Svalbard Global Seed Vault queda en el remoto archipiélago
noruego del mismo nombre y resguarda el patrimonio vegetal de la humanidad. Es
una bóveda de seguridad que contiene casi un millón de semillas y más de 12.000
años de historia.
Hace años las semillas se conservaban en tubos de
vidrio.Hace años las semillas se conservaban en tubos de vidrio. Crédito:
Svalbard Global Seed Vault/Riccardo Gangale
En una montaña del Ártico de una isla noruega y a 1.400 km
del Polo Norte, late la esperanza del planeta: un banco de semillas que
conserva la diversidad genética de las plantas comestibles de casi todo el
mundo. La Bóveda de Semillas de Svalbard está cerca de Longyearbyen, la última
ciudad al norte del globo terráqueo. Es uno de los lugares más inhóspitos,
donde las temperaturas en verano no superan los cinco grados.
La Bóveda de Semillas de Svalbard está cerca de
Longyearbyen, la última ciudad al norte del planeta.La Bóveda de Semillas de
Svalbard está cerca de Longyearbyen, la última ciudad al norte del planeta.
Crédito: Svalbard Global Seed Vault
La bóveda acoge al banco de germoplasma universal, un
almacén de seguridad que resguarda el 40% de la diversidad alimentaria y
custodia casi un millón de semillas de 5.128 especies de 233 países. Su contenido
es nada menos que el testimonio más palpable de los 12.000 años de la historia
agrícola de la humanidad.
Los camiones hacen esfuerzos para llegar hasta el banco de
semillas.Los camiones hacen esfuerzos para llegar hasta el banco de semillas.
Crédito: Svalbard Global Seed Vault/Matthias Heyde
El ADN del planeta está registrado en esa bóveda. El mayor
número de semillas almacenadas son variedades de cultivos de arroz, trigo y
cebada. Las cifras de la diversidad son apabullantes: más de 150.000 muestras
diferentes de trigo y arroz, y cerca de 80.000 de cebada. Unas 50.000
variedades de sorgo, 40.000 especies de frijol Phaseolus, cerca de 35.000 de
maíz y alrededor de 25.000 de soja, entre tantas otras. En Svalbard, no se
guardan semillas creadas de forma artificial, como las que patentan y venden
las grandes compañías.
En el aeropuerto de Longyearbyen, el trabajo del personal de
seguridad.En el aeropuerto de Longyearbyen, el trabajo del personal de
seguridad. Crédito: Svalbard Global Seed Vault/Matthias Heyde
El búnker
El túnel de acero de 130 metros por dónde se accede a las
cámaras refrigeradas del banco.El túnel de acero de 130 metros por dónde se
accede a las cámaras refrigeradas del banco. Crédito: Svalbard Global Seed
Vault/Riccardo Gangale
La bóveda es un tipo de búnker construido para resistir el
paso del tiempo y los eventuales desastres naturales o provocados por el
hombre. Las instalaciones se levantan sobre una enorme estructura de hormigón
edificada con el propósito de "almacén seguro". Si bien es cierto que
en un principio se evaluó la posibilidad de utilizar las instalaciones de la
mina de carbón de Longyearbyen, esa idea quedó descartada porque suponía la
presencia de gases de hidrocarburos que atentaban contra la seguridad de la
iniciativa.
El sitio elegido, en cambio, fue la ladera de una montaña de
permafrost, sólida y virgen, en la isla de Spitsbergen, archipiélago de
Svalbard, a mitad de camino entre Noruega y el Polo Norte. Es una fortaleza
antisísmica e impenetrable a la actividad volcánica y a la radiación, que cuenta
con un enfriamiento adicional para reducir la temperatura a -18 ºC. En caso de
un colapso energético, el útero de la montaña congelada protegería las semillas
sólo con su temperatura ambiente, que nunca supera los 5 ºC.
La seguridad y el mantenimiento se controlan de manera
remota y únicamente circulan los trabajadores. No se reciben visitantes. No
obstante, los turistas suelen llegar hasta el portal rectangular de la entrada
para tomarse una selfie con Perpetual Repercussion, la obra de arte del ingreso
que se ha convertido en un ícono global. La creación de la artista noruega
Dyveke Sanne juega con las luces árticas, mediante la combinación de acero
inoxidable, espejos y prismas cortados en triángulos de varios tamaños para
reflejar el sol de medianoche en verano y hacer lo propio en la noche polar,
con una red de fibra óptica que emite luces blancas y azul turquesa que brillan
en los espejos.
Las semillas se guardan en cajas que son debidamente
catalogadas y ordenadas en estantes bien diferenciados.Las semillas se guardan
en cajas que son debidamente catalogadas y ordenadas en estantes bien
diferenciados. Crédito: Svalbard Global Seed Vault/Matthias Heyde
Copias de seguridad
En el interior de la bóveda, debajo de capas de roca de unos
60 metros de espesor, y a 150 metros de profundidad, descansa la memoria
vegetal de la humanidad. El material genético se encuentra clasificado en
estanterías desplegadas en tres cámaras refrigeradas. Cada sala puede almacenar
alrededor de 1,5 millones de muestras de semillas. En total, la bóveda tiene
capacidad para albergar 4,5 millones.
Se trata de un depósito para duplicados de todas las
variedades de semillas únicas conservadas por bancos de genes, institutos de
investigación y ONG nacionales, regionales e internacionales. El banco de
Svalbard preserva el material en condiciones de "caja negra", esto
implica que las muestras son propiedad del país o de los bancos de genes que
las enviaron y es imposible copiar las semillas, ya que sólo sus dueños tienen
acceso a ellas.
Arca de Noé vegetal
En varias entrevistas publicadas en la prensa internacional,
Cary Fowler, el fundador de Svalbard Global Seed Vault, describe la bóveda como
un arca de Noé vegetal que custodia la mayor colección de semillas, un tesoro
de información genética indispensable para la seguridad alimentaria y la
agricultura sostenible del planeta.
Con esa intención, Fowler junto a otros expertos comenzaron
a imaginar la bóveda a fines de los años 90, aunque el debate sobre la
necesidad de una instalación de almacenamiento de seguridad global que
guareciera los duplicados de semillas había comenzado una década atrás. La idea
fue tomando forma previendo, con base en evidencias, que algún día el cambio climático
(tan acelerado que las plantas no llegan a adaptarse), las enfermedades, los
desastres naturales, la escasez de recursos hídricos o las guerras pondrían en
peligro la diversidad de los cultivos alimentarios del planeta.
En verdad, los datos actualizados que describen el panorama
son elocuentes. Se estima, por ejemplo, que el rendimiento de los cultivos se
desplomará en los próximos 20 años debido a las altas temperaturas y a los
suelos desgastados por los monocultivos. Además, dentro de tres décadas
probablemente habrá dos mil millones de personas más.
Con altos estándares de confiabilidad para la custodia de
material sensible como las semillas, Noruega pagó los nueve millones de euros
que costó la obra y hoy continúa gestionando el banco junto con la fundación
internacional Crop Trust, apoyada por la Organización de las Naciones Unidas
para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y el Centro Nórdico de Recursos
Genéticos (NordGen). Fue inaugurada en febrero de 2008.
Está en una zona de temperaturas extremas y con tan baja
densidad poblacional, que la fauna nativa pasta en los alrededores del ingreso
a la bóveda.Está en una zona de temperaturas extremas y con tan baja densidad
poblacional, que la fauna nativa pasta en los alrededores del ingreso a la
bóveda. Crédito: Svalbard Global Seed Vault
La bóveda funciona igual que las cajas de seguridad de un
banco: nadie puede acceder al material, a excepción de sus dueños.Si bien
existen muestras de 233 países, esto no quiere decir que 233 gobiernos hayan
depositado su patrimonio vegetal allí. Lo que ocurre es que los bancos de
semillas del mundo suelen resguardar también especies de otros lugares.
Desde el banco noruego explicaron que se encuentra en
comunicación y tratativas con el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
(INTA) para el depósito de duplicados de colecciones de semillas argentinas en
la bóveda. "Esperamos tener noticias suyas pronto", confió Asdal. El
dato fue confirmado también por María Rosa Lanari, coordinadora del Programa de
Recursos Genéticos del INTA. "Todos los países han sido invitados y enviaríamos
una muestra. Pero primero tenemos que fortalecer nuestra capacidad de
conservación, que está en proceso", puntualizó Lanari.
Instalaciones y habitaciones para trabajadores de la bóveda
de semillas.Instalaciones y habitaciones para trabajadores de la bóveda de
semillas. Crédito: Svalbard Global Seed Vault
El depósito de semillas requiere una aceitada logística,
desde que salen de destino hasta que llegan a la bóveda. La mayoría de las
muestras viajan en avión, aunque algunas son trasladadas por vía marítima. A su
arribo, se guardan en bolsas herméticas de aluminio, especialmente diseñadas,
que se escanean para que luego sea posible ubicarlas en cajas con número y
etiqueta en las cámaras heladas.
Siria, la primera en reclamar sus semillas
Desde su creación en 2008, una sola vez el banco de Svalbard
devolvió semillas a sus dueños; fue en 2015, a raíz de la guerra en Siria. El
banco de semillas del Centro de Investigación Agrícola de los Climas Áridos
(Icarda, por su sigla en inglés), con sede en la ciudad de Alepo, fue destruido
por completo durante el conflicto. En Icarda estaban depositadas las semillas
de los países más secos del planeta. Se trata de un material genético que
permite conocer las variedades resistentes a la falta de agua, que será de
vital importancia para los cultivos del futuro, afectados por el cambio
climático.
Los responsables del banco de Alepo reclamaron sus semillas
a Svalbard para reabastecer sus depósitos, hasta completar la reconstrucción de
las sedes de depósito del material genético en Marruecos (Rabat) y Líbano
(Beirut). Las muestras serán reenviadas a la bóveda noruega una vez que hayan
sido duplicadas. En el mundo existen 1.750 bancos de genes que albergan
colecciones que contienen más de 7,4 millones de muestras de semillas. Del 25%
al 30% de estas semillas son únicas.
En la Argentina existe una red de bancos de germoplasma
gestionada por el INTA, en distintas localidades, desde Jujuy hasta Trelew.
Posee más de 36.000 entradas (entre semillas y duplicados) con material
genético de diferentes especies vegetales.
La red está conformada por nueve bancos activos de recursos
fitogenéticos, 12 colecciones distribuidas en diversas áreas ecológicas y un
banco base que resguarda todo. Se conserva el 92% de los recursos genéticos
disponibles en el país. María Rosa Lanari, coordinadora del Programa de
Recursos Genéticos del INTA, explica que en el banco de Castelar, provincia de
Buenos Aires, está el back up de las semillas; esto es, los duplicados de todos
los bancos.
Algunas universidades en el país también tienen sus propios
bancos. Carlos Biasutti, profesor de la Cátedra de Mejoramiento Genético
Vegetal de la Universidad Nacional de Córdoba, informa que la Facultad de
Ciencias Agropecuarias de la UNC cuenta con el Banco Nacional de Germoplasma de
Prosopis, un reservorio de semillas de algarrobo. Es el único banco de especies
forestales nativas de carácter nacional.
Por: Mariana Otero //
tomado de la nación de ar
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