lo explica el secretario
de Transporte y Obras Públicas porteño, Juan José Mendez: “Durante la pandemia
los vecinos tuvieron que buscar nuevas alternativas de movilidad para evitar el
transporte público y las aglomeraciones. Para muchos, la principal elección fue
el auto. Pero por cada punto porcentual de usuarios que se baja del
transporte público para subirse al auto en la Ciudad, se suman 27.500 vehículos
más en las calles. Esto traería un colapso en el tránsito y
consecuencias ambientales irreversibles”, dice el funcionario. Y destaca: “Sin
embargo, el medio que más creció durante la pandemia, incluso más que el
auto, fue la bicicleta. Por eso queremos racionalizar el uso del auto,
recuperar la confianza en el transporte público y radicalizar el cambio
cultural de la bici”.
Sobre el futuro del automóvil tal como lo conocemos, Gabriel
Lanfranchi, director del Posgrado de Urbanismo Metropolitano de la Universidad
de Buenos Aires, señala que “hubo un aumento en la toma de conciencia
de que el modelo prepandemia de movilidad no era el deseable ni viable”. El
experto en urbanismo pone el foco en la nueva zanahoria que persiguen empresas
como Tesla, pero también otros gigantes tecnológicos como Apple y Google:
la automatización. “Además de ser eléctricos, los autos serán
computadoras con ruedas, es decir que gracias al Internet de las Cosas, serán
totalmente autónomos, y nos llevarán de un lado al otro sin que necesitemos
manejarlos. Esto permitirá que existan enormes flotas de movilidad inteligente,
pero en el marco de un sistema de transporte y no como respuesta individual.
Perdería sentido la idea de tener un auto por familia”.
Frente a este escenario de auge de la micromovilidad y de
los vehículos sin conductor a la vuelta de la esquina, dejaría obsoleta la idea
de automóvil tal como la conocemos hoy. Lo cual, coinciden los analistas,
aceleraría definitivamente el reemplazo de los motores a combustión por
alternativas limpias, y no sólo eléctricas, ya que los prototipos de hidrógeno
verde piden pista. “Hoy hay 1500 millones de autos a combustión en el
mundo y a este ritmo tardaríamos 75 años en reemplazarlos, lo cual no sirve
para alcanzar ninguna meta ambiental”, señala Ocampo respecto de la amenaza del
cambio climático. Y agrega: “El error es pensar que tenemos que reemplazar los
autos como si fueran un fin en sí mismo. Son un medio para un fin. Tenemos que
reemplazar cómo la gente se mueve y repensar cuántos kilómetros hace una
persona en un vehículo. Ahí entra la robotización y lo cambia todo”.
La nueva hoja de ruta señala que todos los caminos conducen
a la electrificación. Aunque es muy probable que en el auto del futuro, no
estemos sentados al volante.
Desde San Luis, la fabricación del auto Tito ya tiene una
alta demanda
LA CARRERA NACIONAL
Cruzarse en la calle con un auto 100% eléctrico en
Argentina es una rareza comparable con ver uno no tripulado en los países desarrollados. Que
los hay, los hay, pero el vehículo eléctrico tiene todavía un largo camino por
recorrer en estas latitudes. Mientras que a nivel global las grandes
automotrices avanzan a distintas velocidades hacia la electrificación, en
el país los modelos totalmente eléctricos llegan con cuentagotas y los
conductores más conscientes ambientalmente se tienen que contentar con algunas
versiones híbridas.
Según la Asociación Argentina de Vehículos Eléctricos y
Alternativos (AAVEA), entre híbridos enchufables y 100% eléctricos,
apenas están circulando unas 150 unidades, sobre un parque automotor total de
14,5 millones.
AUTOS
ELÉCTRICOS: CUÁLES SON LOS MODELOS QUE LIDERAN EL BOOM EN LA ARGENTINA
Las fuentes del sector consultadas reconocen que la oferta
todavía está concentrada en el mercado europeo y norteamericano y que antes de
alcanzar la electrificación es posible que América Latina pase por una etapa de
mejoras de las tecnologías actuales de combustión, volviéndolas más limpias y
eficientes. Por eso, algunos pronostican un interregno del gas y otros
miran con atención el proyecto de ley de movilidad sustentable que,
según el presidente Alberto Fernández, se enviará al Congreso este año y que
podría darle arranque a la producción local.
En cambio, donde sí se puso primera es en el segmento de los
llamados city cars. Se trata de vehículos ideados
para la ciudad, tan pequeños que pueden estacionarse de trompa, y que por su
baja velocidad no están habilitados para circular en rutas y autopistas. En
la actualidad hay tres empresas que fabrican estos vehículos 100%
eléctricos en la Argentina. A los pioneros Zero y Volt Motors, que lanzaron sus
modelos en 2020, este año se sumó la empresa puntana Coradir, fabricante del
Tito y de su versión utilitaria, la Tita, que se cargan con un enchufe de tres
patas hogareño, sin adaptadores. Ante la sorprendente demanda –cuentan con 200
unidades reservadas antes de salir a la calle– Juan Manuel Baretto, presidente
de Coradir, dice: “Al principio lo pensamos como un segundo auto para la
familia: práctico, económico y de bajo mantenimiento para uso urbano. Pero
luego nos dimos cuenta de que es un segmento desatendido, tenemos mucha demanda
de la tercera edad y de jóvenes con conciencia ambiental”.
En el transporte público también hay avances. En Jemse,
la empresa provincial de energía y minería de Jujuy, trabajan junto con
investigadores de la Universidad Nacional de La Plata y aportes privados para
desarrollar colectivos eléctricos nacionales. El proyecto apuesta por
la economía circular y busca reconvertir unidades viejas a gasoil en modernos
buses eléctricos de bajo costo. ¿Su objetivo? Anclar la producción en el
noroeste del país, donde se ubica el estratégico triángulo del litio,
compartido con Bolivia y Chile, que concentra el 85% de las reservas de este
material en el planeta. Una tecnología similar también podría hacer una
diferencia en el sistema de colectivos del Área Metropolitana de Buenos Aires,
que con 18.000 unidades diesel, es el más grande del mundo occidental.
Manuel Torino TOMADO DE LA NACION DE AR
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