BOLIVIA, ECUADOR Y LA
DISCIPLINA FISCAL La clave del éxito relativo de ambos países es que durante
los últimos años han tenido que mantener, por causas heredadas, una disciplina
fiscal relativamente rigurosa. Hace unos días, ha sido presentada la última
edición del Barómetro de las Américas, estudio que periódicamente realiza la
Universidad de Vanderbilt a través del Proyecto de Opinión Pública de América
Latina (Lapop por sus siglas en inglés) en 25 países latinoamericanos sobre
diversos temas de actualidad. La última investigación dirigió su atención a la
percepción de la ciudadanía sobre la gestión económica de los gobiernos de sus
respectivos países. Según los resultados del estudio, hay dos países que se
destacan por la buena calificación que reciben. Son Ecuador y Bolivia que con
59,5 y 53,2 puntos en una escala de 0 a 100 respectivamente aparecen como los
dos mejor ubicados. Chile, con 51,2 puntos, ocupa el tercer lugar. De los 25
evaluados, sólo los tres primeros recibieron una calificación superior a 50
puntos. En el otro extremo, la lista de los peor
calificados en Sudamérica es encabezada por Venezuela y Argentina con apenas
11,4 y 18,7 puntos respectivamente. A nivel regional, a la nómina de los peores
se suma Guatemala que obtuvo 16,8 puntos. Al ensayar una interpretación de los
datos, los analistas del Barómetro de las Américas destacan el hecho de que no
parece haber correlación alguna entre el modelo económico aplicado en cada país
y los resultados obtenidos. En efecto, Ecuador y Bolivia aplican fórmulas
basadas en un fuerte estatismo, mientras Chile es un paradigma de economía de
libre mercado. Venezuela y Argentina en cambio, por lo menos en términos
teóricos están más cerca de Ecuador y Bolivia. Aparentemente, no es fácil
hallar una explicación razonable a tan dispares resultados. Sin embargo, es
suficiente ir un poco más allá de las apariencias y no guiarse por la retórica
oficial de los gobiernos evaluados para ver que no son casuales los éxitos de
unos y los fracasos de otros. En el caso de Bolivia y Ecuador, la clave de la
diferencia está en que ambos países se han visto obligados, por medidas
heredadas de sus antecesores, a mantener una disciplina fiscal relativamente
rigurosa si se la compara con casos como el de Venezuela o Argentina. En
Ecuador eso ha sido posible porque pese a su retórica antiimperialista Rafael
Correa tuvo el acierto de mantener al dólar como la moneda de curso legal, lo
que se constituye en una sólida barrera contra la tentación de disponer
arbitrariamente de las arcas fiscales.
En lo que a Bolivia corresponde, si no toda, por lo menos
gran parte de la explicación radica en las cortapisas que el Gobierno heredó a
la hora de disponer de los excedentes provenientes de la renta
hidrocarburífera. Es el caso de los diferentes bonos, cuya esencia se ha conservado
desde hace ya casi 20 años más allá de los cambios de nombres. En términos
prácticos, los bonos son el equivalente al papel que juega el dólar en Ecuador
como dique de contención a la libre disponibilidad de una parte sustancial de
los recursos públicos.
El hecho de que ambos países hayan conservado tan valiosa
herencia es sin duda un acierto que merece ser reconocido y respaldado. Tomado de
los tiempos de Bolivia
No hay comentarios:
Publicar un comentario