A pocas cuadras de donde vivo hay un punto de recarga para autos eléctricos. Es uno de los tres lugares que existen actualmente en la capital, donde apenas circula una docena de estos vehículos. La nada misma hoy, pero que constituye una tenue señal que los tiempos cambiaran.
La contaminación atmosférica de Santiago originada fundamentalmente por un creciente parque automotriz basado en el petróleo, se podría terminar en pocos años, si se masificarán los autos eléctricos, que utilizan baterías de litio y que emiten cero gases.
El desarrollo tecnológico de los autos eléctricos es vertiginoso acompañado de sus ventas, que crece a razón de un 50 por ciento al año en el mundo.
Es verdad que aún son más caros que los coches a combustión. Se calcula que la diferencia es de unos 4 millones de pesos, pero, sin embargo, el eléctrico implica un ahorro de 3 mil pesos cada 100 kilómetros, lo que significa que con 120 mil kilómetros recorridos amortizan la diferencia del precio de compra.
A esto hay que agregar otros factores, que acortan la diferencia de precio entre el eléctrico y el bencinero. Un coche eléctrico no requiere cambiar aceite, ni filtro, tampoco bujía. Los neumáticos duran más por el mejor reparto del peso total de vehículo y también le duran más los frenos por ser más livianos. Su vida útil es prácticamente el doble que la de un auto convencional.
Y como si esto fuera poco, son completamente silenciosos.
Es otra razón más para rechazar la decisión del gobierno de Piñera de licitar la explotación del litio a través de los llamados contratos especiales de operación.
La verdad es que esta fórmula la inventó la Concertación, que sigue bajo el síndrome de Clodoveo, quemando lo que ha adorado y adorando lo que ha quemado.
De hecho, desde el gobierno de Bachelet se utiliza el mecanismo para que privados, fundamentalmente extranjeros, exploten el petróleo chileno de Magallanes.
El gobierno actual justifica los contratos especiales de operación asegurando que darán un impulso a la explotación del litio y significaran alrededor de US$ 350 millones durante los 20 años de explotación con esta modalidad.
Estamos ad portas de un pésimo negocio para Chile, ya que se trata de un recurso estratégico para el desarrollo del país.
La demanda creciente de litio en el mundo presenta una oportunidad histórica para implementar una política de Estado, que no considere sólo la extracción, sino también el desarrollo de una industria ligada a la explotación de este mineral, transformando al país en un líder en tecnología, y no sólo de materias primas.
Esa es la discusión que la sociedad chilena demanda hoy.
6 de junio de 2012 - foto litio chileno
El desarrollo tecnológico de los autos eléctricos es vertiginoso acompañado de sus ventas, que crece a razón de un 50 por ciento al año en el mundo.
Es verdad que aún son más caros que los coches a combustión. Se calcula que la diferencia es de unos 4 millones de pesos, pero, sin embargo, el eléctrico implica un ahorro de 3 mil pesos cada 100 kilómetros, lo que significa que con 120 mil kilómetros recorridos amortizan la diferencia del precio de compra.
A esto hay que agregar otros factores, que acortan la diferencia de precio entre el eléctrico y el bencinero. Un coche eléctrico no requiere cambiar aceite, ni filtro, tampoco bujía. Los neumáticos duran más por el mejor reparto del peso total de vehículo y también le duran más los frenos por ser más livianos. Su vida útil es prácticamente el doble que la de un auto convencional.
Y como si esto fuera poco, son completamente silenciosos.
Es otra razón más para rechazar la decisión del gobierno de Piñera de licitar la explotación del litio a través de los llamados contratos especiales de operación.
La verdad es que esta fórmula la inventó la Concertación, que sigue bajo el síndrome de Clodoveo, quemando lo que ha adorado y adorando lo que ha quemado.
De hecho, desde el gobierno de Bachelet se utiliza el mecanismo para que privados, fundamentalmente extranjeros, exploten el petróleo chileno de Magallanes.
El gobierno actual justifica los contratos especiales de operación asegurando que darán un impulso a la explotación del litio y significaran alrededor de US$ 350 millones durante los 20 años de explotación con esta modalidad.
Estamos ad portas de un pésimo negocio para Chile, ya que se trata de un recurso estratégico para el desarrollo del país.
La demanda creciente de litio en el mundo presenta una oportunidad histórica para implementar una política de Estado, que no considere sólo la extracción, sino también el desarrollo de una industria ligada a la explotación de este mineral, transformando al país en un líder en tecnología, y no sólo de materias primas.
Esa es la discusión que la sociedad chilena demanda hoy.
6 de junio de 2012 - foto litio chileno
Tomado de Boletín GAL
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