La creciente del año
2014: lo que nadie quiere aceptar Por Adolfo von Tumpling (*) A mi entender,
este tipo de creciente sigue siendo la solución para amortiguar o reducir
muchos otros problemas que actualmente aquejan al medio ambiente, especialmente
en mi área de influencia. El hecho de que de vez en cuando aparezca un gran
volumen de agua que venga a clarificar un extenso territorio de humedales que
prácticamente se estaban secando y de paso contaminando su entorno, es todo un
regalo divino que nosotros los seres humanos no somos capaces de crear ni
realizar. Para que usted lo sepa,
nuestros criaderos naturales, que son los afluentes y sus humedales,
irreversiblemente en estas últimas bajantes que estaba sufriendo el río
Paraguay se estaban secando en un noventa por ciento, por sus insostenibles
sedimentaciones y posteriores colmataciones, creando una serie de problemas
ambientales, por más que muchos de nuestros ambientalistas no lo quieran ver
así. Con mi larga experiencia acepto este regalo divino y acompaño y aplaudo
estas crecientes con beneplácito y defiendo sus consecuencias, que finalmente
redundarán con muchos otros beneficios a favor de esta resentida naturaleza.
Desde luego que lamento la suerte de muchos damnificados y no quisiera estar en
su lugar, pero les aseguro que este pequeño sacrificio al final servirá y
ayudará para que nuestra flora y fauna puedan seguir viviendo, aunque sea por
un periodo más. Entiendo que desde que el mundo fue mundo el sacrificio de
algunas especies fue una razón o un justificativo para que el resto de la
humanidad pueda seguir viviendo en paz y continuar su curso normal. Al final,
este merecido descanso dará a los peces un pequeño y gratificante respiro en
cuanto a su tenaz persecución. Cuanto más tiempo dure y más nos duela su
presencia, será mejor, pues oportunamente esta crecida del año 2014 llegó en la
época exacta de desove de nuestros peces, no como nuestras tradicionales y
decretadas vedas pesqueras. Dígase de mi persona que soy un desubicado y no me
ofenderé. Ustedes no se pueden imaginar los millones de peces que en estos
momentos están gozando de esta hermosa creciente. Un grupo está sufriendo sus
consecuencias, pero si ponemos en la balanza divina, veremos que todo este
sacrificio se justifica.
(*) Poblador de Puerto Antequera. TOMADO DE ABC DE PARAGUAY
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