Sin control legal,
Istmina saca 3 millones de gramos de oro
Los habitantes de Istmina viven básicamente de la minería.
Aunque también hay comercio y mototaxismo.
FOTO DONALDO ZULUAGA.
CHOCÓ POR MARÍA
VICTORIA CORREA |
10 millones de pesos es el cobro que hacen los
grupos armados ilegales para ingresar una retroexcavadora a
la zona. EN DEFINITIVA
Istmina es uno de los mayores productores de oro en el país.
Sin embargo en el territorio no hay ningún título legal de explotación. Los
grupos armados ilegales tienen control sobre el negocio.
El ruido de los camiones retumbó en todos los negocios de la
calle principal de Istmina a las 5:30 de la tarde. Pasaron despacio. En un
camión iba una retroexcavadora y, en el otro, pedazos de una draga. Todo el
pueblo los vio, pero nadie sabe nada.
Y nadie sabe nada porque en este pueblo, -de dos calles,
19.000 habitantes, seis kilómetros cuadrados de área urbana, que se paraliza
cada septiembre en las fiestas patronales de la Virgen de Las Mercedes-, hay
miedo. De ese miedo que se contagia. No es gratuito: estamos en el municipio
que en 2013 produjo cerca de 3 millones de gramos de oro -ni uno solo legal-
que lo ubican como el mayor productor del mineral en Chocó, y cuya producción
se hace bajo mandato armado de las bandas criminales y las guerrillas; ellos se
comparten el negocio, lo dice la Gobernación.
Por eso es que Istmina no solo se paraliza en sus fiestas
patronales. Istmina se paraliza cuando pasan por la calle principal las
tractomulas que llevan pedazos de dragas o retroexcavadoras nuevas, que serán
usadas por los cerca de 2.000 mineros que hay en el pueblo. Y para ello,
alguien tuvo que pagar una extorsión de 10 millones de pesos a los armados que
dominan el negocio. Se estima que en todo Chocó -desde Unguía hasta Novita- hay
cerca de 2.500 retroexcavadoras, según los cálculos de la Federación de
Mineros.
Ningún gramo de oro es legal. Ni en Istmina ni en los 46.000
kilómetros cuadrados de este departamento. De acuerdo con el Censo Minero
2010-2011, en Chocó hay 527 entables o unidades productivas mecanizadas, UPM.
En los reportes de la Corporación Autónoma Regional para el Desarrollo
Sostenible del Chocó, Codechocó, aparece que en todo el departamento solamente
hay ocho títulos otorgados tanto de exploración como de explotación (ver
recuadro) y, en Istmina -el mayor productor de oro del departamento-, solo hay
un título otorgado de explotación y no es para extraer oro sino material de
construcción.
El contraste es complejo: los mineros saben que su actividad
no es legal y quieren formalizarse -asunto que puede durar años-, mientras
tanto pagan millonarias extorsiones por operar su entable. Dicen llamarse
víctimas, dicen tener miedo.
Por eso es que don Antonio -su nombre real es otro-, un
minero al que nunca le vi la cara y quien hace parte de un consejo comunitario,
se negó a hablar conmigo. Le pedí por teléfono una cita. Le dije que quería
saber su historia. Y primero me dijo que sí: “Claro, seño, podemos conversar,
pero... pero es difícil”. Se retractó, entonces le pregunté la razón: “No puedo
hablar. Nadie le habla a usted de ese tema. No, no seño, no insista. La minería
es una papa caliente en este momento aquí en Istmina. Que no, seño, que no
hablaré. Así no publique mi nombre van a saber quién soy yo. Pongo en riesgo la
vida de mi familia y la mía si hablo con usted”.
Le pregunto al alcalde por el miedo de Antonio. Jaison
Mosquera Sánchez fue elegido con el aval de Cambio Radical con 3.475 votos en
unas elecciones atípicas y resumió el miedo de una manera sencilla: Antonio no
habló porque a los mineros no les gusta hablar “por falta de conocimiento”. Le
digo que si sabe de las extorsiones a los mineros, que quiénes las cobran, que
si las Farc están en el negocio, a lo que el mandatario responde: “No tengo
conocimiento de eso, pero estamos en Chocó y no podemos negar la presencia de
estos grupos. El proceso de legalización es largo, pero en algún momento tiene
que empezar. Las condiciones ahora no son favorables, pues muchos no han
entendido eso”.
*****
En Istmina no se sabe quién es quién, porque de acuerdo con
el coronel (r) del Ejército Luis Alberto Villamarín Pulido, analista de asuntos
estratégicos, en esta región la guerrilla aplica el Plan Renacer y utilizan a
los milicianos para que cobren la cuota y controlen las minas y lleven listados
y tengan el reporte de la cantidad de oro producido y tengan los censos
mineros. “Ellos fundamentalmente lo que hacen es tener el control sobre el
negocio, quién puede entrar, el control de los insumos, el control del
mercurio. Pero aquí no se ve al guerrillero armado que anda con su camuflado
sino a los milicianos. Con ellos tienen más capacidad de presión sicológica,
económica y política”.
Y es que esa presión sicológica se traduce en cifras
millonarias. Lo explica Ariel Quinto, presidente de la Federación de Mineros
del Chocó. Le digo que si no le da miedo hablar - le cuento de Antonio - y dice
que sabe que está en riesgo su vida, pero “he hecho minería desde que estaba en
el vientre de mi mamá y tengo que defender mi tierra”.
Explica Quinto que Istmina es una de las zonas más costosas
en materia de pago a delincuentes. Por ejemplo, a las bandas criminales hay que
pagarles, en porcentaje, cerca de un 4 por ciento de la producción, es decir,
cerca de 6 millones de pesos, también hay una cuota fija anual de dos millones
de pesos por máquina. Al Eln hay que pagarle por ingreso al área seis millones
de pesos y dos millones de pesos mensuales por producción. Y a las Farc hay que
pagarles 10 millones de pesos anuales por entable.
Federico Taborda, secretario general de Fedechocó,
complementa a Ariel y dice que por esa razón “pedimos que los mineros dejen de
ser tratados como criminales. Somos víctimas de las bandas, de las Farc, ellos
tienen poder territorial y eso no lo puede negar nadie”.
*****
Istmina está ubicado a 75 kilómetros de Quibdó y el pasaje
en bus cuesta 13.000 pesos. La carretera está pavimentada casi en su totalidad.
No hay agua potable, no hay acueducto ni alcantarillado. La energía es
intermitente. En los últimos tres años recibió por regalías cerca de 12.000
millones de pesos con los cuales, según el Sistema General de Regalías, se
pavimentan unas vías urbanas, se instala gas natural, se construye una
plazoleta y la primera etapa de la Universidad Tecnológica del Chocó. Istmina
es una de las sedes de los Juegos Nacionales 2015, sin embargo, a la fecha,
ningún proceso de licitación ha empezado, por lo que los escenarios deportivos
que se requieren para las competencias no existen, se espera que empiecen en
enero.
*****
Teófilo Cuesta Borja, director de Codechocó, dice que según
un reporte preliminar de la Agencia Nacional Minera, en Chocó se han otorgado
188 títulos mineros y solo a ocho se les ha otorgado la licencia ambiental y se
encuentran en la etapa de explotación. Así se han abierto 44 procesos
sancionatorios a mineros ilegales por daños al ambiente. Sin tapujos ni censura
reconoce que les ha quedado difícil controlar la actividad. Advierte que
existen debilidades técnicas, logísticas, económicas, sociales y hasta
culturales, por lo que es difícil tomar acciones.
“La minería aquí hace parte del desarrollo de las
comunidades negras e indígenas. Es una actividad aceptada culturalmente y hace
parte del desarrollo económico del departamento, por lo que a nosotros nos
queda difícil proyectar acciones de una actividad que no tiene una
planificación legal ni territorial”. Revela que, en ese orden, no tiene el
apoyo de algunos alcaldes ni de los consejos comunitarios ni de la fuerza
pública, ya que, aunque están identificados los problemas, no cumplen con sus
funciones ambientales y de control.
Nixon Chamorro, secretario de Desarrollo Económico de la
Gobernación de Chocó, califica la situación de su departamento con un lugar
común: “Esto aquí es una bomba de tiempo”. Recuerda que hace un par de años se
creó una mesa minera para iniciar el proceso de formalización, pero no se
avanza. “Los alcaldes no han participado de este proceso. Hay mucha apatía y
también hay muchos mandatarios que tienen intereses particulares”. Le pregunto
si en la actualidad hay alguna mina legalmente constituida en Chocó o en
Istmina y responde que no. “El cien por ciento de la minería que se está
haciendo aquí en el departamento es informal, porque las que tienen títulos
están frenadas por las consultas previas. En Istmina es igual, la explotación
que se está haciendo en ese municipio es informal”.
Le hablo de Antonio y de su miedo. Le cuento de los camiones
que pasan por la calle principal de Istmina con las dragas en piezas, le
pregunto que quién extorsiona, que quién tiene el control del territorio: “Eso
está claro, acá están las Farc, el Eln y las bandas. Hasta donde sé, algunos
han utilizado miembros de las comunidades y tienen su estructura y otros lo que
hacen es cobrar la vacuna, llegan a los entables mineros y cobran un
porcentaje”.
-¿Y cómo ingresan la maquinaria?
-Esa es una de las grandes dificultades que tenemos, porque
las administraciones municipales no se han metido en el cuento y entonces
muchas máquinas entran con el pretexto de que se están haciendo obras para el
municipio, buscan muchas formas de evadir la ley. No hay control”.
-¿Y no hay control porque el tema se desbordó?
-Sí, la verdad es que ese tema está desbordado. Para
nosotros es bastante angustiante. Estamos tratando de que los mismos consejos
comunitarios, que son los dueños de su territorio, empiecen en el proceso de
formalización.
*****
En Istmina se baila en la calle hasta el amanecer. Siempre
hay música. El fin de semana el pueblo entero es una rumba. En esta cuadra
suena chirimía, más allá salsa, reguetón, y aquí vallenato. No hay penas a esta
hora, no hay angustias pendientes. A las 7:45 de la noche de un sábado
cualquiera, Istmina es un parlante sobre el río San Juan. Trato de hablar con
Felipe -lo llamaré Felipe porque también le da miedo hablar-, un muchacho con
un acento lejano. Nos gritamos para poder oírnos. Istmina es baile y rumba y
trago.
También es un plato de sancocho de pescado con un trozo de
queso que se derrite en el caldo. Es el fervor a la virgen de Las Mercedes y,
como dice el sacerdote John Jairo Gutiérrez, rector del seminario de Istmina,
en medio de toda esta problemática, “corres el riesgo de enamorarte de Istmina.
Somos muy pobres, pero también somos muy alegres, con una riqueza humana
impresionante. No perdemos nunca la alegría”.
Felipe señala que podemos caminar sin problemas por el
pueblo, pero que hay que tener cuidado. Y responde con una sonrisa: “Si algún
día viene, es mejor que no hable con cualquiera, debe saber con quién habla
porque cualquiera puede ser un paraco o un guerrillero o un sapo, ¿me entiende?
Puede salir a rumbear y si usted no se metió con nadie, pues nada le pasa”.
Istmina, entonces, es un pedacito de tierra lleno de
mototaxistas que manejan de afán. Es la tierra prometida, el tesoro explotado,
mil veces explotado. Es un pueblecito de dos calles que baila de noche y de
día, que resiste. Istmina es la ilusión del dorado que hizo que a Antonio le
diera miedo hablar y que hizo que Ariel estuviera hoy huyendo del Eln porque
dice no tener cómo pagarles la extorsión de su entable. Istmina es también el
padre John Jairo, quien hoy, desde el seminario, lucha para que sus estudiantes
lean bien.
CHOCÓ
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Cocominsa
Camikzaa
Miner S.A
José Ángel Valderrama
José Jaime Orozco
Paola Solarte Enriquez (2) tomado de el colombiano
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