de David González
Hoy se cumple un mes de la rotura del oleoducto de la planta de Jusepín que contaminó el río Guarapiche en Monagas. Las fallas de mantenimiento de las tuberías, el retardo en la respuesta para frenar la fuga del crudo y la improvisación en la ejecución del Plan Nacional de Contingencia de Pdvsa agravaron las secuelas del accidente
El derrame petrolero en Monagas los desnudó | Héctor Martínez
8:40 am. De la tubería que se fracturó sigue saliendo un chorro de petróleo. El personal de guardia en la Planta de Extracción de Pdvsa en Jusepín, Monagas, calcula que tiene 30 metros de altura. Apenas es el amanecer del sábado 4 de febrero, día especial para el Gobierno por la celebración preparada para el vigésimo aniversario del intento de golpe de Estado que encabezó en 1992 Hugo Chávez, entonces teniente coronel y hoy Presidente. Nadie ha podido cortar el flujo del hidrocarburo y la desesperación aparece.
"Hay que activar el Plan Nacional de Contingencia, la situación es crítica", es el mensaje que le envía un subordinado a Félix Merchán, gerente de la División El Furrial. El ejecutivo concuerda y escribe con resolución en el Blackberry: "Activémoslo". Luego hace una pregunta desconcertante: "¿Cuál es el procedimiento?".
El intercambio de comunicaciones está contenido en un documento que el diputado Hiram Gaviria, presidente de la Comisión de Ambiente de la Asamblea Nacional, entregó el miércoles a los fiscales del Ministerio Público a cargo de la investigación por el derrame de casi un día de duración que contaminó el río Guarapiche.
El horario en que se enviaron los mensajes cuando faltaban 20 minutos para las 9:00 am puede ser tomado como un dato relevante para establecer la velocidad de la respuesta en la emergencia. La corporación, en su primer comunicado sobre el accidente, informó que la fisura de la tubería se había descubierto "en horas de la madrugada". La Guía Técnica del Plan Nacional de Contingencia contra Derrames de Hidrocarburos en Aguas de Pdvsa establece recomendaciones sobre cuáles deben ser los plazos tope de respuesta para afrontar eventos como el de Monagas. En las primeras cuatro horas la meta es clara: se deberían tener desplegados "todos los equipos del plan local y protegidos los ambientes sensibles", como el del Guarapiche. Pero transcurrido ese tiempo los gerentes aún debatían qué pasos dar, según los documentos que presentó Gaviria a la Fiscalía.
La guía técnica identificada con la nomenclatura PNC 00-002 fija parámetros que no pueden lograrse en medio de titubeos. En las primeras 12 horas se debe tener a punto una capacidad para recoger 15.000 barriles de petróleo, 10.000 más de los que se derramaron, según los datos oficiales que han despertado el escepticismo de los analistas. Luego de 24 horas debe ser posible recuperar 30.000; en 48 horas, 69.000; y en 72 horas un aproximado de 319.000 barriles. "Si el derrame es en ríos el tiempo óptimo para desplegar y realizar acciones de recolección es de 3 días seguidos al inicio de éste", se expresa en el documento. Luego de ese período se evapora 40% del crudo liviano como el de Jusepín.
Por eso los técnicos advierten que es imposible recoger 95% del hidrocarburo que se fugó el 4 de febrero como han afirmado las autoridades. Son apenas piezas de un rompecabezas cuya solución no sólo esperan los monaguenses.
Hoy se cumple un mes del derrame y las secuelas están a la vista: el servicio de agua potable no ha sido restituido en Maturín, los productores agropecuarios de las riberas del río piden indemnización por sus pérdidas y aún se espera por las evaluaciones científicas sobre los daños sufridos por la fauna y la vegetación. Alejandro Hitcher, ministro del Ambiente, insiste en que la rápida actuación oficial evitó un desastre, lo mismo que ha dicho Rafael Ramírez, ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa. Expertos y activistas ambientales, sin embargo, consideran que deben ser aclaradas las dudas que se han posado sobre la calidad del mantenimiento de las tuberías que se rompieron, sobre el retardo que hubo para detener el flujo de hidrocarburo y sobre las evidencias de improvisación en el desarrollo del plan de contingencia, que no funcionó como un mecanismo de precisión.
Prevención. Desde la autopista se puede ver sin esfuerzo la zona donde ocurrió el reventón: está ubicada prácticamente en la entrada de la planta de Jusepín. "Hay que saber por qué se rompió la tubería", dice Juan Carlos Sánchez, experto en ciencias ambientales y ex consultor en la industria petrolera.
El diputado Juan Pablo García, miembro de la comisión parlamentaria que investiga el caso, está convencido de que la falta de mantenimiento fue ue un factor clave.
Basa el criterio en las respuestas que obtuvo cuando entrevistó a Freddy Merchán y a Edgar Sifontes, gerente de producción de la División El Furrial: "Me dijeron que esa parte del oleoducto tenía 14 años cubierta bajo tierra y que estaba planificada su sustitución. Evidentemente, no se hizo a tiempo". Esta semana los diputados de la comisión presentaron un documento en el que recomiendan a Pdvsa mejorar la supervisión y reparación de la red de tuberías.
Un oleoducto de 12 pulgadas de Jusepín ya había presentado una falla mayor en 2006. En un reporte de la Organización Panamericana de la Salud quedó descrito el accidente en el que también se contaminó el Guarapiche y la planta potabilizadora de aguas de Maturín: "La rotura ocurrió en un sector donde la tubería estaba enterrada, con dificultades para su detección, por lo que no se activó a tiempo el plan de contingencia de la empresa petrolera".
Ese mismo año, Intevep elaboró un estudio de tres secciones de tuberías dañadas. Gaviria obtuvo una copia y también la consignó en la Fiscalía para demostrar la persistencia de las fallas en los sistemas que colapsaron el 4 de febrero.
Nerio Romero, que trabajó en la recolección de derrames durante tres décadas en Pdvsa, indica que el petróleo arrastra elementos corrosivos que, con el tiempo, dañan las tuberías. "Hay equipos que permiten identificar dónde están las fisuras que deben atacarse", acota. Los expertos insisten en que la cercanía de los oleoductos de Jusepín al Guarapiche obliga a Pdvsa a ser especialmente celosa en la vigilancia y reparación de oleoductos, mientras se adapta a la nueva Ley de Ambiente. Ismael Hernández, biólogo del Instituto de Zoología Tropical de la UCV, dice que la legislación "prohíbe que estén a menos de 300 metros de los cauces". Recomienda la instalación o reparación de los sistemas que cierran las válvulas automáticamente cuando se detectan fugas masivas de crudo o que permiten el bloqueo de las tuberías desde la sala de control.
Discusión. Ninguna alternativa semejante estaba al alcance del personal que amaneció de guardia el 4 de febrero en Jusepín. La relación de mensajes que consignó Gaviria a la Fiscalía muestra que los encargados de la planta discutían sobre la necesidad de cerrar la producción de los pozos para detener el flujo del crudo. "Yo ando con Sifontes y ya se lo dije bien claro delante de Orlando y Eulogio. La prioridad es parar ese chorro", escribió Merchán a las 3:29 pm a Edgar Jayaro, gerente de proyectos mayores de la División El Furrial, de acuerdo con el documento en poder del Ministerio Público. Seis minutos más tarde el ejecutivo envió otro mensaje mientras aterrizaba en un vuelo en un avión de Pdvsa que provenía de Caracas: "Tomaré acciones disciplinarias. La afectación del río es grave".
La frase refleja cómo las órdenes y contraórdenes afectaron las acciones para controlar una situación que no parecía sino una pesadilla.
A las 3:30 pm ya se había paralizado la producción de 120.000 barriles de crudo, según se desprende de la documentación. "En esos casos de emergencia habitualmente surgen tensiones porque detener los pozos es una decisión con graves implicaciones económicas", refiere un técnico vinculado con la industria.
No hay que olvidar que el crudo liviano tipo Furrial es uno de los de mayor calidad y valor comercial en todo el país. A las 8:24 pm, Edgar Jayaro escribe un mensaje desalentador: "La situación sigue igual; no ha bajado nada. Ahorita se hará una reunión para organizar la contingencia".
Mal manejo. La Guía Técnica del Plan Nacional de Contingencia contra Derrames de Hidrocarburos hace una recomendación que repiten los expertos: las unidades de Pdvsa deben estar preparadas con antelación para responder al "peor caso" de derrame posible en la circunstancia "más adversa". Una segunda instrucción es igual de diáfana: "Es indispensable que se identifiquen las secciones prioritarias que, de presentar una fuga, pudieran alcanzar cuerpos de agua". El documento de la corporación es una herramienta de planificación que fija los parámetros para que nada quede al azar: factores como la distancia entre los centros operativos, el acceso a zonas remotas, la existencia de riesgo de sabotaje y la disposición de equipos deben ser evaluados por anticipado.
Por eso los especialistas interpretan como una clara señal de improvisación las fotografías de los hombres con pantalones cortos, torsos desnudos y cuerpos completamente cubiertos de petróleo que le han dado la vuelta al mundo.
"Nos duele ver imágenes como esas", dice Sánchez. "Sentí como si hubiéramos retrocedido medio siglo", replica Romero, quien agrega lo siguiente: "Los hidrocarburos son tóxicos y no se debe arriesgar la salud de nadie en un procedimiento que debería estar muy bien planificado". El experto recuerda que hay trajes ligeros de goma que cubren 80% del cuerpo y son adecuados para ese tipo de misión: "Las bragas, botas y cascos se hacen pesadas al contacto con el agua y el petróleo. Son más apropiadas para labores en tierra".
Testimonios como los de Miguel Ordaz, un electricista desempleado de 43 años de edad, quien trabajó en la contención del crudo en San Vicente, ilustran el punto: "Recibí la charla de seguridad y los trajes de Pdvsa, pero me los quité porque sentía que me iba a ahogar". Al salir del río, Ordaz se limpiaba con un disolvente que le daba la corporación. En casa se duchaba y se aplicaba cremas hidratantes para la resequedad. "No me he sentido mal". Romero no es médico, pero en sus años de trabajo vio lo que sucedió con obreros que se empaparon de petróleo: "Tenían comúnmente excoriaciones". Al examinar las fotografías, Sánchez agrega que las barreras que se utilizaron pudieron ser desplegadas desde botes. "Se ven hombres que además las están colocando sin saber cuál es la posición correcta", agrega el consultor ambiental.
A los expertos también les sorprende que el crudo haya avanzado más de 100 kilómetros desde Jusepín hasta la desembocadura del Guarapiche en el río San Juan. Elia Gómez, geógrafa y especialista en planificación de contingencias, recuerda que es simple predecir el curso que seguirá el petróleo en un río: "Va con la corriente y uno sabe de antemano a donde va a llegar".
Esa es una ventaja estratégica para decidir dónde colocar los frentes de recolección del crudo. Si se sabe la velocidad a las que circulan las aguas, hay que escoger puntos suficientemente alejados para que haya tiempo para desplegar los recursos. Estos deben estar preferiblemente en los meandros, porque allí la corriente va más lenta. Las barreras se colocan de manera diagonal para concentrar el crudo en una orilla, posición privilegiada desde la cual se puede succionar el hidrocarburo con la maquinaria adecuada. En muchos casos se abren fosas de sacrificio para arrojar la sustancia: "Con un número adecuado de frentes se puede contener muy bien un derrame". La llegada del petróleo a las bocas de la planta potabilizadora del Bajo Guarapiche en Maturín no le parece razonable a Sánchez, quien considera que una de las metas del plan de contingencia debe ser proteger la instalación estratégica: "Pudo detenerse antes". Los ataques guerrilleros a los oleoductos colombianos han representado un entrenamiento suficiente para la detención del crudo en el río Arauca: "Nos llamaban del otro lado y sabíamos que teníamos cinco o seis horas para prepararnos. Así contuvimos derrames grandes en muchas ocasiones", dice Romero. Hay lecciones que deben repasarse para evitar otro caso como el del Guarapiche.
Los planes secretos
El Plan Nacional de Contingencia de Pdvsa es un documento que dicta los parámetros para actuar en una emergencia operacional.
Es resguardado por la gerencia roja-rojita con el mismo celo que tuvo la directiva anterior a 1999, señalan fuentes consultadas. La política de la estatal petrolera siempre ha sido la de no difundir un documento que considera sensible, puesto que sería como dar armas al enemigo. También se abriría un debate innecesario, puertas adentro de la industria y afuera, afirman.
Al consultar a científicos expertos en la atención de emergencias relacionadas con hidrocarburos, se constata que el acceso es difícil, incluso para ellos.
Indican que cuando son contratados para atender un derrame, Pdvsa les otorga acceso limitado al Plan Nacional de Contingencia, tanto en el tiempo como en el contenido disponible.
Ingenieros privados ligados a la industria petrolera en oriente confirman que es un documento casi secreto. Agregan que no lo prestan ni siquiera en caso de emergencias. Si se da una situación extrema, el funcionario de Pdvsa correspondiente informa a la contratista sobre los pasos que debe tomar al momento.
Con información de Fabiola Zerpa
Tomado de El Nacional de Venezuela
Hoy se cumple un mes de la rotura del oleoducto de la planta de Jusepín que contaminó el río Guarapiche en Monagas. Las fallas de mantenimiento de las tuberías, el retardo en la respuesta para frenar la fuga del crudo y la improvisación en la ejecución del Plan Nacional de Contingencia de Pdvsa agravaron las secuelas del accidente
El derrame petrolero en Monagas los desnudó | Héctor Martínez
8:40 am. De la tubería que se fracturó sigue saliendo un chorro de petróleo. El personal de guardia en la Planta de Extracción de Pdvsa en Jusepín, Monagas, calcula que tiene 30 metros de altura. Apenas es el amanecer del sábado 4 de febrero, día especial para el Gobierno por la celebración preparada para el vigésimo aniversario del intento de golpe de Estado que encabezó en 1992 Hugo Chávez, entonces teniente coronel y hoy Presidente. Nadie ha podido cortar el flujo del hidrocarburo y la desesperación aparece.
"Hay que activar el Plan Nacional de Contingencia, la situación es crítica", es el mensaje que le envía un subordinado a Félix Merchán, gerente de la División El Furrial. El ejecutivo concuerda y escribe con resolución en el Blackberry: "Activémoslo". Luego hace una pregunta desconcertante: "¿Cuál es el procedimiento?".
El intercambio de comunicaciones está contenido en un documento que el diputado Hiram Gaviria, presidente de la Comisión de Ambiente de la Asamblea Nacional, entregó el miércoles a los fiscales del Ministerio Público a cargo de la investigación por el derrame de casi un día de duración que contaminó el río Guarapiche.
El horario en que se enviaron los mensajes cuando faltaban 20 minutos para las 9:00 am puede ser tomado como un dato relevante para establecer la velocidad de la respuesta en la emergencia. La corporación, en su primer comunicado sobre el accidente, informó que la fisura de la tubería se había descubierto "en horas de la madrugada". La Guía Técnica del Plan Nacional de Contingencia contra Derrames de Hidrocarburos en Aguas de Pdvsa establece recomendaciones sobre cuáles deben ser los plazos tope de respuesta para afrontar eventos como el de Monagas. En las primeras cuatro horas la meta es clara: se deberían tener desplegados "todos los equipos del plan local y protegidos los ambientes sensibles", como el del Guarapiche. Pero transcurrido ese tiempo los gerentes aún debatían qué pasos dar, según los documentos que presentó Gaviria a la Fiscalía.
La guía técnica identificada con la nomenclatura PNC 00-002 fija parámetros que no pueden lograrse en medio de titubeos. En las primeras 12 horas se debe tener a punto una capacidad para recoger 15.000 barriles de petróleo, 10.000 más de los que se derramaron, según los datos oficiales que han despertado el escepticismo de los analistas. Luego de 24 horas debe ser posible recuperar 30.000; en 48 horas, 69.000; y en 72 horas un aproximado de 319.000 barriles. "Si el derrame es en ríos el tiempo óptimo para desplegar y realizar acciones de recolección es de 3 días seguidos al inicio de éste", se expresa en el documento. Luego de ese período se evapora 40% del crudo liviano como el de Jusepín.
Por eso los técnicos advierten que es imposible recoger 95% del hidrocarburo que se fugó el 4 de febrero como han afirmado las autoridades. Son apenas piezas de un rompecabezas cuya solución no sólo esperan los monaguenses.
Hoy se cumple un mes del derrame y las secuelas están a la vista: el servicio de agua potable no ha sido restituido en Maturín, los productores agropecuarios de las riberas del río piden indemnización por sus pérdidas y aún se espera por las evaluaciones científicas sobre los daños sufridos por la fauna y la vegetación. Alejandro Hitcher, ministro del Ambiente, insiste en que la rápida actuación oficial evitó un desastre, lo mismo que ha dicho Rafael Ramírez, ministro de Energía y Petróleo y presidente de Pdvsa. Expertos y activistas ambientales, sin embargo, consideran que deben ser aclaradas las dudas que se han posado sobre la calidad del mantenimiento de las tuberías que se rompieron, sobre el retardo que hubo para detener el flujo de hidrocarburo y sobre las evidencias de improvisación en el desarrollo del plan de contingencia, que no funcionó como un mecanismo de precisión.
Prevención. Desde la autopista se puede ver sin esfuerzo la zona donde ocurrió el reventón: está ubicada prácticamente en la entrada de la planta de Jusepín. "Hay que saber por qué se rompió la tubería", dice Juan Carlos Sánchez, experto en ciencias ambientales y ex consultor en la industria petrolera.
El diputado Juan Pablo García, miembro de la comisión parlamentaria que investiga el caso, está convencido de que la falta de mantenimiento fue ue un factor clave.
Basa el criterio en las respuestas que obtuvo cuando entrevistó a Freddy Merchán y a Edgar Sifontes, gerente de producción de la División El Furrial: "Me dijeron que esa parte del oleoducto tenía 14 años cubierta bajo tierra y que estaba planificada su sustitución. Evidentemente, no se hizo a tiempo". Esta semana los diputados de la comisión presentaron un documento en el que recomiendan a Pdvsa mejorar la supervisión y reparación de la red de tuberías.
Un oleoducto de 12 pulgadas de Jusepín ya había presentado una falla mayor en 2006. En un reporte de la Organización Panamericana de la Salud quedó descrito el accidente en el que también se contaminó el Guarapiche y la planta potabilizadora de aguas de Maturín: "La rotura ocurrió en un sector donde la tubería estaba enterrada, con dificultades para su detección, por lo que no se activó a tiempo el plan de contingencia de la empresa petrolera".
Ese mismo año, Intevep elaboró un estudio de tres secciones de tuberías dañadas. Gaviria obtuvo una copia y también la consignó en la Fiscalía para demostrar la persistencia de las fallas en los sistemas que colapsaron el 4 de febrero.
Nerio Romero, que trabajó en la recolección de derrames durante tres décadas en Pdvsa, indica que el petróleo arrastra elementos corrosivos que, con el tiempo, dañan las tuberías. "Hay equipos que permiten identificar dónde están las fisuras que deben atacarse", acota. Los expertos insisten en que la cercanía de los oleoductos de Jusepín al Guarapiche obliga a Pdvsa a ser especialmente celosa en la vigilancia y reparación de oleoductos, mientras se adapta a la nueva Ley de Ambiente. Ismael Hernández, biólogo del Instituto de Zoología Tropical de la UCV, dice que la legislación "prohíbe que estén a menos de 300 metros de los cauces". Recomienda la instalación o reparación de los sistemas que cierran las válvulas automáticamente cuando se detectan fugas masivas de crudo o que permiten el bloqueo de las tuberías desde la sala de control.
Discusión. Ninguna alternativa semejante estaba al alcance del personal que amaneció de guardia el 4 de febrero en Jusepín. La relación de mensajes que consignó Gaviria a la Fiscalía muestra que los encargados de la planta discutían sobre la necesidad de cerrar la producción de los pozos para detener el flujo del crudo. "Yo ando con Sifontes y ya se lo dije bien claro delante de Orlando y Eulogio. La prioridad es parar ese chorro", escribió Merchán a las 3:29 pm a Edgar Jayaro, gerente de proyectos mayores de la División El Furrial, de acuerdo con el documento en poder del Ministerio Público. Seis minutos más tarde el ejecutivo envió otro mensaje mientras aterrizaba en un vuelo en un avión de Pdvsa que provenía de Caracas: "Tomaré acciones disciplinarias. La afectación del río es grave".
La frase refleja cómo las órdenes y contraórdenes afectaron las acciones para controlar una situación que no parecía sino una pesadilla.
A las 3:30 pm ya se había paralizado la producción de 120.000 barriles de crudo, según se desprende de la documentación. "En esos casos de emergencia habitualmente surgen tensiones porque detener los pozos es una decisión con graves implicaciones económicas", refiere un técnico vinculado con la industria.
No hay que olvidar que el crudo liviano tipo Furrial es uno de los de mayor calidad y valor comercial en todo el país. A las 8:24 pm, Edgar Jayaro escribe un mensaje desalentador: "La situación sigue igual; no ha bajado nada. Ahorita se hará una reunión para organizar la contingencia".
Mal manejo. La Guía Técnica del Plan Nacional de Contingencia contra Derrames de Hidrocarburos hace una recomendación que repiten los expertos: las unidades de Pdvsa deben estar preparadas con antelación para responder al "peor caso" de derrame posible en la circunstancia "más adversa". Una segunda instrucción es igual de diáfana: "Es indispensable que se identifiquen las secciones prioritarias que, de presentar una fuga, pudieran alcanzar cuerpos de agua". El documento de la corporación es una herramienta de planificación que fija los parámetros para que nada quede al azar: factores como la distancia entre los centros operativos, el acceso a zonas remotas, la existencia de riesgo de sabotaje y la disposición de equipos deben ser evaluados por anticipado.
Por eso los especialistas interpretan como una clara señal de improvisación las fotografías de los hombres con pantalones cortos, torsos desnudos y cuerpos completamente cubiertos de petróleo que le han dado la vuelta al mundo.
"Nos duele ver imágenes como esas", dice Sánchez. "Sentí como si hubiéramos retrocedido medio siglo", replica Romero, quien agrega lo siguiente: "Los hidrocarburos son tóxicos y no se debe arriesgar la salud de nadie en un procedimiento que debería estar muy bien planificado". El experto recuerda que hay trajes ligeros de goma que cubren 80% del cuerpo y son adecuados para ese tipo de misión: "Las bragas, botas y cascos se hacen pesadas al contacto con el agua y el petróleo. Son más apropiadas para labores en tierra".
Testimonios como los de Miguel Ordaz, un electricista desempleado de 43 años de edad, quien trabajó en la contención del crudo en San Vicente, ilustran el punto: "Recibí la charla de seguridad y los trajes de Pdvsa, pero me los quité porque sentía que me iba a ahogar". Al salir del río, Ordaz se limpiaba con un disolvente que le daba la corporación. En casa se duchaba y se aplicaba cremas hidratantes para la resequedad. "No me he sentido mal". Romero no es médico, pero en sus años de trabajo vio lo que sucedió con obreros que se empaparon de petróleo: "Tenían comúnmente excoriaciones". Al examinar las fotografías, Sánchez agrega que las barreras que se utilizaron pudieron ser desplegadas desde botes. "Se ven hombres que además las están colocando sin saber cuál es la posición correcta", agrega el consultor ambiental.
A los expertos también les sorprende que el crudo haya avanzado más de 100 kilómetros desde Jusepín hasta la desembocadura del Guarapiche en el río San Juan. Elia Gómez, geógrafa y especialista en planificación de contingencias, recuerda que es simple predecir el curso que seguirá el petróleo en un río: "Va con la corriente y uno sabe de antemano a donde va a llegar".
Esa es una ventaja estratégica para decidir dónde colocar los frentes de recolección del crudo. Si se sabe la velocidad a las que circulan las aguas, hay que escoger puntos suficientemente alejados para que haya tiempo para desplegar los recursos. Estos deben estar preferiblemente en los meandros, porque allí la corriente va más lenta. Las barreras se colocan de manera diagonal para concentrar el crudo en una orilla, posición privilegiada desde la cual se puede succionar el hidrocarburo con la maquinaria adecuada. En muchos casos se abren fosas de sacrificio para arrojar la sustancia: "Con un número adecuado de frentes se puede contener muy bien un derrame". La llegada del petróleo a las bocas de la planta potabilizadora del Bajo Guarapiche en Maturín no le parece razonable a Sánchez, quien considera que una de las metas del plan de contingencia debe ser proteger la instalación estratégica: "Pudo detenerse antes". Los ataques guerrilleros a los oleoductos colombianos han representado un entrenamiento suficiente para la detención del crudo en el río Arauca: "Nos llamaban del otro lado y sabíamos que teníamos cinco o seis horas para prepararnos. Así contuvimos derrames grandes en muchas ocasiones", dice Romero. Hay lecciones que deben repasarse para evitar otro caso como el del Guarapiche.
Los planes secretos
El Plan Nacional de Contingencia de Pdvsa es un documento que dicta los parámetros para actuar en una emergencia operacional.
Es resguardado por la gerencia roja-rojita con el mismo celo que tuvo la directiva anterior a 1999, señalan fuentes consultadas. La política de la estatal petrolera siempre ha sido la de no difundir un documento que considera sensible, puesto que sería como dar armas al enemigo. También se abriría un debate innecesario, puertas adentro de la industria y afuera, afirman.
Al consultar a científicos expertos en la atención de emergencias relacionadas con hidrocarburos, se constata que el acceso es difícil, incluso para ellos.
Indican que cuando son contratados para atender un derrame, Pdvsa les otorga acceso limitado al Plan Nacional de Contingencia, tanto en el tiempo como en el contenido disponible.
Ingenieros privados ligados a la industria petrolera en oriente confirman que es un documento casi secreto. Agregan que no lo prestan ni siquiera en caso de emergencias. Si se da una situación extrema, el funcionario de Pdvsa correspondiente informa a la contratista sobre los pasos que debe tomar al momento.
Juan Carlos Sánchez asegura que la situación es similar en otros países. "Estos planes no son públicos, pero no es porque exista aprensión en cuanto a que se conozcan sino porque son sumamente técnicos", dice.
Manifiesta que las organizaciones no gubernamentales dedicadas al tema ambiental siempre han librado una lucha contra las empresas petroleras para que parte de la información de estos documentos que pueda afectar a una determinada población no se oculte y sea conocida. "Si éste fuera un país desarrollado, la empresa tendría la obligación de presentar un informe periódico en el que anuncie ese riesgo".
De esa forma la comunidades de Monagas conocerían los peligros de vivir cerca de una zona petrolera y sabrían que quedarse sin agua era una posibilidad.Con información de Fabiola Zerpa
Tomado de El Nacional de Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario