Columna publicada en el diario EL PAIS de Montevideo el 28/3/2012
Hernán Sorhuet Gelós
INFORMACIÓN, ¿UN TEMA OLVIDADO?
A menos de tres meses de la realización de la Conferencia de Naciones Unidas
sobre el Desarrollo Sustentable –más conocida por Cumbre RIO+20- resulta muy
preocupante, que ni siquiera se mencione, uno de los temas seguramente
clave, para impulsar la transformación de la sociedad hacia la
sostenibilidad. Nos referimos a la disponibilidad de la información que la
gente necesita para vivir mejor.
Hace dos décadas, en la famosa Cumbre de RIO’92, los países sacudieron
la modorra de fines del siglo XX, expresando la necesidad y el compromiso de
modificar el modelo de desarrollo (y con ello la forma de producir,
consumir, utilizar los recursos y la energía, etc.) para revertir la crisis
ambiental, combatir la pobreza y la desigualdad, proteger la biodiversidad,
elevar la salud de la población -y tantas otras grandes necesidades de la
humanidad. Se aprobaron estos hermosos objetivos en un voluminoso documento
diseñado para ayudar a los gobiernos nacionales y locales a pasar a la
acción, denominado Agenda 21.
El capítulo 40 se refiere a la importancia de la información para la
adopción de decisiones acertadas. Subraya que en el desarrollo sostenible,
cada persona es a la vez usuario y portador de información, considerada en
su sentido amplio, que incluye datos, conclusiones y el conjunto adecuado de
experiencias y conocimientos.
El gran reto es velar por que las decisiones que se tomen en todos los
órdenes, se basen cada vez más en información fidedigna. Para ello, el
documento especifica que deben aplicarse dos esferas del programa: 1)
Reducción de las diferencias en materia de datos; o sea, acortar
dramáticamente la brecha existente entre los países en materia de
disponibilidad de datos y el acceso a ellos. 2) Mejorar el acceso a la
información. Se refiere a encontrar la información adecuada en el momento
preciso y cuando se necesita para solucionar problemas.
Este gran objetivo involucra tanto a los gobiernos, organizaciones,
empresas, grupos civiles, como a los propios individuos. Es que el rediseño
de una sociedad humana sustentable involucra a todos, sin excepciones ni
exclusiones. Por lo tanto, sin una mejora sustantiva de la educación y del
acceso a la información de valor, todos los esfuerzos que se realicen
(económicos, políticos, etc.) serán insuficientes y aumentarán la
frustración social.
Uno de los actores principales en la difusión y democratización de la
información son los medios de comunicación, porque actúan como una ventana
abierta hacia la comunidad, por la cual fluyen datos, contenidos, análisis,
etc. vinculados al quehacer local e internacional.
Pero, al igual que en tantas otros sectores de la sociedad, necesitamos
un impulso significativo de la información ambiental, que no es otra que
aquella que nos ayuda a comprender la realidad en su contexto más amplio.
Nos referimos a qué si la información periodística se circunscribe
exclusivamente a la visión política, económica, sanitaria o productiva
-según los estándares tradicionales del siglo XX- correría el riesgo de no
considerar datos o enfoques que pueden resultar importantes para los
destinatarios de la información.
Como se plantea en la Agenda 21, necesitamos un cambio de conducción
política estratégico, que impulse la integración de la información sobre el
medio ambiente y sobre el desarrollo en todos los ámbitos posibles de la
sociedad.
Hernán Sorhuet Gelós
INFORMACIÓN, ¿UN TEMA OLVIDADO?
A menos de tres meses de la realización de la Conferencia de Naciones Unidas
sobre el Desarrollo Sustentable –más conocida por Cumbre RIO+20- resulta muy
preocupante, que ni siquiera se mencione, uno de los temas seguramente
clave, para impulsar la transformación de la sociedad hacia la
sostenibilidad. Nos referimos a la disponibilidad de la información que la
gente necesita para vivir mejor.
Hace dos décadas, en la famosa Cumbre de RIO’92, los países sacudieron
la modorra de fines del siglo XX, expresando la necesidad y el compromiso de
modificar el modelo de desarrollo (y con ello la forma de producir,
consumir, utilizar los recursos y la energía, etc.) para revertir la crisis
ambiental, combatir la pobreza y la desigualdad, proteger la biodiversidad,
elevar la salud de la población -y tantas otras grandes necesidades de la
humanidad. Se aprobaron estos hermosos objetivos en un voluminoso documento
diseñado para ayudar a los gobiernos nacionales y locales a pasar a la
acción, denominado Agenda 21.
El capítulo 40 se refiere a la importancia de la información para la
adopción de decisiones acertadas. Subraya que en el desarrollo sostenible,
cada persona es a la vez usuario y portador de información, considerada en
su sentido amplio, que incluye datos, conclusiones y el conjunto adecuado de
experiencias y conocimientos.
El gran reto es velar por que las decisiones que se tomen en todos los
órdenes, se basen cada vez más en información fidedigna. Para ello, el
documento especifica que deben aplicarse dos esferas del programa: 1)
Reducción de las diferencias en materia de datos; o sea, acortar
dramáticamente la brecha existente entre los países en materia de
disponibilidad de datos y el acceso a ellos. 2) Mejorar el acceso a la
información. Se refiere a encontrar la información adecuada en el momento
preciso y cuando se necesita para solucionar problemas.
Este gran objetivo involucra tanto a los gobiernos, organizaciones,
empresas, grupos civiles, como a los propios individuos. Es que el rediseño
de una sociedad humana sustentable involucra a todos, sin excepciones ni
exclusiones. Por lo tanto, sin una mejora sustantiva de la educación y del
acceso a la información de valor, todos los esfuerzos que se realicen
(económicos, políticos, etc.) serán insuficientes y aumentarán la
frustración social.
Uno de los actores principales en la difusión y democratización de la
información son los medios de comunicación, porque actúan como una ventana
abierta hacia la comunidad, por la cual fluyen datos, contenidos, análisis,
etc. vinculados al quehacer local e internacional.
Pero, al igual que en tantas otros sectores de la sociedad, necesitamos
un impulso significativo de la información ambiental, que no es otra que
aquella que nos ayuda a comprender la realidad en su contexto más amplio.
Nos referimos a qué si la información periodística se circunscribe
exclusivamente a la visión política, económica, sanitaria o productiva
-según los estándares tradicionales del siglo XX- correría el riesgo de no
considerar datos o enfoques que pueden resultar importantes para los
destinatarios de la información.
Como se plantea en la Agenda 21, necesitamos un cambio de conducción
política estratégico, que impulse la integración de la información sobre el
medio ambiente y sobre el desarrollo en todos los ámbitos posibles de la
sociedad.
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