MINUSTAH/Logan Abassi
Un programa para reducir la violencia apoyado por la antigua
misión de la ONU en Haití empleó residentes locales para construir juntos muros
y terrazas en los que poder cultivar la tierra y prevenir las inundaciones.
Desde el COVID-19 hasta el cambio climático, desde la
injusticia racial hasta las crecientes desigualdades, somos un mundo en crisis,
afirma el titular de la ONU, para quien la única solución a los problemas
comunes es la colaboración internacional a través de las Naciones Unidas.
En esta artículo de opinión, el Secretario General de las Naciones
Undas, António Guterres, aboga por la necesidad de fortalecer las actuales
estructuras de colaboración entre las naciones para hacer frente a los graves
peligros a los que se enfrenta la humanidad y el planeta:
Alerta global
por António Guterres
Desde el COVID-19 hasta la disrupción climática, desde la
injusticia racial hasta las crecientes desigualdades, somos un mundo en crisis.
Pero también
somos una comunidad internacional con una visión perdurable, plasmada en la
Carta de las Naciones Unidas, que este año celebra su 75º aniversario. Esa
visión de un futuro mejor —basada en los valores de la igualdad, el respeto
mutuo y la cooperación internacional— nos ha ayudado a evitar una
Tercera Guerra Mundial que habría tenido catastróficas consecuencias
para la vida en nuestro planeta.
Nuestro desafío
común es encauzar ese espíritu colectivo y estar a la altura de las
circunstancias en este momento de prueba y ensayo.
La única manera de afrontar las fragilidades mundiales
es (...) con cooperación internacional.
La pandemia ha
puesto al descubierto desigualdades graves y sistémicas tanto dentro de países
y comunidades como entre ellos. En términos más generales, ha puesto de relieve
las fragilidades del mundo, no solo frente a otra emergencia sanitaria, sino
también en nuestra vacilante respuesta a la crisis climática, la anarquía en el
ciberespacio y los riesgos de proliferación nuclear. En todas partes, la gente
está perdiendo la confianza en las clases e instituciones políticas.
La emergencia se
ve agravada por muchas otras crisis humanitarias profundas: conflictos que
continúan o incluso se intensifican; números récord de personas obligadas a
huir de sus hogares; nubes de langostas en África y Asia meridional; sequías
inminentes en África meridional y América Central; todo ello en un contexto de
tensiones geopolíticas crecientes.
Frente a
estas fragilidades, los líderes mundiales deben ser humildes y
reconocer la importancia vital de la unidad y la solidaridad.
Fig 4 ONU/Mark Garten
El Secretario General, António Guterres, durante una rueda
de prensa virtual.
Nadie puede
predecir lo que vendrá, pero yo veo dos escenarios posibles.
Uno es el
escenario “optimista”,
En el que el
mundo, no sin dificultades, saldría adelante. Los países del Norte Global
formularían una estrategia de salida eficaz. Los países en desarrollo
recibirían suficiente apoyo y sus características demográficas, en particular
la juventud de su población, ayudarían a contener el impacto.
Y tal vez al cabo
de unos nueve meses surgiría una vacuna que se distribuiría como bien público
mundial, una “vacuna popular”, disponible y accesible para todos.
Si se cumple esta
predicción, y si la economía se va reactivando, podríamos avanzar y alcanzar
algún tipo de normalidad en dos o tres años.
Pero
también hay otro escenario más sombrío, en el que los países no logran
coordinar sus acciones. Siguen ocurriendo nuevas oleadas del virus, y la
situación en el mundo en desarrollo explota. El desarrollo de la vacuna se
demora, o incluso concluye relativamente pronto, pero se vuelve ferozmente
competitivo, y los países con mayor poder económico son los primeros en
obtenerla, dejando atrás a los demás.
En este
escenario, también podríamos ver una mayor tendencia a la fragmentación, el
populismo y la xenofobia. Cada país podría avanzar por su cuenta, o en las
llamadas “coaliciones de países dispuestos a actuar”, para afrontar algunos
desafíos específicos. En última instancia, el mundo no lograría movilizar el
tipo de gobernanza necesaria para afrontar nuestros desafíos comunes.
Fig 5
Unsplash/Alex Radelich
Manifestación contra el racismo en la ciudad estadounidense
de Los Ángeles.
El resultado bien
podría ser una depresión global, que podría durar al menos cinco o siete años
antes de que surgiera una nueva normalidad, de carácter imprevisible.
No podemos simplemente volver a los sistemas que dieron
lugar a la crisis actual. Necesitamos reconstruir mejor, promoviendo
sociedades y economías más sostenibles .
Es muy difícil
saber cuál de los dos rumbos hemos tomado. Debemos trabajar por el
mejor de los casos y prepararnos para el peor.
La pandemia, por
horrible que sea, debe ser una alerta que haga comprender a toda la dirigencia
política que nuestras hipótesis y enfoques tienen que cambiar, y que la
división es un peligro para todo el mundo.
Comprenderlo
ayudaría a reconocer que la única manera de afrontar las fragilidades mundiales
es emplear mecanismos de gobernanza global mucho más robustos, con
cooperación internacional.
Al fin y al cabo,
no podemos simplemente volver a los sistemas que dieron lugar a la crisis
actual. Necesitamos reconstruir mejor, promoviendo sociedades y
economías más sostenibles e inclusivas, en las que haya igualdad de
género.
Fig 6 Banco
Mundial/Nonie Reyes Edit
Un agricultor en Filipinas revisa sus cultivos después de
una inundación. El cambio climático traerá más fenómenos como este.
En esa tarea,
debemos replantearnos la forma en que cooperan las naciones. El
multilateralismo de hoy en día carece de escala, ambición y fuerza, y
algunos de los instrumentos que sí la tienen demuestran poca o ninguna
intención de ejercerla: prueba de ello son las dificultades que enfrenta
el Consejo de Seguridad.
Necesitamos un
multilateralismo en red, en el que las Naciones Unidas y sus organismos, el
Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, organizaciones regionales
como la Unión Africana y la Unión Europea, organizaciones comerciales y otras
colaboren más estrecha y eficazmente.
También
necesitamos un multilateralismo más inclusivo. Hoy en día, los gobiernos están
lejos de ser los únicos agentes de la política y el poder. La sociedad civil,
la comunidad empresarial, las autoridades locales, las ciudades y los gobiernos
regionales están asumiendo cada vez más funciones de liderazgo en el mundo
actual.
Ello, a su vez,
ayudará a promover un multilateralismo eficaz, dotado de los mecanismos que
necesita para que la gobernanza global funcione allí donde hace falta.
Un nuevo multilateralismo eficaz, inclusivo y en red, basado en los valores
perdurables de la Carta de las Naciones Unidas, podría sacarnos de nuestro
sonambulismo y evitar que sigamos deslizándonos hacia un peligro cada vez mayor. // tomado de pagina de ONU
Enviado como sugerencia por el amigo Osvaldo pimpignato
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