José Sarasola fue
reconocido por su trabajo de conservación del águila del Chaco
Hoy se registran mil aves de esta especie pero en treinta
años podría desaparecer. Un investigador del Conicet desarrolló estrategias de
protección y fue premiado.
Por Pablo Esteban
José Sarasola es investigador del Conicet y director del
Centro para el Estudio y Conservación de las Aves Rapaces en Argentina (Cecara)
en La Pampa. Recientemente fue galardonado con el “Whitley Award” (que entrega
una fundación británica), mejor conocido como “Oscar Verde”: premio que se
entrega a aquellos investigadores que, alrededor del mundo, desarrollan
estrategias de conservación de especies en peligro de extinción. El águila del
Chaco es una de las aves rapaces más grandes de la región: al desplegar sus
alas posee una envergadura de 1,8 metros y pesa 3 kilos. En la actualidad, la
población roza los mil individuos aunque en 30 años podría desaparecer. ¿Las
causas? La confusión de la población, la electrocución y el ahogamiento en
tanques. ¿Qué hizo este científico para revertir la situación? ¿Cómo se
modificó la percepción de los habitantes luego de su trabajo de divulgación en
las instituciones de la zona? A continuación, se ensayan algunas precisiones al
respecto.
--¿Qué características tiene el águila del Chaco?
--Es un ave rapaz de gran tamaño. De hecho, es el águila más
grande que se puede hallar en gran parte del país, Brasil y Paraguay. Pesa
aproximadamente 3 kilos, sus alas miden 1,8 metros cuando están desplegadas,
posada alcanza los 80 cm de altura y es de color gris pálido (por esta
característica en Brasil se la conoce como “águila ceniza”). Está en peligro de
extinción, solo se registran unos mil ejemplares adultos y el número está en baja.
Desde 2001 la estudiamos para poder protegerla.
--¿Por qué está en peligro de extinción? ¿La actividad
humana?
--Sí, diría que el principal factor de riesgo es la
ignorancia. Durante mucho tiempo los campesinos de la zona las perseguían y les
disparaban porque creían que se alimentaban de su ganado doméstico, sobre todo
de corderos. Nuestro trabajo consistió en comenzar a detectar nidos y
territorios reproductivos; luego, una vez confeccionado el registro, colocamos
cámaras para observar qué tipo de presas llevaban a sus pichones.
--¿Y qué hallaron?
--A partir de las filmaciones pudimos advertir que de un
total de 600 presas ninguna correspondía a ganado doméstico, sino a animales
silvestres como serpientes (hasta 5 por día). Con ello, quebramos un mito que
se encontraba arraigado en las comunidades de la zona y se transmitía de
generación en generación. Este hallazgo sirvió para repensar el conflicto que
siempre se produce entre las estrategias de protección de la fauna silvestre y
las actividades productivas. Más tarde, lo que siguió fue un trabajo de
educación y divulgación en las instituciones educativas de la zona. Esto cambió
de manera profunda la percepción y la actitud de la gente respecto del animal.
Sin ir muy lejos, cuando hace tan solo una década preguntábamos en los colegios
si conocían alguna especie en peligro de extinción nos nombraban a los osos
pandas y a los tigres de Bengala pero ninguno mencionaba al águila del Chaco,
que sobrevuela por sus propias casas.
--Más allá de la confusión de la propia comunidad existen
otras variables fundamentales. Gran parte de las águilas mueren electrocutadas.
--Todas las aves y en particular las rapaces mueren en
grandes cantidades por las electrocuciones. El problema comenzó con la
construcción del primer tendido eléctrico; es un conflicto de larga data, de
hecho, las empresas que brindan el servicio reciben multas pero el fenómeno no
se soluciona. En general, se electrocutan de dos formas: cuando se posan al
mismo tiempo sobre dos de los tres cables de distribución (que pueden
observarse al costado de la ruta), o bien, cuando los postes están hechos de
material conductor y al rozar uno de los cables con sus alas terminan siendo
víctimas de una fuerte descarga. El otro gran inconveniente, por otra parte, es
el de los tanques.
--¿Los tanques?
--Claro, se trata de una zona con mucha actividad ganadera.
Se aprovechan los pastizales naturales y las quintas poseen los tradicionales
tanques australianos. En primavera y verano, en épocas en las que se
incrementan las temperaturas, al no haber cursos de agua naturales disponibles,
la fauna silvestre se acerca e intenta hidratarse de cualquier manera. El
asunto es que muchas veces el agua no está al tope, los animales se estiran más
de lo debido y se caen. Hemos realizado un censo de 90 tanques y hallamos más
de 50 especies distintas de individuos muertos por ahogamiento. Desde aves
hasta serpientes, ciervos y jabalíes. En un tanque, incluso, encontramos dos
águilas del Chaco muertas y sabemos que una tercera se salvó porque un
productor nos contó cómo consiguió hacerlo. La vio justo y la ayudó.
--¿Qué propusieron para revertir la situación?
--Diseñamos rampas de rescate: estructuras hechas de malla
de alambre que se extienden desde el borde hasta el piso de los tanques; se
disponen como si fueran escaleras. De esta manera, por ejemplo, las aves pueden
trepar a la superficie si es que en algún momento se caen y así evitar la
muerte. Los resultados del experimento fueron llamativos: empleamos 30 tanques
de control, a 30 le colocamos una rampa y al tercio restante dos rampas. Como
resultado supimos que la mortalidad en aquellos tanques sin la estructura
duplicaba a los que tenían una. Entre los que tenían una y dos rampas, sin
embargo, la mortalidad fue igual. Además de ser efectivas como medida de
protección de los animales, también son útiles para los productores que
conservan el agua limpia por más tiempo.
--¿Qué rol cumplen estas aves rapaces en el ecosistema?
¿Por qué debemos preservarlas?
--Todos los predadores “tope” --es decir, aquellos
que se encuentran en las zonas superiores de la cadena alimenticia-- cumplen la
función de regular las poblaciones que se hallan en los niveles inferiores. Si
ello no ocurre, se produce el denominado “efecto cascada”: hay estudios en
Estados Unidos que describen lo que sucedió cuando desaparecieron los lobos en
Yellowstone. Pronto, se incrementó la población de ciervos y disminuyó la de
abedules porque el pastoreo se incrementó de manera notable. Durante los
últimos cuatro años hemos realizado un seguimiento satelital de las águilas del
Chaco y por factores como la confusión de los ganaderos, la electrocución y el
ahogamiento en los tanques solo el 30 por ciento sigue con vida. Todo esto,
sumado a la baja productividad que tiene la especie (solo colocan un huevo),
brinda como resultado una probabilidad de extinción que, según se estima, no
superará los 30 o 40 años.
--Por evitar su extinción, recientemente, obtuvo como
reconocimiento el “Oscar Verde”: ¿de qué se trata?
--Fui reconocido luego de un proceso de selección muy
exigente por un comité que premia a aquellos equipos que se encargan de
proteger la biodiversidad a nivel mundial. Es el galardón más importante que se
puede obtener para aquellos que nos dedicamos a proteger especies en peligro.
Me postulé con la idea de obtener un subsidio que me permitiera desarrollar
nuevas estrategias de conservación del ave, por eso, en el corto plazo mi idea
es expandir el trabajo más allá de La Pampa hacia latitudes cercanas y también
comprometidas como Mendoza. TOMADO DE
PAGINA 12 DE AR
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