La atracción por los juegos de azar
Uno de los temas que siempre me atrapa es intentar entender nuestra conducta, la de los seres humanos. Me cuesta trabajo aceptar que, por ejemplo, haya tanta gente que juegue o apueste dinero en las diferentes variantes de lotería, quiniela o en los casinos, también en todas las variantes que se le ocurran: ruleta, punto y banca, dados, veintiuno, … Es que la probabilidad de ganar es tan baja que resulta sorprendente que haya tanto público que siga insistiendo ¿Por qué? ¿Qué es lo que nos motiva? La respuesta obvia es ganar dinero fácil: uno supuestamente hace una inversión pequeña y el potencial beneficio es inmenso. No crea que me estoy refiriendo exclusivamente a aquellos que son jugadores empedernidos o enfermos, que obtienen con el juego el equivalente de una droga. Ese grupo de personas están bien tipificadas y estudiadas, pero me refiero a una persona cualquiera, como usted o yo, que a pesar de tener tantas posibilidades en contra, decide apostar igual ¿Será equivalente al proceso mental que nos llevaba de niños a jugar a ser invisibles o a poder volar?
Las historias abundan: basta con barrer internet (ahora que
es una herramienta que permite acceder a información que hace un par de décadas
hubiera sido inalcanzable) y encontrarse con múltiples ejemplos de gente que
ganó mucho, o ganó muchas veces, o tuvo una suerte que es
difícil de entender. Pero de la misma forma, hay gente que mide 2.15 metros o
2.23 y juega en la NBA por poner un ejemplo. Son pocos, pero hay.
El 14 de enero de 1995 fue una noche que Peter Walker nunca
se va a olvidar. Acertó los seis números de la Lotería Nacional del Reino
Unido, con un premio mayor estimado de 16 millones de libras esterlinas (20
millones de dólares aproximadamente). Lamentablemente para él, Walker (un
nombre ficticio) solo se llevó a su casa 122.510 libras esterlinas (unos 150
mil dólares) porque otras 132 personas jugaron a los mismos números que él, y
por lo tanto, tuvo que compartir el premio mayor.
Hay miles de historias o propuestas que supuestamente ayudan
a mejorar la probabilidad de acertar, pero lamentablemente son todas falsas: si
uno elige y tiene que acertar seis números entre los primeros 49, hay UNA
posibilidad entre 13.983.816. O sea, una forma de acertar en casi 14
millones. Explíqueme entonces por qué uno sigue jugando. No importa
que sea poco dinero el que juega o invierte: uno ¡¡IGUAL JUEGA!! Y sabe también
que casi seguro (con un CASI en letras MUY MAYÚSCULAS) va a perder lo que
apuesta.
Con todo, hay algo que SÍ puede ayudar. Un momento: no va a
ayudarla/o a ganar o a acertar los seis números. Lo que SÍ puede cooperar es
que la cantidad de personas que hayan elegido los mismos números que usted sea
más pequeña. El pobre Walker, tuvo que compartir su éxito con más de un
centenar de personas. Si hubiera ganado solo, en lugar de 150 mil dólares, se
llevaba casi 20 millones. Obviamente, la historia cambia. Entonces, la pregunta
que uno puede/podría hacerse es: ¿cuáles son los números preferidos? Si
uno pudiera saberlos de antemano, elegiría jugar otros, ¿no le parece?
Lamentablemente las loterías de cada país no proveen (o
no deberían proveer) esa información. No sé cómo funciona en
la Argentina, pero intuyo que sucede lo mismo que en el resto del mundo.
Esa parte de la información es confidencial. Sin embargo, un
matemático inglés (Simon Cox), profesor en la Universidad de Southampton, en el
sur de Inglaterra, intentó recolectar la información por su cuenta. Hace más de
una década se dedicó a analizar, no sólo los números ganadores sino que juntó
los datos de 113 sorteos de la lotería. Comparó los números ganadores con
cuántas personas habían acertado cuatro, cinco o los seis de ellos, y con esa
información, intentó inferir cuáles eran los números más
populares. Una digresión: no sabe cómo me gustaría haber podido
participar, no en el juego propiamente dicho (habitualmente yo no juego)
pero sí me gustaría que se me hubiera ocurrido a mí lo que se
le ocurrió a él. Obviamente, no hizo nada ilegal. Eso sí:
requirió de constancia y paciencia ¿No tiene ganas de pensar usted qué
números usted cree que la mayoría los considera sus
predilectos?
Sin que nos conozcamos (usted y yo) podría apostar a
que la mayoría de las personas incluiría entre los seis elegidos el día de su
cumpleaños, o la de sus hijas/hijos, esposa/o, o de los padres o algún
familiar. Si bien eso provee de poca información (si uno supone que todos los
días de cada año cumple la misma cantidad de personas, lo cual no es
cierto), hay algo extra para deducir: son todos números menores
o iguales a 31. Es decir, si fuera cierto que uno incluye siempre
números ligados con días de un mes (cualquiera sea), es obvio que para elegir
los menos populares e incrementar su posibilidad de
estar sola o solo en la elección, conviene siempre elegir
números mayores estrictos que 31.
Más allá de mis conjeturas, escribo los datos de lo que
encontró él. El número que apareció más veces fue el número siete. Cox
escribió que el siete es elegido un 25 por ciento más de veces que el
número menos popular ¿Sabe cuál fue? El ¡46! También fueron seleccionados
muchas veces el 14 y el 18, y entre los menos votados (o
elegidos) aparecieron el 44 y 45. Y antes que me olvide y para hacer
justicia con el trabajo de Cox, el hecho que la gente elija números menores o
iguales que 31, él lo denomina birthday effect’, o sea,
el "efecto cumpleaños". En el camino, surgieron otros
patrones: los números más elegidos se agrupaban alrededor del
centro del formulario (que se usa en Inglaterra para hacer la selección) lo que
permite sugerir que quien juega sufre algún tipo de influencia que tiene que
ver con el diseño, algo así como el efecto que tiene la forma
en que un producto viene empaquetado o la foto que aparece en el sobre
o en la caja o en el envoltorio. De la misma forma, miles de jugadores
parecen dibujar una línea diagonal que atraviesa cierto grupo de números que
aparecen en la boleta, pero hay un dato que me resulta verdaderamente
sorprendente y me quiero detener un instante para pensarlo con usted.
La gente -en general- evita elegir números consecutivos. Por
ejemplo, muy pocos casos eligen 1,2,3,4,5 y 6. Usted advierte que la
probabilidad de que salgan esos seis números es la misma de
que salgan 7, 23, 31, 42 y 45. Es decir, cualesquiera sean los
seis números (distintos) la probabilidad de que sean elegidos es la misma. Lo
interesante – según Cox- es que él estuvo estudiando los patrones que aparecen
en juegos similares en Canadá, EEUU y Suiza: en todos los países sucede lo
mismo ¿Por qué? ¿Qué explicación encontrar?
Por último, para maximizar las ganancias y
dar validez a su teoría sobre la popularidad, Cox simuló jugar en forma
virtual. Para eso compró ficticiamente 75 mil billetes cada semana
eligiéndolos al azar, sin seleccionar entre los impopulares.
Utilizó 224 sorteos consecutivos del Lotto en Inglaterra, y calculó que sus
ganancias hubieran llegado a los ocho millones de dólares con una inversión
aproximada de casi 19 millones de dólares. Al mismo tiempo, y como forma de
control hizo lo mismo (con otros 75 mil billetes por semana) pero elegidos entre
los números que él consideraba impopulares. Usando esta forma de
elegir, la inversión hubiera sido la misma, pero las ganancias se
hubieran más que duplicado. El artículo figura en la revista The
Statistician, vol 47, página 629. La conclusión de Cox es: “elija seis
números mayores que 31 y que aparezcan en los bordes de la planilla en la que
tiene que escribir la selección. Por lo tanto, si usted acierta los seis
números es menos probable que tenga que compartir las
ganancias. Eso sí: la probabilidad que encontré también predice que uno no va a
acertar hasta el ¡siglo 28!”
Pongámoslo de esta forma: apostar a cualquiera de
estos juegos es un impuesto a la ignorancia. Usted decide si
lo paga … ¡o no! TOMADO DE PAGINA 12 DE AR
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