Los árboles de
Asunción están abandonados a su suerte El Comité Sectorial del Medio Ambiente,
de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica (UCCI), designó a Asunción
“Capital Verde de Iberoamérica”, por superar a las demás en porcentaje de áreas
abiertas públicas por habitante: 26 metros cuadrados por cada uno. Quienes
crean que algo de esto es mérito de los intendentes asuncenos, va por el camino
más equivocado. El mérito de que la capital paraguaya figure entre las que más
espacios abiertos posee se debe a que esta ciudad está bendecida con un suelo
fértil, un clima benigno, agua en cantidad y en proporciones ideales, de tal
suerte que todo el mérito del título recibido por Asunción se lo debemos a la
naturaleza y a nadie más que a ella. Más aún, debería decirse que Asunción es
todavía verde a pesar de sus intendentes, porque es evidente que, si existe un
aspecto de la ciudad que no consiguió despertar el interés personal de quienes
se sucedieron en ese cargo en las últimas décadas, es este del cuidado e
impulso del ornato natural de nuestra capital.
EDITORIAL DE ABC COLOR
Recientemente en Buenos Aires, los miembros del Comité
Sectorial del Medio Ambiente, de la Unión de Ciudades Capitales de Iberoamérica
(UCCI), votaron unánimemente por Asunción para designarla “Capital Verde de
Iberoamérica”. Explican que el honor nos correspondió por superar a las demás
en porcentaje de áreas abiertas públicas por habitante: 26 metros cuadrados
para cada uno.
Más aún, debería decirse que Asunción es todavía verde a
pesar de sus intendentes, que no movieron ni mueven un dedo para impedir que
muchos barrios, otrora amables para las residencias y la vida de vecindario,
perdieran para siempre su aspecto lozano por causa de la contaminación, el
polvo de la demolición o la construcción, del negro del asfalto y del gris del
hormigón, materiales quizás inevitables en el proceso de crecimiento de una
ciudad, aunque a condición de que se den en su medida equilibrada, que estén
donde deben estar y no en todas y cualquier parte.
Es evidente que, si existe un aspecto de la ciudad que no
consiguió despertar el interés personal de los intendentes que en las últimas
décadas se sucedieron en Asunción, es este del cuidado e impulso del ornato
natural de calles, avenidas, paseos, plazas y parques, particularmente en lo
que hace a la vegetación ornamental.
La Municipalidad capitalina no realiza ningún esfuerzo en
favor de la arborización de sus espacios públicos, ni siquiera en la
conservación de los antiguos ejemplares que aún perviven en calles, avenidas y
paseos, tarea sencilla y de bajo costo, que no logra ser cumplida en lo más
mínimo y elemental, cual es, por ejemplo, la poda anual oportuna, la sanitación
y la sustitución de los ejemplares viejos o enfermos.
Los árboles de las avenidas más transitadas de la ciudad
crecen y se cuidan a sí mismos. Con frecuencia los obreros de la ANDE los
parten por la mitad o les descabezan, dejando a cargo de la naturaleza
recomponerlos. Algunos particulares resuelven eliminar árboles de las veredas,
frente a sus residencias, por motivos personales. Algunas empresas
publicitarias atacan los árboles que obstaculizan sus carteles hasta secarlos.
Al contrario, hay también mucha gente que los planta y cuida
para obtener el beneficio de sus sombras, bien tan preciado en este tórrido
país, en el que la cobertura vegetal no se limita a constituir apenas un
adorno, sino una necesidad ambiental y sanitaria. Pero los que luchan por la
vegetación ornamental no tienen la fuerza necesaria para superar a los enemigos
de ella ni a la indiferencia municipal.
A lo largo de estos años, las administraciones comunales
asuncenas se desentendieron casi por completo del cuidado de plantas y árboles
en los espacios públicos. Esto no obsta, por supuesto, a que la Municipalidad
mantenga sus direcciones, departamentos y oficinas de “medio ambiente” colmados
de funcionarios Paseando por Asunción, una cosa queda muy clara: los
funcionarios municipales encargados del ornato vegetal, de la arborización y
del ordenamiento estético carecen de la ínfima idea acerca de las exigencias de
la botánica y del paisajismo urbano. Por eso es que sería muy interesante que
se informe a la ciudadanía asuncena cuánto gasta la Municipalidad del dinero
público para mantener esas oficinas y esos funcionarios, con sus vehículos,
materiales y otros costos. ¿Podría dar
el titular de la “División de Medio Ambiente, Limpieza Pública y Ornato” de la
Municipalidad de Asunción un informe de lo que hizo por la ciudad en la materia
que nos ocupa, en estos últimos cuatro años? ¿Qué concertó con los directivos
de ANDE, de Copaco, de las agencias publicitarias y otros particulares que
constantemente interfieren negativamente en la labor de cuidar la vegetación de
la ciudad? Debería explicar, al menos, cómo es que, existiendo una ordenanza
que sanciona el derribo, tala o secamiento de árboles, no se conoce un solo
caso que haya servido para impedir la perpetración diaria de este mal endémico
de nuestra capital.
Los taladores no tendrían que poder cortar una sola rama de
un árbol asunceno sin la autorización expresa de la autoridad comunal, y bajo
vigilancia personal de sus técnicos agrónomos. Pero ocurre que el intendente de
Asunción y sus gerentes o directores carecen de autoridad para enfrentar a los
depredadores, y de capacidad para vigilar, impedir, imponer sanciones u obligar
a reponer los daños que se causan al ornato natural público capitalino. Además
de indiferentes e inoperantes son, por consiguiente, impotentes. No obstante,
el galardón de la “Capital Verde de Iberoamérica” debe ser bienvenido para esta
ciudad, pero a condición de tener presente que es en extremo generoso, quizás
porque proviene de un mero cálculo aritmético y no del examen cuidadoso de la
realidad. Si Asunción no va a perder fácilmente su vegetación será gracias a la
benevolencia de la naturaleza, no de los funcionarios municipales. La verdad es
que, si hay que confiar en los esfuerzos de estos, lo verde en nuestras calles,
avenidas, paseos y plazas duraría solamente el tiempo que su vegetación
complete su ciclo natural de existencia, pues árboles y jardines están, en
Asunción, abandonados a su suerte. TOMADO DE ABC DE PARAGUAY
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