LAS AVES Y LOS
VECINOS DEL AGUA
En el remanso azul acecha el martín pescador
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Por Paulo Ferreyra , Colaboración: Abel Fleita
Especial para El Litoral
El martín pescador grande (megaceryle torquata) mide entre
17 y 19 centímetros de largo. En cuanto a su peso oscila entre 34 y 46 gramos.
Tiene una envergadura de 25 centímetros. Su pico es puntiagudo y de unos cuatro
centímetros de largo. Los martines pescadores tienen patas cortas de color
naranja, son de colores muy brillantes. El color de sus alas es azul/verde y
sus partes superiores, grupa y cola son de un azul brillante. Sus partes
inferiores son anaranjadas brillantes y tienen un pequeño babero blanco debajo
del pico, en la garganta.
Cabe mencionar que estas aves tienen una vista muy aguda. El
martín pescador tiene visión monocular (en la que cada ojo se usa por separado)
en el aire y visión binocular (en la que ambos ojos se usan juntos) en el agua.
La visión submarina no es tan nítida como en el aire, sin embargo, la capacidad
de juzgar la distancia de las presas en movimiento es más importante que la
nitidez de la imagen. En cuanto a su distribución podemos encontrar al martín
en casi cualquier parte del mundo.
El cortejo de martín pescador ocurre en primavera. El macho
se acercará a la hembra con un pez en el pico. Lo sostendrá de manera que la
cabeza del pez quede hacia afuera e intentará dárselo de comer a la hembra. Si
no tiene éxito, simplemente se comerá el pescado él mismo. Es posible que tenga
que repetir este comportamiento de alimentación durante algún tiempo antes de
que ocurra el apareamiento. Hacen madrigueras en las orillas de los ríos
arenosos.
La madriguera consiste en un túnel horizontal con una cámara
de nidificación al final y suele tener una longitud aproximada de un metro. La
hembra pone de cinco a siete huevos blancos y brillantes, pero a veces pone
hasta 10 huevos. Los huevos miden una media de 1,9 centímetros de ancho, 2,2 centímetros
de largo y pesan unos 4,3 gramos, de los cuales el 50% es cáscara. El macho y
la hembra comparten el trabajo de incubar los huevos durante unos 20 días.
Ambos lo hacen de día, sin embargo, sólo la hembra lo realiza de noche. Los
huevos eclosionan en 19-20 días y las crías permanecen en el nido otros 24 o 25
días, a veces más. Una vez que sean lo suficientemente grandes, las aves
jóvenes llegarán a la entrada de la madriguera para ser alimentadas. Dos o tres
crías pueden ser criadas en una temporada.
“Eran las tres y media de la tarde. Mientras recorría la
calle junto al río, Oki contempló las evoluciones de los martines pescadores
sobre el agua. Podía distinguir los colores de sus alas”, así cuenta un
fragmento del bello libro del japonés Yasunari Kawabata, “Lo bello y lo
triste”. La pretensión osada de esta sección a veces busca identificar aves y
también invitar a detener el tiempo ante quienes ponen música a un árbol, a un
poste de luz, a un poste en el alambrado o desde los márgenes de las aguas del
litoral.
Por su parte, Girala Yampey, escritor y poeta, habla de la
importancia del agua, de sus habitantes y sus vecinos. “Los ríos, junto con sus
vertientes, forman una red de caravanas que resultan ser vigorosos sostenes de
los beneficios para la continuidad. Si no contáramos con el discurrir
fecundador de sus cauces y los vigores del sol, fieles levaduras del desarrollo
de la naturaleza, apenas llegaríamos a ser estériles terrones, arenillas
danzando sobre dunas de un inmenso desierto. Nuestras vidas transcurren por las
riberas, acercarse a su vera y reposar, es suficiente para disfrutar de sutiles
melodías, su espejo nos invita a fundar nuevas ocurrencias y visiones para
colmar nuestros regocijos. El río es antiquísimo hogar de múltiples especies, alberga
desde antaño a miles de originales géneros de la naturaleza, peces, vegetales,
aves y todas las formas de vida. Infinidad de existencias que se prolongan día
y noche, desde siempre, acarreando seres y objetos”, subraya.
Acechando peces
La temática de las aves y el agua como protagonistas del mes
de junio, casi de forma inmediata nos remiten al martín pescador grande. Vale
recordar que entre macho y hembra de la especie existe dimorfismo sexual, es
decir, poseen características diferentes. Para comenzar cabe mencionar el color
del plumaje. Esa diferencia nos lleva a observarlos con mayor detenimiento, el
detalle entre ambos se encuentra en la zona del pecho y cuello, donde los
machos poseen el collar blanco y más abajo el extenso color rufo, cobrizo.
En el caso de las hembras, el orden de colores es: collar
blanco, la franja azul grisácea más abajo, una fina línea blanca y luego el
color rufo.
En una salida al campo, de viaje o en inmediaciones de aguas
un martín pescador puede ser visto observando desde un poste de luz, del
alambrado o una tala, observa los peces del agua. Tanto aquellos que se
encuentran en pequeñas lagunas, alcantarillas o grandes ríos la emoción es
inevitable cuando se zambullen en vuelo tras la presa.
Aunque en esta edición hablamos del martín pescador grande,
conviene tener presente que en nuestra región pueden observarse otras dos
especies más de forma cotidiana: el martín pescador mediano y el martín
pescador chico. A diferencia del grande, que se caracteriza por su color celeste
grisáceo, estas otras dos combinan los colores verdes, blancos y detalles rufos
o rojizos en el pecho, según se trate de machos o hembras. En el caso del
mediano, en las hembras el collar verde se interrumpe por el color blanco.
Desde hace unos años existen contados registros del martín pescador enano, en
el noreste de la provincia de Corrientes.
“La técnica del martín pescador es pasar largas horas posado
en una de las ramas tendidas sobre las aguas, acechando a los peces. Al ponerse
la presa a su alcance se lanza en veloz zambullida y sujeta fuertemente entre
su pico volviendo a la superficie para engullirla.
Es, sin dudas, una notable habilidad transmitida entre los
diversos tipos del martín pescador que existen, también puede asegurarse que es
un innegable y fiel vecino que nunca falta en las riberas de los ríos, riachos,
lagunas y esteros”, explica Yampey.
Existe una diversidad de textos que rezan o mencionan una
leyenda, que al igual que otras, posee una fuerte connotación fabulesca, en la
que la obediencia/desobediencia a los superiores/padres es premiada/castigada.
En la región, el Martín pescador aparece representado como el Jurunda
(denominación guaraní) quien fuera un niño que motivado por sus éxitos como
pescador, se atreve a desafiar la voluntad de sus padres pescando en el remanso
del río, en cuyo lecho a muchos metros de profundidad vivía Ypóra, justamente
la deidad que podría castigarlo en su obstinación.
Sucedió cuando el muchachito se desprendió del cuidado de su
madre durante una fiesta y se dirigió al río, justo a pocos metros del gran
remanso. Su madre, al darse cuenta de la ausencia de su hijo, se trasladó
rápidamente hasta la costa, acaso sabiendo que allí lo encontraría.
Al llegar, su alma se estremeció horrorosamente al ver a su
hijo agarrado de un tronco que giraba en el sentido del remanso. Sin dudarlo se
tiró al agua, al tiempo que su hijo clamaba para que no lo hiciera.
Su amor de madre pudo más que la fuerza del río y terminó
engullida por el remanso. Jurunda, mirando como desaparecía su madre, vio como
Ypóra, quien miraba desde abajo, lo condenó a vagar siguiendo el curso de los
ríos, en los que podrá pescar por siempre aunque lamentando siempre a su madre
con el graznido de ave que conocemos como Jurunda. // tomado de el litoral de
ctes ar
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