Los caballos que sobrevivieron al agua Por Jorge Coronel Un
reducido grupo de ciudadanas realiza un recorrido diario para concretar una
acción solidaria: dar de comer a los caballos de los damnificados por las
inundaciones del Bañado Sur. Roxana Lubián, una de las voluntarias, alimenta a
uno de los caballlos. / Jorge Coronel, Solamente motivadas por su buen corazón,
las ciudadanas Mirtha Ortigoza, Maly Flores y Roxana Lubián recorren,
desde el 4 de agosto pasado, las humildes instalaciones improvisadas de los
damnificados por las inundaciones del Bañado Sur.
Desde la avenida Félix Bogado ingresan por 21 Proyectadas
–de lunes a sábado, a partir de las 18:00– para saludar y alimentar a sus
nuevos amigos: los olvidados caballos víctimas de las inundaciones que trabajan
de sol a sol, generalmente en malas condiciones.
Las voluntarias forman parte de Cangápolis, el centro de
rescate y rehabilitación de animales formado en 2003, como una iniciativa
privada. “Antes recogía animales en casa”, nos comenta Mirtha Ortigoza,
mientras recorremos las humildes precarias en una camioneta conducida por un
chofer pagado especialmente para las tareas solidarias.
El padre de doña Mirtha, el recordado capitán Napoleón
Ortigoza –el preso político más antiguo del continente, quien estuvo 25
años en las crueles cárceles del régimen de Stroessner–, había derivado el
capital de la indemnización que cobró para las acciones humanitarias de su hija
con los animales.
La organización se sostiene, por estos días, a partir de
aportes privados de sus miembros, así como gracias a donaciones. Tal es el caso
de un señor o señora (aseguran no saber), que se encarga de hacerles llegar la
cantidad de alfalfa necesaria para alimentar a los sufridos caballos de los
damnificados.
La organización cuenta con un refugio, ubicado en la ciudad
de Limpio, donde albergan a al menos 400 animales: entre perros, gatos,
animales silvestres y caballos.
La intención, ahora, es comprar algunos de los caballos en
peores condiciones, para cuidarlos y alimentarlos en ese refugio. “Precisamos
comprar o que alguna persona compre esos caballos: les decimos cuáles creemos
que son los que con urgencia necesitan ser sacados de ahí. También pedimos
donaciones para juntar la plata y comprar”, nos comenta la voluntaria Maly
Flores.
AMOR ANIMAL
El recorrido en la zona es extenso, y se puede comprobar
cómo los pobladores conocen a los voluntarias –“¡Hola tía Mirtha!”, se oirá en
ocasiones–. Sorpresivamente, también puede notarse el entusiasmo de los
animales al ver llegar a sus nuevas amigas con su ración de alimento diario.
Solo en la tarde del martes, se pudo dar de comer a 28
caballos, que llegaron agotados luego de sus intensas labores. Entre ellos,
resalta “Georgina”, una yegua de 11 meses, en muy malas condiciones. La
intención de las voluntarias es juntar, para el sábado, el millón de guaraníes
que pide el dueño por el animal. “Creemos que está muy mal, y no puede trabajar
así”, dicen, acotando que, generalmente, los caballos son cruelmente explotados
por sus dueños.
Por su parte, los pobladores aseguran alimentarlos y hablan
de cambios de “caballos por carritos”, modalidad que, al parecer, están
adoptando. “Pero no sabemos dónde terminan esos animales”, dirán después las
voluntarias, con cierta preocupación.
Las personas que quieran colaborar con cualquier suma
posible, o incluso comprando alguno de los sufridos caballos para el cuidado de
las voluntarias, pueden comunicarse con la señora Mirtha Ortigoza, de
Cangápolis, al teléfono (0981) 517647. Tomado de abc de Paraguay
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