El término proviene de la novela "Villa miseria también
es América", de Bernardo Verbitsky, publicada en 1957. Hoy se han
convertido en "ciudades" con vida y hasta una cultura propia, que
resalta el orgullo de ser villero. Su música, la "cumbia villera",
nacida en los años 90, aborda temas relacionados con el crimen, la droga y el
sexo. Al futbolista Carlos Tevez, de la Juventus italiana y la selección
argentina, le gusta destacar su origen "villero", portando una
camiseta con el nombre de la suya, Fuerte Apache. Ahora, el Congreso argentino
acaba de aprobar una controvertida ley que instituye al 7 de octubre como el
Día Nacional de la Identidad Villera en reconocimiento a miles de personas que
viven en esos asentamientos de todo el país. Un grupo de legisladores propuso
la ley para romper con los estereotipos que caracterizan a los
"villeros" como vagos, delincuentes y narcotraficantes y resaltar
"los valores de solidaridad, optimismo, esperanza, generosidad, humildad y
valor por lo colectivo".
Los legisladores eligieron el 7 de octubre en homenaje al padre
Carlos Mugica, considerado la figura más emblemática de los llamados
"curas villeros", sacerdotes católicos destacados por su compromiso
social con los más necesitados. En plena violencia política de la década de
1970, Mugica se volvió una figura incómoda por su trabajo social en la villa 31
y fue asesinado por grupos paraestatales en 1974. "Esa ley es una burla,
porque la identidad la tenemos todos como ciudadanos argentinos", dijo
Benítez, de 55 años, apostado al borde de una cancha de fútbol en la que
decenas de niños corren detrás de una pelota. "Hay que cumplir las leyes
vigentes de urbanización. Lo que pasa es que los políticos no quieren que se
solucione el tema de las villas. Los villeros de la capital no tendrían que
tener una casa sino una mansión de cinco plantas con todo el presupuesto para
urbanización de los últimos 31 años".Residentes de la villa 8 de Mayo.
(AP).
¿Qué define a los habitantes de las villas: la violencia y
la marginalidad o la solidaridad y el compromiso colectivo? El hacinamiento, la
falta de redes sanitarias y de agua potable, la violencia de género y el
flagelo de la droga son las problemáticas que deben enfrentar a diario los
habitantes de las villas. No obstante, para Benítez "en la villa se vive
bien. Se puede progresar... Lo negativo es que alguno se automargina, se siente
menos. Yo les digo que se sientan orgullosos, que son seres humanos como
cualquiera, aunque estemos en el fin del mundo, como dice el Papa".
Hay otros puntos de vista sobre la ley. Lorena Pastoriza, de
40 años, vive en la villa "8 de mayo", en la localidad de José León
Suárez, al norte de la capital, frente a un gigantesco basural, del que vive
con una cooperativa de reciclaje. "Me parece que (la ley) es digna,
destaca los valores que se viven en la vida cotidiana de una villa y no como
dicen que estamos los "chorros" (ladrones) y delincuentes. Hay mucha
solidaridad, compromiso", opinó la mujer. "La cultura de la villa es
única. No se vive en otros barrios lo que se experimenta en una villa. Hay un
compromiso con el otro, una generosidad y valor por lo colectivo que no se da
en otras clases sociales".
Fuente: AP TOMADO DE ENVIO DE EL COMERCIO DE PERU
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