NO PONGAS TUS SUCIAS
MANOS SOBRE MOZART (o como ir hacia el concepto multi-R)
En los albores de la democracia en España, leí un
espectacular artículo de Manuel Vicent, en la revista Triunfo, titulado «No
pongas tus sucias manos sobre Mozart». El artículo relataba cómo un padre que
se esforzaba en trasladar a su domicilio tics democráticos sufría en silencio a
los amigotes de su hija. Día sí, día también, llegaban a su casa, se bebían su
whisky, alborotaban, se sentaban en su sillón sin que él dijera nada. Hasta que
una tarde vio cómo su hija, con el pelo grasiento y sus dedos amarillos de
nicotina, pretendía llevarse la «Sinfonía número 40» de Mozart y, no pudiendo
aguantar más, les echó de casa al grito de «¡¡No pongas tus sucias manos sobre
Mozart!!». A partir de entonces, recuperó su espacio, su whisky y su sillón. Esto
viene a cuento porque, como se sabe, el pasado 2 de julio, la Comisión presentó
su paquete de economía circular que incluía una Comunicación y la modificación
de tres Directivas: la marco de residuos, la de vertido y la de envases.
El entonces comisario europeo de Medio Ambiente, Janez
Potočnik, consiguió finalmente publicar este paquete tras reiterados aplazamientos
y tras una batalla interna que se alargó durante meses. En aquel tiempo yo
escribía en mi blog que la gran duda era si el nuevo equipo surgido de las
elecciones europeas del 25 de mayo iba a asumirlo.
Hoy es el día en el que parece que no lo van a hacer. Y
tanto Jean-Claude Juncker, el presidente de la Comisión Europea, como el actual
comisario de Medio Ambiente, Karmenu Vella, amenazan con desnaturalizar o
incluso mandar al limbo el paquete de economía circular. Organizaciones de
ámbito europeo de toda índole tratan de presionar para que esto no se produzca,
pero el tema pinta mal. En cualquier caso, ¿cómo pasar de las musas al teatro? La traslación al ámbito de los residuos del
paquete de economía circular gira en torno
a varios ejes principales:
La prevención y el reciclado, junto a una armonización
concerniente al propio concepto.
La paulatina erradicación del vertido hasta convertirse en
algo residual.
La optimización en este sentido de un flujo tan emblemático
como el de los envases.
La primera necesidad imprescindible es la de disponer de
unos datos estadísticos —sobre la generación, la prevención, el reciclado y la
valorización de los residuos— de manera armonizada. Es menos importante el cómo
se armonicen estas normas que el mismo hecho de que éstas sean iguales para
todos. Es imposible comparar realidades diferentes y es imposible planificar
sin conocer con precisión los datos de partida y las metas de llegada. Seguir
eludiendo esta tarea significa consolidar el abusivo recurso a hacerse trampas
en el solitario e instalarnos permanentemente en el error a la hora de hacer
análisis. Muchos mitos caerían simplemente si todos habláramos el mismo idioma.
Es obvio que no es lo mismo contabilizar el reciclado a la entrada de las
instalaciones de clasificación que a la salida de las plantas de reciclado o en
cualquiera de los puntos intermedios. No es lo mismo, tampoco, incluir los residuos
municipales de origen comercial o no incluirlos. Algo más de una tercera parte
de los residuos municipales tiene este origen que da lugar a una recuperación
de materiales de gran calidad y cantidad. Un reciente estudio de elaboración
propia en el que han participado más de una veintena de entidades públicas y
privadas, y donde han colaborado otra docena de organizaciones, nos indica, con
poco margen de error, que la foto actual del reciclado en España, incluyendo
los residuos de origen comercial, está en torno al 38%. Este dato es menos dramático que el que se
viene contando pero todavía está muy lejos de los objetivos 2020. Sin embargo,
la mayor virtud de este estudio está en que se ha podido analizar la realidad
de los diferentes flujos de residuos de manera segmentada. Y que existe una
idea de dónde se encuentran los mayores espacios de mejora. Por ejemplo:
a) Los metales. En este caso se está recuperando
prácticamente todo lo que se recoge separadamente o lo que pasa por una planta
de clasificación. El agujero negro que existe aún se encuentra en los más de 5
millones de toneladas de residuos que de manera alegal se llevan todavía hoy a
los vertederos sin ningún tratamiento previo. Separar los metales es muy fácil,
pero si se depositan en un vertedero en masa sin ninguna clasificación se
convierte en una tarea imposible. Si se erradicara esta práctica del vertido
directo, la recuperación de metales sería prácticamente total.
b) El papel. En cambio, el papel tiene su margen de mejora
en los domicilios y en el pequeño comercio, esto es en la gestión municipal.
Porque en la gestión privada los resultados son prácticamente asintóticos.
Dicho lo cual, la gestión municipal ofrece resultados engañosos a la baja.
Existe una importante cantidad de papel recogido en contenedores municipales
que es robado para aparecer en los recicladores como de gestión privada.
c) El plástico. Este material ofrece buenos resultados en el
ámbito de los envases, tanto de gestión pública como privada. Mucho más
desconocidos son los resultados dentro de los no-envases. No se debe perder de
vista, por otra parte, que cerca de 300.000 toneladas son exportadas,
principalmente a China, y que si se pudiera certificar su reciclado mejoraría
notablemente sus resultados.
d) El vidrio. Los márgenes para el vidrio están en la mejora
de la recogida separada, tanto en el ámbito domiciliario como en el comercial.
Es muy difícil recuperar material en las plantas TMB e imposible en el vertido
directo. Se mejorarían los resultados también si hubiera una buena contabilidad
de los envases rellenables.
e) El textil. El mayor problema en este flujo es que hay un
gran desconocimiento del denominador. Cuando se ha pretendido determinar éste
mediante caracterizaciones en vertederos, el resultado está muy distorsionado
por el impacto de la humedad. Es muy importante, asimismo, que para muchos
ciudadanos la ropa usada no se identifica con un residuo y por eso una buena
parte de la que se dona directamente, por ejemplo a parroquias, no tienen
ninguna contabilidad. Solo se conoce lo que gestionan empresas de economía
social tipo Cáritas, Humana, etc., o gestores especializados de residuos
textiles. Pero probablemente no se contabilicen más de la mitad de los
materiales recuperados, reciclados o reparados.
f) Los RAEE ofrecen unos resultados muy distorsionados
porque existen muchos robos, sobre todo en puntos limpios, y como dice el
sector muchos de los aparatos que se recogen aparecen “canibalizados”.
g) Los biorresiduos. Este es uno de los flujos con mayor
espacio de mejora. Hay muchos aspectos para evolucionar: Los grandes
generadores, la extensión de la recogida separada, la mejora en los
tratamientos TMB,… y todo ello acompañado con la necesidad de trabajar de
manera decidida sobre la demanda, que es el auténtico talón de Aquiles en
España. Esto, unido a la necesidad de aplicar al máximo los programas de
reducción de los residuos alimentarios que tienen un potencial verdaderamente
notable. Una idea a considerar es la de establecer un objetivo propio de reciclado
para los bioresiduos, que faciliten la orientación de todos en este ámbito.
No obstante, todo lo anterior es un aspecto importante, pero
menor dentro del concepto de la economía circular. Este concepto supone un
cambio de paradigma. Este cambio de paradigma tiene muchos aspectos pero si no
se abordan harán que todo lo demás se convierta en mera cosmética.
En la economía circular los productos se piensan, se diseñan
y se fabrican teniendo en cuenta toda su vida útil: producción, transporte,
distribución, utilización y fin de vida. Hemos de asistir a un cambio de modelo
productivo en el que se ponga el énfasis en que los productos puedan ser
desmontados, reparados, actualizados, etc., para prolongar al máximo su vida
útil.
Se ha de priorizar la producción de energía próxima a los
lugares de consumo a partir de fuentes renovables de suerte que se genere una
economía baja en carbono.
Se debe ir transformando, en definitiva, una ciudadanía que
compra innumerables productos en otra que compra los servicios que ofrecen esos
productos. A este respecto, es imprescindible tomarse en serio la necesidad de
favorecer la reparación y reutilización de aparatos y enseres. Y se debe actuar con voluntad política en
este ámbito.
En los últimos meses hemos asistido con envidia y esperanza
a actuaciones de índole legal como las que se han producido en el Parlamento de
Francia, en donde se han avanzado muchas medidas en el buen sentido. Entre
ellas, el afrontar temas que parecían tabúes como la erradicación de la
obsolescencia programada.
En definitiva, la economía circular trasciende al reciclaje.
Se trata de un nuevo enfoque, el del concepto multi-R. Esto es repensar,
rediseñar, refabricar, reparar, redistribuir, reducir, reutilizar, reciclar y
recuperar la energía.
Todas las cuestiones citadas con anterioridad requieren de
una serie de instrumentos legales como la prohibición del vertido de residuos
reciclables o combustibles. Dicha prohibición aparece en el paquete de economía
circular pero existe desde hace más de 15 años en varios países de nuestro
entorno. Es esencial que, sin más demora, se establezca en nuestro país una
hoja de ruta que permita a todo el mundo conocer que el futuro, será un futuro
sin vertederos. Si esto no se hace, una transformación de este calado no será
posible improvisarla.
Además existen dos instrumentos económicos indispensables
para progresar decididamente en la prevención, el reciclado y el abandono del
vertedero. Incluso podemos hablar de un tercero.
Por una parte, hay que implementar progresivamente la figura
de la tasa de residuos —completa y transparente— y ésta debe tener, al menos,
un tramo del tipo “paga por lo que tiras”. En todas las ciudades europeas donde
se ha desarrollado este sistema, la mejora de los resultados de prevención y
reciclado han sido determinantes. Es fundamental que el ciudadano que colabora
en generar menos residuos y en posibilitar el reciclaje de los que se produzcan
se vea discriminado positivamente frente a los que no lo hacen.
Por último, otro instrumento económico de probado éxito es
el canon sobre el vertedero que quite cualquier atractivo a su utilización y
que permita que el dinero obtenido se utilice a favor de acciones en el ámbito
de la prevención y el reciclado.
El tercero, se referiría a un apoyo a las actuaciones en
materia de reparación y reutilización. Se trataría de un IVA 0 para los
productos reparados o reutilizados, condición imprescindible para avanzar por
este camino.
Una última llamada de atención gira en torno al desarrollo
de los puntos limpios que, en España, recogen casi el 8% del total de los
residuos municipales generados y que, sin embargo, ofrecen resultados muy
pobres en la recuperación, al contrario de lo que ocurre en muchos de nuestros
vecinos europeos.
Todo lo anterior se puede sintetizar en una frase: si
decimos economía circular, hagamos economía circular y no sigamos manoseando
los residuos.
Carlos Martínez Orgado Presidente de Honor
Fundación para la Economía Circular – TOMADO DE ENVIO DE
CARLOS MARTINEZ ORGADO
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