Lluvias, inundaciones
y lecciones no aprendidas
Por Redacción Central Aunque ya no es ninguna novedad, pues
pocos “fenómenos naturales” son tan recurrentes en nuestro país como las
inundaciones que se producen todos los años en cuanto llega a su mayor
intensidad la época de lluvias, no por eso deja de ser necesario insistir, una
y otra vez, en la necesidad de dejar de ver el problema como si de una
fatalidad impuesta por designios ajenos a la voluntad humana se tratara.
Insistir, como todos los años, en concentrar todos los
esfuerzos en la inventariación de los daños, elaboración de normas y leyes
“excepcionales”, para aprobar el desembolso de millonarias partidas “de
emergencia”, y toda la ya tan previsible secuencia, no tiene ningún sentido. Lo
menos que puede hacerse es reunir de una vez el valor suficiente para afrontar
el problema en su verdadera dimensión. Al hacerlo, ya no basta con identificar
las causas últimas de las inundaciones en las llanuras amazónicas, pues ya está
plenamente demostrado que el origen del problema está relacionado con el
intenso ritmo al que se destruyen nuestros bosques tropicales y la cobertura
vegetal en toda la cadena montañosa andina que atraviesa nuestro territorio.
Siendo tan evidente la relación entre deforestación e inundaciones, sólo queda
elegir entre dos caminos posibles. O se persevera en la actual política
depredadora y se asumen con resignación las consecuencias, o se toma de una vez en serio el compromiso
con la salud medioambiental y pone freno al ritmo exponencial con que año tras
año aumenta la deforestación de nuestros suelos.
Mientras no se opte franca y decididamente por una de las
dos opciones, los quejidos lastimeros están de más. TOMADO DE LOS TIEMPOS DE
BOLIVIA NOTA: NO HAY DIFERENCIA CON OTROS PAÍSES Y REGIONES DEL SUR
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